Milicianos chiíes intentan despojar Ramadi de fuerzas yihadistas

Las milicias chiíes, que luchan codo a codo con militares que responden a Irak, al momento de gestarse esta columna intentan frenar al Estado Islámico comandan la operación que tiene como objetivo recuperar la provincia de Al Anbar –suní- que se encuentra en poder del Estado Islámico (EI), con lo que, de lograrse el propósito apuntado, arrebatarían Ramadi a los yihadistas.

Las agencias internacionales sostienen que el embate chiíta ha sido denominado “Operación Labaik Ya Husein y está a cargo de las unidades de Movilización Popular, en coordinación con las fuerzas armadas iraquíes”.

El Ejército y esas unidades, compuestas de voluntarios esencialmente chiíes, lanzaron la ofensiva para recuperar Ramadi, la capital de Al Anbar, a un centenar de kilómetros de Bagdad. Ahora, sin embargo, bajo la dirección de las milicias, se ha ampliado la operación para asegurar los accesos desde la vecina provincia de Saladino, donde el EI trata de hacerse con la refinería de Baiji y asedia las rutas de abastecimiento.

Las ruinas de la ciudad siria de Palmira, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, no han sufrido daños desde que el Estado Islámico (EI) se hiciera con su control hace una semana, informó el director general de Antigüedades y Museos de Siria, Maamún Abdelkarim.

Según ha afirmado a varias agencias, trabajadores de su departamento en la ciudad le han comunicado que “están todos bien y las ruinas no han sufrido ningún destrozo”. No obstante, Abdelkarim se ha mostrado preocupado por futuros daños.

El propósito de los chiíes es “la liberación de Saladino y sitiar Ramadi, antes de liberarla”, ha asegurado un vocero militar. “Creemos que no llevará mucho tiempo”, añadió.

El desempeño de esas milicias en varias zonas del norte del país ha probado su eficacia en el combate. El problema es el precio. Aunque tras la reconquista de Tikritno se han tenido noticias de violaciones de derechos humanos como las denunciadas por Amnistía Internacional y Human Rights Watch en otras zonas, su creciente peso no sólo suscita recelos sobre la influencia de Irán, sino que hace el juego a la pretensión del EI de ser el único defensor de los suníes.

La expresión Labaik Ya Husein, que en árabe significa “A tus órdenes Husein”, es una invocación a una de las figuras más reverenciadas por los chiíes, un nieto del profeta Mahom, muerto en la batalla que desató el cisma entre ellos y los suníes en el Islam.

Moin al Kadhimi, portavoz de la Organización Badr, una de las más destacadas milicias chiíes, ha precisado que la reconquista de Ramadi estará dirigida por los “hijos” de la ciudad, es decir, suníes. Pero, tal como sucediera en Tikrit, está por ver si logran más que un puñado simbólico de combatientes locales.

El gobierno iraquí tiene prisa por recuperar Ramadi, cuya pérdida ha sido el mayor revés militar desde el nombramiento de Haider al Abadi como primer ministro a finales del verano pasado.

Al Abadi, que ha prometido echar al EI de esa ciudad en días, aceptó implicar a los paramilitares, algo a lo que se había resistido hasta ahora por temor a herir la susceptibilidad local.

La tensión por la incapacidad del Ejército para defender la capital de Al Anbar ha revelado diferencias con Washington. La Casa Blanca esperaba que Al Abadi fuera capaz de ganarse el apoyo de las fuerzas tribales suníes en esa provincia, como los Marines norteamericanos hicieron en 2008 para derrotar a Al Qaeda. El primer ministro, por su parte, ha pedido más ayuda internacional para hacer frente al EI.

Algunos observadores apuntan que la caída de Ramadi no sólo plantea dudas sobre la estrategia iraquí, sino también sobre la de EE. UU.

Los más de 3.000 bombardeos aéreos de la coalición que dirige no han impedido que el EI consolide el califato que proclamó el año pasado entre Irak y Siria.

Analistas militares sostienen que “la decisión de no enviar tropas norteamericanas de tierra ha dejado un vacío que está llenando Irán, la principal fuente de armas y asesoramiento de las milicias chiíes, y el motivo último de la desconfianza de la población suní y de los países árabes vecinos, sin cuya ayuda resulta imposible vencer a los yihadistas.

Un gran número de los 55.000 residentes que según la ONU han huido de Ramadi se está topando con problemas para encontrar refugio seguro. Al parecer, les paran en los controles de acceso a otras provincias por temor a que algunos sean infiltrados yihadistas.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com