Denuncian violencia institucional en la comisaria segunda de Rosario

Un nuevo caso de violencia institucional se hace visible. Esta vez se trata de una golpiza a un joven de la ciudad de Rosario, que fue detenido sin causas por efectivos de la comisaría 2°, y encerrado por más de 8 horas en una celda incomunicada.

El día miércoles 4 de febrero, alrededor de las 4 de la madrugada, dos móviles de la policía santafesina interceptaron y detuvieron a Victor F., albañil de 34 años, por “portación de cara”, y lo trasladaron a la Comisaría 2°, de Paraguay 1123. Después de revisarlo, y sacarle los cordones de las zapatillas, lo dejan en una celda, sin permitirle comunicarse con nadie del exterior.

Cinco horas después, lo llevaron a la sala de espera: Victor, pensando que todo iba a terminar pronto, pidió un poco de agua. Se la dieron, y lo trasladaron de vuelta a una celda.

En el calabozo triangular “sin luz, sin agua y con olores nauseabundos”, como él mismo describe en la denuncia, volvió a sentir sed, pero esta vez junto con el vaso de agua viene un policía alto, de pelo peinado hacia el costado, que se presenta como El Jefe.

El Jefe, que rondará por los 55 años, empezó a gritarle: “Mencionaba todo el tiempo que quién mandaba en ese lugar era él. Que él era el jefe”, dice Victor.

Enseguida comenzó a pegarle con un palo largo de madera, más grande que un palo de escoba. Victor se cubrió con los brazos, y después se subió a un banco de cemento: resultado de eso sus brazos y piernas quedaron lastimadas, y algunas heridas sangraban profusamente. “Todo esto El Jefe, lo hacía gritándome; yo le pedía que parara… Me repetía todo el tiempo que él era El Jefe.”

Cuando por fin se detuvo, se fue sin decir más, y nunca más volvió. Victor quedó en compañía de un detenido que dijo estar ahí por una estafa.

Alrededor de las 10.30, ese detenido se retira y Victor estuvo solo hasta el mediodía, cuando la única oficial que se identificó durante todo el proceso, lo llevó a una oficina y le hizo firmar “unos papeles que no leí, porque no me dieron opción, y no estaba en condiciones físicas y psíquicas… Desconozco que fue lo que firmé”. Después de tomarle las huellas dactilares, lo liberaron.

Como él mismo remarca en la denuncia los defensores penales de turno nunca fueron notificados, ni por parte de la comisaría, ni de la fiscalía de turno. “Asimismo también informo a esta fiscalía que mis necesidades fisiológicas las debía hacer en el mismo calabozo donde me encontraba… No se me permitió hacer ninguna llamada telefónica”, detalla Victor en la denuncia presentada.

Tampoco le permitieron ser visto por el médico de la policía para constatar las lesiones, desoyendo las órdenes de la fiscal de turno, la Dra. Vega.

Este nuevo caso vuelve a llamar la atención sobre el vergonzante accionar de las fuerzas de seguridad de la provincia, que detiene y apalea jóvenes casi se diría “por deporte”, si no fuera también una forma de control social, una manera de hacerse temer para poder continuar con sus negociados mafiosos que ya todos conocemos.

Esta vez fue en la comisaría 2°, pero este tipo de casos se repiten en cada una de las seccionales de nuestra ciudad y nuestra provincia. Desde la Campaña Contra la Violencia Institucional llamamos a denunciar y hacer conocer estos atropellos para por una vez decir BASTA de abuso policial. Será justicia.