Análisis: ¿Cómo fue que Newell’s le simplificó los caminos a Temperley?

Por Axel Rolón (@AxelRolón1)

La igualdad entre Newell’s y Temperley dejó un agujero que continúa en vías de crecimiento. El faltante de volumen de juego fue sin dudas el gran inconveniente de la lepra. En este escenario, ante una falta de demostración futbolística, física y psicológica, Bernardi optó por incluir mayor cantidad de juveniles, al menos en forma parcial.

En el día de ayer, insólitamente se diagramó el mismo equipo que perdió sin atenuantes ante Olimpo (con la excepción
del arquero, el único que ayer sabíamos que no la iba a tener que tocar). En definitiva lo ocurrió ante Temperley, fue tuvo tintes similares a lo que pasó ante el conjunto de Bahía Blanca.

En primer término, las dimensiones del terreno de juego, algo tan viejo como el fútbol. Mayor amplitud de espacios, ante un equipo que achicaba el terreno disponible, se hacía más complicado para el equipo adversario cubrir el campo. Y en segundo lugar, lo más importante a criterio del autor, que es la calidad individual – colectiva del Gasolero.
Temperley planificó un equipo con mucha gente, capaz de abroquelarse hacia atrás tanto como la situación lo demande. Pero era tan endeble como ineficaz ofensivamente. Un equipo que solo dependía de Esparza en materia individual para trasladar, incapaz de prolongar un ataque colectivo. Era previsible que no pudieran sostener la pelota, que el esférico sea materia corriente en el equipo de Bernardi.

Con la circular al piso, era así como Newell’s tenía que jugar. Paciente, con mucha rotación. Durante la media hora inicial, Mugni se hizo cargo a cuenta gotas del equipo, con un notable apoyo de Scocco, el mejor del equipo del Parque.
Aún así, el Rojinegro llegó. Producto de la impericia rival que tenía mediocampistas muy lentos, y, de la movilidad y circulación que propuso Newell’s en diferentes tramos. Sin demasiados fundamentos lo avasalló y controló (penal incluido).

Los minutos corrían y el local no alcanzaba la apertura del marcador. Los tres mediocampistas internos tenían una cuota de responsabilidad. Mugni no era el conductor, intermitente. Mancini, ofrecíó su circulación y predisposición pero no pesaba, y Villalba, el único liberado, era la mejor oferta. Pero claro, no hay nunca que olvidar que tiene las capacidades de un 5 de contención.

En este contexto, desde el banco ingresaron Formica y Figueroa. Ambos hicieron de mediocampistas ofensivos, con apoyos por detrás de Mancini y Villalba. El negocio visitante estaba hecho: se había formado el embudo que querían. Newell’s quedó por afuera con las únicas opciones de Escobar (Casco) y Baez. Por dentro, una superpoblación de jugadores. Todos factores que contribuyen a un nuevo factor de presión: la paciencia.

Tic – tac, el reloj pasa. Pase al costado, la tienen los laterales que se encuentran con mayores espacios que sus compañeros. A la jugada, hay que terminarla rápido para obtener resultados. Centro al área, y simplemente la meta en la vereda de enfrente estaba cumplida. El frontón visitante se cansó de ganar de arriba, no hacía más que hacer pasar el tiempo. Ni siquiera les hizo falta hacer tiempo, no era necesario.

Finalmente el empate fue un castigo. Ahora es tarea de Bernardi. Reacomodar las bases y ver si sigue adelante con el plan llevado a cabo hasta el momento. Teniendo en cuenta que la tenencia de pelota no se traduce en llegadas, y que Maximiliano Rodríguez deambula en la cancha, ¿no será el momento de probarlo mediocampista? La pregunta está hecha, será momento de ver si hay respuesta.