Los bancos serán los grandes ganadores si Milei es presidente

Qué dicen las cotizaciones de las acciones de los títulos privados que cotizan en la Argentina y en Wall Street. Es bien conocido que los mercados detestan la incertidumbre.

Es posible que el Mercado de Valores no esté dimensionando adecuadamente la extraordinaria revalorización que un hipotético triunfo de Javier Milei en las elecciones presidenciales debería ocasionar en los precios de los principales papeles cotizantes.

La instintiva y temperamental reacción de los dos primeros días posteriores a la realización de las PASO, mostró una volatilidad inusual, con fuertes bajas en los precios de los ADR nacionales en las pizarras de Wall Street.

Este hecho, muy probablemente haya obedecido a la percepción de un cambio, desde una situación de riesgo elevado, implícito en las cotizaciones anteriores, hacia un escenario de incertidumbre, que puede asimilarse con un nivel de riesgo aproximándose a infinito.

En el mundo de las finanzas, es bien conocido que los mercados detestan la incertidumbre. Suele decirse que se prefiere lo malo a lo incierto. Un grado finito de riesgo, aunque sea muy elevado, es asegurable, mediante una prima. La incertidumbre o el riesgo infinito, en cambio, no lo es.

Javier Milei es percibido, en el mundo de las finanzas internacionales, quizás injustamente, como alguien que no aporta ninguna certeza, a pesar de que ha explicado como ningún otro candidato, sus propuestas económicas.

Es de esperar que sus palabras, en las próximas semanas, brinden a los operadores las certezas que hasta hoy consideran insuficientes.

No es razonable pensar que un hipotético gobierno del candidato liberal pueda ocasionar, en el mediano plazo, una desvalorización del capital y/o de la deuda de las empresas o del Estado Nacional.

El fuerte acento que, seguramente, su gobierno pondría en el respeto a los derechos de propiedad, típico del liberalismo, y el fuerte ajuste fiscal que caracterizaría su gestión, debería ocasionar una baja, hasta su casi desaparición de la emisión monetaria inflacionaria.

La consecuente menor inflación, debería provocar un fuerte incremento de la inversión y el consumo, mejorando la recaudación, lo cual facilitaría, a su vez, el comienzo de una disminución de la presión tributaria, que bajaría los costos y aumentaría los beneficios de las empresas.

Este proceso, iniciaría una nueva ronda de mejora en la inversión y el consumo, lo cual daría lugar a un círculo virtuoso de crecimiento con mejora social.

Si bien puede parecer idílico, no debería olvidarse que en el resto del mundo, incluso en muchos de nuestros vecinos de Sudamérica, este escenario es moneda corriente. Muchos de ellos no cuentan con recursos naturales y/o humanos de la calidad de los existentes en nuestro país y, sin embargo, nos superan en crecimiento y baja inflación.

Aún con sólo una pequeña dosis de buena economía, esto es, austeridad fiscal y moneda sana, los motores productivos deberían comenzar a funcionar a pleno, permitiendo alcanzar, en pocos años, niveles muy superiores de progreso y bienestar.

En este marco, como se dijera anteriormente, los valores de las empresas argentinas deberían ubicarse varios múltiplos por encima de los actuales.

Debería recordarse que los precios de las compañías, suelen ser estimados mediante la utilización de una función con dos variables: ganancias actuales y futuras, por una parte y costo de oportunidad, por el otro.

El aumento en las expectativas de utilidades futuras y la baja del riesgo país, como consecuencia de las políticas que se llevarían a cabo, deberían provocar un bull market de dimensiones inusuales.

A esto debería sumarse, entre otras reformas estructurales, la casi segura implementación de una reforma laboral que pondría en vigencia una nueva forma de resarcimiento de los despidos sin causa, basado en el libro de Teddy Karagozian, “Mochila Argentina”. En entrevistas recientes, el candidato presidencial dejó entrever que esta propuesta es de su agrado y que está dispuesto a implementarla en su futuro gobierno.

Se trata de un sistema utilizado exitosamente en Austria desde 2003, que amplía derechos laborales y brinda certidumbre sobre los costos de despido, permitiendo, de esta manera, una mayor contratación y un aumento del valor de las compañías, gracias a la eliminación de los gruesos pasivos laborales contingentes que pesan sobre ellas en la actualidad.

Debería esperarse, entonces, un incremento muy sólido en la demanda de crédito para inversión en activos fijos y en capital de trabajo. En este esquema, los bancos argentinos podrían comenzar a cancelar parcialmente el stock vigente de Leliqs y Pases, a fin de destinar estos fondos a financiar la nueva demanda de crédito del sector productivo.

El alivio por la baja del riesgo de estallido de la “bomba de Leliq” y el alejamiento del tan temido “Plan Bonex” brindarían, lógicamente, un fuerte envión a la confianza en el nuevo gobierno.

Encuestas recientes entre ejecutivos de finanzas, dan cuenta que un eventual triunfo de Javier Milei implicaría una oportunidad de compra sobre activos financieros argentinos. Los papeles preferidos por estos expertos son los del sector energético y los títulos públicos en dólares del estado nacional, siendo el más citado el AL30.

También se mencionan aquellas compañías de servicios públicos, que verían revisado su esquema tarifario y también las ligadas al sector primario, que se beneficiarían con una eventual eliminación de las retenciones.

El principal perdedor de estos sondeos es el sector bancario. Se mencionan como motivos disuasorios de su compra, la fuerte exposición al sector público, que se encuentra en una virtual quiebra, y la floja demanda de crédito existente en la actualidad.

Se considera, además, que las propuestas de eliminar el Banco Central y la creación de la Banca Simon, si se llevaran a cabo, dejarían a los Bancos Comerciales sin ninguna función útil que les permita ganar dinero.

Sin embargo, esta opinión no parece tener mucho sustento. Muy por el contrario, al fuerte aumento en la demanda de crédito que mencionáramos anteriormente, deberían sumarse otros argumentos, que expondremos a continuación.

La Banca Simon, implica crear dos categorías diferentes de entidades financieras, que deberían convivir al interior de las actuales. Los Bancos de Depósito prestarían servicios y cobrarían comisiones. Los saldos en cuentas corrientes tendrían un encaje del 100 % y no podrían, por lo tanto, ser prestados.

Impulso al mercado de capitales

Contrariamente al argumento de la virtual desaparición del préstamo bancario, este sería prácticamente infinito, puesto que las entidades podrían colocar todo tipo de instrumentos en el Mercado de Capitales y represtarlos con un spread conveniente.

Entre otros, aparecería, una vez que la inflación sea domesticada, la posibilidad de colocar papeles de largo plazo, securitizando las hipotecas, que volverían a ser demandadas, tal como ocurriera, por ejemplo, durante la convertibilidad de la década del 90 del siglo pasado.

Grupo Financiero Galicia es el Banco más líquido del mercado local y su floating es, también, el más elevado del panel líder. Durante muchos años ha sido el papel más negociado en la Bolsa local, pero ha sido desplazado, más recientemente, por YPF, la nueva joya del sector energético.

En medios financieros internacionales, las recomendaciones de compra de empresas argentinas alcanzan sólo a unas pocas compañías muy sólidas del sector de petróleo, gas y electricidad.

Grupo Galicia y el resto de los Bancos tienen hoy fuertes recomendaciones de venta. Esta podría ser una oportunidad histórica de compra si se está dispuesto a esperar, como mínimo, un par de años, a que las reformas del nuevo gobierno rindan los frutos esperados y el sector financiero alcance una revalorización de múltiplos muy elevados.

El valor de todos los Bancos argentinos sumados es inferior al de cualquier Banco mediano Brasileño. A modo de ejemplo, Galicia vale 4 billions, Bradesco 31 e Itaú 50.

En décadas anteriores, la puerta de entrada al Mercado local por parte de grupos internacionales fue siempre el sector bancario, siendo Galicia el más demandado, por su elevada liquidez y su respetable floating.

La codicia es un arma poderosísima y debería aparecer mucho antes de lo que se espera. Aunque los capitales foráneos fueron escaldados reiteradamente, unas pocas gotas del trillonario volumen de fondos internacionales, dada la escasa dimensión del mercado local, provocaría un diluvio en las costas locales, que haría subir todos las embarcaciones, aún las más débiles y encalladas.

Una vez más, como tantas otras en el pasado, debería ignorarse la voz de los “expertos” de Wall Street, y apostar unas fichas al “patito feo” de la Bolsa Argentina.

Se espera que el sector petrolero, crezca de 500.000 a 1 millón de barriles diarios en los próximos cinco o diez años, duplicando su producción, para lo cual deberá invertir decenas de miles de millones de dólares.

Los Bancos, en cambio, de la mano de las nuevas tecnologías y de la digitalización de las transacciones, pueden ver crecer sus negocios en diez o cien veces, con niveles de inversión relativamente pequeños.

En síntesis, Vaca Muerta es y será un gran negocio y los inversores deberían comprar acciones de las compañías que operan en ellas, pero no deberían soslayar a los Bancos, que muy probablemente superen en rentabilidad a las primeras, una vez que los beneficios de la libertad multipliquen los negocios rentables de la economía argentina.

Todos los proyectos requieren financiamiento, vía crédito o capital, y allí estará, una vez más, el sector que tiene como función intermediar entre ahorro e inversión, ganando dinero, de paso, para sus accionistas. No existe en el mundo otro rubro que tenga una disponibilidad de materia prima para crecer como el bancario.

El dinero boyante en el mundo, en busca de oportunidades rentables de canalización de recursos financieros alcanza dimensiones casi infinitas. Y el intermediario que las canalizará es, obviamente, el sector bancario.

Suena muy atractivo hacerse propietario de un pedacito de este negocio y sentarse a esperar que el tiempo y el interés compuesto hagan su trabajo. “Por los frutos conoceréis al árbol”, dice la cita bíblica.

Más cotidianamente, podría agregarse: “si el árbol es mío, también lo serán sus frutos”.

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Jorge Bertolino

Economista