Condenaron a 20 años de prisión a violador serial

Pablo Nicolás Barreto aceptó ser culpable de la docena de hechos que le achacaron haber cometido entre enero y julio de este año.

Pablo Nicolás Barreto tiene 24 años y ayer admitió ante un tribunal ser el autor de una docena de violaciones contra mujeres jóvenes y la comisión de otros delitos, ataques que cometió entre enero y julio de este año en distintos barrios de la ciudad. Así, en el marco de un juicio abreviado homologado por los magistrados Héctor Núñez Cartelle, María Chiabrera y Pablo Lanzón fue condenado a 20 años de prisión como autor materialmente responsable de robo simple, privación ilegítima de la libertad, amenazas, robo calificado, abuso sexual en grado de tentativa, abuso sexual con acceso carnal, robo calificado con arma de fuego no hallada, abuso sexual en grado de tentativa y robo simple en grado de tentativa.

El 21 de julio Barreto había sido imputado por la jueza María Trinidad Chiabrera, quien le impuso la prisión preventiva por el plazo de ley al considerar más que probatorio lo reunido en la pesquisa por la fiscal Alejandra Raigal, de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual.

Las pruebas

En aquella audiencia se evaluó el resultado de la ronda de reconocimiento sobre el imputado, donde fue señalado por siete de las ocho víctimas que se habían tenido en cuenta hasta ese momento. También se consideró el modus operandi del acusado (siempre repetido), la vestimenta y la moto usada por Barreto en cada oportunidad. Los muñecos que Barreto robó en uno de los hechos denunciados y que se encontraron en su casa fueron otra de las pruebas acusatorias como las filmaciones públicas y privadas de cámaras de videovigilancia que lo ubicaban en los sitios donde las denunciantes habían denunciado haber sido atacadas.

Aquel día se supo que en cada una de las denuncias, hechas en su mayoría a medida que sucedían los hechos, las víctimas sostenían que el atacante era un hombre joven, con una cicatriz en su pómulo derecho que casi le atraviesa la cara y que se manejaba en una moto de entre 110 y 125 centímetros cúbicos, que tenía una caja blanca como las usadas para delivery ya que el abusador trabajaba en una pizzería de Zeballos al 2000.

A partir de ello la fiscal Raigal ató cabos y comenzó la investigación a partir de una filmación. En ese registro se apreciaba la moto y una patente que tenía tapados un número y una letra. Pero además, Barreto cometió un error que le significó la caída. En el transcurso de la pesquisa regresó a uno de los locales donde había robado. Allí atendía ese día la madre de una de las víctimas que, ante la duda de si era quien había ingresado a robar unos días antes según se lo relatara su hija, anotó la patente de la moto. Ante la consulta al Registro de Propiedad Automotor se llegó al joven condenado y a su domicilio, donde lo apresaron el lunes 18 de julio.

Los casos

De acuerdo a la acusación llevada adelante por la fiscal Nora Marull, de la Unidad de Delitos Contra la Integridad Sexual, Barreto fue hallado culpable de los siguientes hechos:

• 9 de enero: A las 11 de la mañana ingresó a un comercio de Buenos Aires al 3400 y obligó a la víctima a que se dirija al baño del local privándola de su libertad al atarla de manos y pies además de taparle la boca con una cinta. Tras ello se apoderó de 1.500 pesos y se fue del lugar no sin antes intentar abusar sexualmente de la joven.

• 21 de marzo: alrededor de las 9.30 en calle Santiago entre Saavedra y Uruguay, Barreto se escondió detrás de un árbol con su moto. Cuando una joven pasó por allí se aproximó hacia ella amenazándola con que ya la agarraría. La chica corrió y pidió ayuda a vecinos poniéndose a resguardo. Según denunció la mujer, previo a ese día en al menos otras cuatro oportunidades el condenado la había esperado cuando llegaba de su trabajo y la amenaba.

• 15 de abril: poco después del mediodía Barreto ingresó a un local de Rodríguez al 1200 y le dijo a la vendedora que tenía un arma de fuego. Así, bajo amenazas, obligó a la víctima a ir hacia un pasillo que conduce al baño del comercio donde la ató con precintos en el cuello, las muñecas y los tobillos. Luego sustrajo mil pesos de la caja registradora del lugar y le robó el celular a la empleada a la que intentó bajarle los pantalones. La resistencia de la joven y sus gritos lo pusieron en fuga.

• 14 de mayo: alrededor de las 13.15, en pasaje Blanque y Mitre, el condenado abordó a su víctima cuando la misma estaba por subir a su auto y tras exhibirle una pistola le exigió la entrega de sus pertenencias. Además, en el mismo vehículo, abusó sexualmente de la mujer.

• 20 de mayo: cuando caía la tarde Barreto entró a un comercio de Sarmiento al 4300, a metros de la comisaría 15ª, simulando ser un cliente. Tras ello amenazó a la joven víctima simulando tener un arma de fuego y la redujo privándola de su libertad. Después tomó todo el dinero que había en la caja y abusó sexualmente de la chica. Este caso fue el primero que trascendió públicamente y condujo, gracias al testimonio de la víctima (ver aparte), a que se empiece a investigar el accionar del violador y llevar a que otras mujeres que habían sido atacadas presentaran sus denuncias.

• 6 de junio: cerca de las 13, en un comercio de Virasoro y Suipacha, Barreto repitió su ardid. Entró como cliente, simuló tener un arma de fuego y como la víctima notó que no era más que un teléfono celular lo que empuñaba el agresor se trabó en lucha con él obligándolo a escapar sin poder consumar el robo. El condenado se subió a una moto y escapó del lugar.

• 10 de junio: a media mañana, en Mitre y pasaje Casablanca, en la zona sur de la ciudad, Barreto ingresó a un comercio simulando ser un cliente para luego, y esa vez sí portando un arma de fuego, reducir a la víctima atándola de pies y manos e intentar abusar sexualmente de ella. Como no logró su cometido ya que escuchó un ruido y presumió que había otra persona en el lugar huyó del sitio sustrayendo previamente dinero en efectivo de la caja.

• 12 de junio: poco antes de las 12, en un local de San Nicolás al 300, el imputado ingresó simulando ser un cliente pero con un arma de fuego redujo a la víctima atándola de pies y manos, sustrajo 5 mil pesos en efectivo y pertenencias de la víctima para luego intentar abusar de ella. La mujer logró zafarse de las ataduras, tomó una tijera y logró echarlo del lugar, de dónde Barreto escapó en una moto con la caja blanca de delivery.

• 24 de junio: a las 19.30, en un local de Uruguay al 1100, el imputado ingresó como si fuera un cliente. Una vez solo con la empleada le dijo que se trataba de un robo y le sustrajo dinero y sus pertenencias sin que esa vez se registre un intento de abuso.

• 26 de junio: en un local de Londres al 3300 Barreto se apoderó de unos 5 mil pesos en efectivo y tras exhibir un arma de fuego violentó sexualmente a la mujer que atendía el comercio.

• 27 de junio: al mediodía, en San Nicolás al 300, el abusador ingresó a un comercio con intenciones de robar. Trasladó a su víctima hacia otro ambiente del local donde la maniató y la violó. Antes de irse sustrajo el dinero en efectivo que había en la caja.

• 10 de julio: a las 9.30, en España al 3800, Barreto ingresó a un negocio y haciendo ademanes de que tenía un arma de fuego le exigió a la victima dinero en efectivo y diferentes productos, entre ellos los juguetes secuestrados en su casa, para luego darse a la fuga en la moto.

«si, soy culpable». Con esas palabras Pablo Barreto admitió ante los jueces su participación en las violaciones.

«Si no lo denunciaba iba a quedar impune»

Sofía es una joven víctima de Pablo Barreto. Fue la única de las mujeres atacadas que estuvo presente en la audiencia imputativa desarrollada en julio. Entonces dijo: «Vine porque si yo no empezaba y denunciaba ésto, tenía la idea de que iba a quedar impune. Tengo mucho miedo, salgo acompañada a todas partes. Lo vi y noté que no mostraba signos de nada, cómo si él no hubiera hecho nada. Es muy fuerte tenerlo enfrente. Te aterra, por eso yo no quería que me viera. Por mí que no salga nunca más. Dejé de trabajar, no me puedo manejar sola, cambió mi vida de un día para el otro. Esto te gasta la cabeza, te destruye». (La Capital)