Si la campaña sigue con el pasado como actor principal, solo se reafirma la polarización

Recuerdo lo que me dijera la profesora Graciela E. Assaf en una fecha como la de hoy: «Esta celebración nos interpela. Si en 1816 nos independizamos del yugo español, la pregunta que debemos hacer en esta instancia es: ‘¿De qué debemos independizarnos hoy? ¿Cuáles son nuestras dependencias actuales? ¿El individualismo? ¿La indiferencia? ¿El espíritu sectario? ¿La corrupción? ¿El narcotráfico? ¿La pobreza?'». Interrogantes fundamentales para trasladar a los principales protagonistas políticos que tendrán la responsabilidad de gobernar los próximos años de Argentina.

Sin embargo, hoy pareciera que el título de la campaña electoral que ha comenzado es: los desafíos del centro. Es decir, llegar al 11 de agosto, primera parada y no menor, cooptando las voluntades de quienes no se sienten cómodos con los extremos. Todo indica que la polarización acapara el 80% de los votantes.

Ahora bien, tanto Miguel Ángel Pichetto como Alberto Fernández deben ser los responsables de atraer al moderado centro. Aún hoy, lamentablemente, se habla del voto miedo versus voto decepción. ¿Tienen nombre y apellido tanto el miedo como la decepción? ¿O hay miedo y decepción en ambos extremos?

Desde la usina de Mauricio Macri dicen estar preparando el equipo de los primeros cien días de gobierno con las medidas a aplicar de ser reelecto. Dichas medidas no han trascendido. Los nombres sí: Francisco Cabrera, Mario Quintana y el secretario de Energía, Gustavo Lopetegui. Viejos conocidos de los últimos cuatro años. ¿Podrán estos u otros hombres que los reemplacen sorprender con nuevos proyectos? Aún quedan más de cien días de gobierno, ¿por qué no aplicar dichas medidas hoy? Dado que queda claro tanto para Mauricio Macri como para Alberto Fernández que no alcanza con el votante fiel, hay que atraer al votante esquivo. Este votante es el que viene rechazando las dos propuestas.

El presidente Macri ha tomado prestado un logro de todos: la firma del acuerdo Unión Europea-Mercosur. Me decía el embajador argentino en China, Diego Guelar: «Después de Malvinas, esta es la única política de Estado que tenemos. Por favor, no la arruinemos». También aporta datos imperdibles para el debate de la Argentina que queremos. Votar es eso: elegir la Argentina que queremos. Dice Guelar: «Argentina es un país pasivo. Espera que nos vengan a comprar. No sale a vender». Recuerda: «En el 2011 Argentina exportó a China por U$S 80 millones. Ahora exportamos por U$S 60 millones». Pregunto: ¿Cómo es posible que Argentina no tenga un plan de exportación a China por U$S 200 millones? Es increíble, pero Perú, Brasil, Chile, Uruguay y aun Paraguay, que políticamente reconoce a Taiwán, exportan a China y tienen superávit comercial, mientras que nuestro país tiene déficit comercial.

Volviendo a la campaña electoral, más allá del voluntarismo del senador Miguel Ángel Pichetto explicando más sobre economía que el propio equipo económico del Gobierno; de no aparecer propuestas claras, ¿por qué pensar que mañana podrían revertir los índices negativos del achicamiento productivo, comercial e industrial argentino? A hoy los distintos oficialismos provinciales, salvo Santa Fe, triunfaron electoralmente. Doce gobernadores expresaron su adhesión a la fórmula Fernández-Fernández de Kirchner. La emblemática Buenos Aires cuenta con una candidata traccionadora de votos en soledad, no junto a la fórmula presidencial Macri-Pichetto. De imponerse María Eugenia Vidal a Axel Kicillof en estas condiciones, pasaría a ser un hecho absolutamente histórico. De perder Mauricio Macri la provincia de Buenos Aires junto a las otras provincias no afines, de ser reelecto evidenciaría una debilidad manifiesta a la hora de protagonizar las reformas importantes que dice tener en agenda. Debo aclarar que perdiendo Buenos Aires sería una hazaña ganar el país.

En el caso de Alberto Fernández, quien cuenta con el beneficio de la duda, dado que nunca gobernó, parece preferir ser autor de su propia campaña y se lo observa cómodo hablando de lo productivo, en un claro mensaje al interior del país y a las potencialidades de una Argentina que necesita arrancar. Pero disminuye la eficacia cuando debe explicar el pasado tanto judicial de su compañera de fórmula —él dice creer en su inocencia— como los posicionamientos del Gobierno de Cristina Kirchner a nivel internacional. Para captar votos del centro sus incursiones recientes a Brasil y Uruguay no gravitan a la hora de conquistarlos. Así como también queda tibio con respecto a la situación en Venezuela y mucho más, después del informe de la ONU elaborado por la ex presidente Michelle Bachelet, acerca de las siete mil ejecuciones producidas por el gobierno de Nicolás Maduro.

Los pueblos y los hombres que están a la altura de los tiempos y las responsabilidades que les tocan se mueven por proyectos. Por eso se vuelve imprescindible que los principales candidatos expongan, no sobre sus políticas a aplicar en los primeros cien días de gobierno, sino los planes a largo plazo que Argentina necesita para salir de esta parálisis y responder a los interrogantes planteados al principio de este análisis. Si la campaña sigue transcurriendo con el pasado como actor principal, esto solo reafirma al electorado fiel, no al esquivo. Si a los hoteles de Cristina Kirchner se le contesta con el Correo de Macri, es probable que se incentive el voto en blanco.

Dice San Agustín: «En lo esencial, debe haber unidad; en lo accidental, libertad y en todo, caridad». Hay un hacedor de esta frase, silencioso pero efectivo: Juan Carr, quien ante la 7251 personas en situación de calle solo en Capital Federal, a las que el frío mata o el monóxido de carbono las duerme para siempre, logró que River Plate abriera sus puertas y tras esta acción muchos otros clubes y cultos de la Argentina toda hiciesen lo propio. Una vez más la gente hace lo que la política con todos los recursos no realiza. La solidaridad contagia. Mientras tanto la política está muy distraída y preocupada en sus quehaceres de poder. Los hacedores reales no figuran en spots electorales, son los Juan Carr que la gente siente a su lado intentando suavizar parte de sus dolores.

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María Herminia Grande

Periodista. Analista política