El rompecabezas de la muerte en Rosario (XIX)

La culpa fue de Benito Mussolini

El domingo 28 de octubre de 1923, contra todos los pronósticos, se presentó ante el juez Díaz Guerra de Rosario, José Cuffaro, sindicado como el jefe de la banda que en 1911 tuvo a mal traer a la policía provincial santafesina.

Era uno de los prófugos del asalto al tren de pasajeros nº 20, del Ferrocarril Central Argentino que el 24 de mayo de 1916, procedente de la provincia de Tucumán, había partido de Rosario con destino a Retiro, a menos de 50 km por hora.

Los delincuentes, entre 8 y 10, en ese episodio, se hicieron de la caja de caudales que transportaba el convoy y luego se apoderaron de los bienes de los pasajeros, quienes en una curva en la que el tren circulaba a sólo 5 km /hora, tomaron por asalto el rojo furgón, tras lo cual redujeron a un guarda y dominaron por la fuerza al maquinista, no sin antes obligarlo a aplicar el freno de mano que detenía el transporte.

Dominada la situación, un grupo de asaltantes se dedicó a la caja. El candado fue destruido de un tiro, mientras el resto de los ladrones se apoderaba de las valijas de los pasajeros, así como del dinero en efectivo que tenían y sus alhajas.

En el rompecabezas que minuciosamente intentamos de armar, ya hicimos referencia a las actividades que se dedicaban los mafiosos en Rosario y una de ellas era, preferentemente, el de carbonero.

Precisamente, como consecuencia de las guerras internas ente los mafiosos rosarinos, fue secuestrado el hijo del carbonero Brella, así como el cobrador del Banco Popular Alejandro Aritu, a lo que se agregaron los asesinatos de un carnicero, del rosarino Barnett, debiéndose agregar a la nómina un anciano, cuyo apellido era Semorilla.

Para enero de 1924 la ciudad de Rosario era una especie de centro receptivo de mafiosos de la “Camorra” -como lo es ahora de narcos- napolitana y de los ya jóvenes sicilianos, quienes se unían a los grupos delictivos de sus mayores, que eran perseguidos por el régimen de Benito Mussolini.[1]
A estas alturas, en Santa Fe, los mafiosos estaban divididos en dos sectores: el rural y el urbano, determinando la policía que los pistoleros Campieri y Riccotieri, nacidos en el norte de Italia, fueron especialistas en secuestros extorsivos.

Esos pedidos de dinero circulaban en anónimos cuando Isaías Coronado asumió la jefatura policial de Rosario el 15 de enero de 1924.

El 1º de agosto de 1911, Coronado había formado una comisión para que se dedicara a modificar el reglamento vigente sobre casas de tolerancia, considerando particularmente los aspectos de ubicación y radio de asignaciones, luego puesto en vigencia en el Digesto Municipal del año referido, debiéndose tener en cuenta que la designación del radio de las casas de tolerancia era facultad del intendente.

La situación se volvió crítica para los delincuentes y se vieron precisados a cobijarse bajo el manto de la “omertá”, tema en el que profundizaremos cuando coloquemos la pieza número XX de nuestro rompecabezas.


[1] Osvaldo Aguirre. Op.cit., pp. 28-33-38 y 74. Héctor Nicolás Zinni. La Mafia en la Argentina. Rosario. Ediciones del Viejo almacén. 1996.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com