Philip Dick, una vida inmersa en la realidad transformada en una pesadilla

A tres décadas de su muerte, una vez más, se reconoce el talento de Philip Kendred Dick (1928-1982) con la reedición de algunas de sus obras en la que la realidad de cada día se transforma en una pesadilla.

Los amantes de la ciencia-ficción valoran en su justa medida literaria, el reconocimiento que se le hace de esta manera a uno de los literatos que más imaginación demostró hasta su fallecimiento a los 53 años.

Debió ganarse la vida escribiendo apresuradas novelas para poder pagar sus cuantiosas deudas, mientras sus contemporáneos lo trataban como a un simple adicto que atormentado, sentía que perdía su talento a medida que su muerte lo acechaba, mientas escribía acerca de mundos hostiles en desintegración.

Dick publicó “Regreso a Liliput” su primer cuento a los 14 años y nueve años más tarde, ayudado por Tony Boucher logra vender su primera obra profesional: “Roog”, en 1953; donde se comienza a notar su tendencia a sentir empatía por los demás, fundamentalmente por los más desprotegidos enfrentados a circunstancias claramente desfavorables.

En sus veintisiete años como escritor, sin descanso, intentó introducirse en la mente de otra persona o en la de otra criatura para poder ver a través de sus ojos, para diferenciarla del resto de la humanidad.

Por “Aquí yace el Wub”, su primer cuento publicado en julio de 1952 en Planet Stories, a la que calificaba como la “más deleznable de las revistas baratas que se vendía en aquel tiempo” fue criticado por el dueño de la disquería en que Philip trabajaba cuando se la intentó comercializar para hacer un poco de dinero extra.

Es triste decirlo, pero era una realidad: en Estados Unidos la ciencia-ficción no era un género apreciado y para colmo era mal pagada, siendo despreciados por sus pares los escritores que se dedicaban a ella.

“Ser escritor de ciencia-ficción era un acto de autodestrucción” opinaba Dick, aunque seguía tecleando obras en su máquina de escribir.

Con nostalgia recordó siempre esos días de su vida, a los que consideró los mejores, a pesar que económicamente su existencia de casado por segunda vez era un desastre junto a su esposa Kleo con la que vivía contando cada centavo de dólar cada vez que compraba carne picada de caballo para almorzar o cenar.

En su primera época Dick esbozó situaciones “extrañas y ausentes de superhombres”. Sus protagonistas esenciales eran sólo hombres en situación crítica que no apelaban a falsos heroísmos y que sobrevivían gracias a su lucha permanente.

La manipulación del tiempo –una creación humana- y una realidad impuesta por terceros desembocaron en su primera novela: “Lotería Solar” (1955), con la que comienza a destacarse y a sorprender entre los escritores del género.

Logró adaptarse a la colección de ACE-Double, de Donald Wolhein, en la que tenía que escribir un máximo de 6.000 líneas. Ni una más.

Un año más tarde explotó la producción Dick y así nacieron “El tiempo doblado”, “Planetas morales”, “Ojo en el cielo”, “Muñecos cósmicos”, “Tiempo desarticulado” y “Vulcan´s Hammers”, donde sus obsesiones aparecieron con claridad meridiana: la manipulación de la opinión pública, el abuso del poder, la paranoia y el armamentismo.

Philip, -como lo llamaban sus colegas en las reuniones interminables- estaba muy preocupado por la persecución del ciudadano común que se expandía como una pandemia en Estados Unidos. Su posición estaba muy clara respecto de esas cuestiones y las había expresado en los cuentos “Los marcianos llegan en oleadas” (1954) y “El fabricante de capuchas” (1955), en los que la intolerancia y el autoritarismo eran la razón de ser del cuento.

El se rebelaba y lo hacía escribiendo ciencia-ficción, en la que se preguntaba si era real el universo o si somos todos humanos reales o máquinas basadas en movimientos reflejos.

Gana el premio Hugo en 1963 con “El hombre en el castillo” escrito un año antes, momento en que los críticos asumen que Dick inicia su período de madurez.

A partir de allí producirá sus obras más respetadas: “Tiempo marciano” (1964); “Los tres estigmas de Palmer Eldritch” (1965); “Aguardando el año pasado”(1966); “Sueñan los androides con ovejas eléctricas” (1968) y “Ubik” (1969).

Precisamente sobre “Ubik”, Stanislaw Lem, -otro de los grandes de la ciencia-ficción sobre el que no referiremos en otra oportunidad-, escribió un ensayo magistral en el que definía a Dick como un visionario que como nadie escribió sobre “la conversión del orden del universo en deterioro y ruinas ante nuestras narices. En un mundo plagado de locura, donde aun la cronología de los sucesos está sometida a las convulsiones y en las que solo los hombres conservan la normalidad”.

En el experimento literario de Dick solamente la psicología de los personajes no es fantástica. Los personajes luchan hasta el final contra el caos, cuyo origen es insondable.

Drogas y mundos paralelos resultan para Dick los agentes disociadores y de ellos surgen finales donde la dificultad surge con la imposibilidad de distinguir entre la realidad de la vigilia y las visiones de los personajes.

El escritor Brian Aldiss dice de Dick que “es subversivo por naturaleza” y “tiene una cualidad frecuente en los grandes: humildad. Parece mantenerse abierto y vulnerable como escribe sobre gente pequeña y vulnerable.”

Lamentablemente, con su obra, también crece su fama de adicto, en primera instancia debido a un comentario de Harlam Ellison en sus “Visiones Peligrosas (1967)[1]; y luego por la mención permanente de la heroína en sus novelas.[2]

En la recopilación de Ellison[3], Dick publicó uno de sus cuentos más conocidos: “La fe de nuestros padres”, en donde se conjugan sus preocupaciones principales, esto es el uso de la droga y la tecnología.

Incluso en su novela póstuma “Radio Libre Albemut” (1985), hay una declaración sobre la cuestión que nos ocupa: “Mi verdadero conflicto en torno a las drogas se produjo cuando Ellison, en su antología dijo en una introducción a un relato mío que estaba escrito bajo la influencia del LSD, lo cual, naturalmente, no era cierto”.

El rumor persistente indicaba que la obra debió ser terminada por otro escritor.

Luego de permanecer inactivo regresó con “Una mirada a la oscuridad” (1977) y “Fluyan mis lágrimas, dijo el policía” (1974). En la primera volcó sus experiencias con la droga en la década del 70, en la que vivió experiencias a las que el mismo calificó de espantosas. En dos años perdió hasta su casa y las chicas de la calle lo dejaron como Adán en el paraíso.

En 1975, utilizando las experiencias de su tercer matrimonio publicó “Confesiones de un artista crápula” e hizo luego otro trabajo narrativo con Roger Zelazny, donde el enfrentamiento de dos religiones tras un holocausto nuclear que devasta La Tierra es el tema elegido.

En 1974 tuvo una extraña experiencia y a partir de allí se consideró depositario de verdades metafísicas que le había transmitido una entidad cuasidivina que él denominaba Vasto Sistema de Inteligencia Viva Extraterrestre, que volcó en su libro “Valis” junto a viejas obsesiones y experiencias personales.

El estreno de Blade Runner, la película basada parcialmente en su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? no llegó a ser vista por Dick debido a que murió al poco tiempo de su proyección..

Luego aparecería “Terminator” con sospechosos vínculos con los temas preferidos de Dick y un gran parecido a “La Segunda Variedad” (1953), un cuento de su primera etapa, ocurriendo luego lo propio con “El vengador del futuro”, basado en “Podemos recordarlo por usted” (1967)

Aclamado en vida por sus contemporáneos, no fue reconocido por el público antes de su muerte, pese a que soñó ser considerado como un escritor serio y no como un “lunático” consumidor asiduo de anfetaminas en grado tal que llegó a desarrollar una paranoia que a principio de los 70 hizo que escribiera al FBI para denunciar a académicos y críticos literarios como agentes infiltrados de la KGB que querían apoderarse del género de la ciencia ficción de Estados Unidos.

[1] Biblioteca de la ciencia-ficción. Una publicación culto entre los seguidores de ese tipo de literatura.

[2] The World Jones Made (1956), entre otras de sus obras.

[3] Biblioteca de la Ciencia Ficción.Visiones Peligrosas. Tomo II, Pág. 23.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com