La primer banda de traficantes de cocaína en Rosario

El rompecabezas de la muerte en Rosario (XXI)

Uniendo las piezas de este rompecabezas tomamos una de ellas y la insertamos entre los episodios de 1930, año en que fue desbaratada la primera organización de traficantes de drogas en Rosario.

La gavilla estaba conformada por Manuel Schneiderman y Luis Kaplan, de nacionalidad rusa; éste último, además, mozo del café Italia.; Antonio Cerviño, dueño de la clínica ubicada en Mendoza al 3300; Carlos Pérez, taxista que tenía su parada en la intersección de Jujuy y Ovidio Lagos y el polaco José Zilberberg, bandejero del café Armenoville, localizado en Pichincha 90.

La desarticulación de la banda se inició cuando Juan Colombo, el 22 de mayo de ese año le pidió a Pérez que le consiguiera cocaína y, éste último, lo hizo a 5 pesos el gramo.

No transcurrieron cinco minutos y el vendedor se encontró rodeado de la policía que estaba esperando que la transacción se concluyera para actuar.

Colombo había sido enviado por el comisario Goyenechea a hacerle una “ratonera” a Carlos Pérez, quien en la Jefatura delató a su proveedor: Bernardo Pudeng, arrestado en la misma esquina que el taxista. Este último entregó en el procedimiento una libreta con la nómina de sus clientes.

Se cae el castillo de cocaína

Posteriores indagaciones derivaron en el arresto de Francisca González, quien a su vez “batió” a Zilberberg. El castillo de cocaína se cayó irremisiblemente, aunque faltaba aún que el juez Trillas ordenara que se interrogara a los dueños de tres locales comerciales del barrio de Pichincha y a un cuarto, ubicado en la zona de Alberdi, en el norte de Rosario. Allí, los detectives detectaron y secuestraron aproximadamente 20 gramos de droga.

El último que ingresó a la oscura sala de interrogatorios fue Cervino, no sólo por proveedor, sino porque, además, se le iniciaron sumarios por ejercicio ilegal de la medicina y por poseer dos identidades.

En el negocio de los estupefacientes Carlos Cúneo y Abel González tenían “acciones” y algunos criollos compartían sus intereses económicos en ese sentido, aunque, asimismo, estos últimos formaban parte de la banca de juego clandestino en alianza con un círculo selecto de españoles, siendo el más famoso de ellos Pedro Mendoza quien explotaba el juego ilegal en calle Pichincha entre Jujuy y Plata. Luego, al crecer exponencialmente en lo económico, adquirió un chalet en calle Mendoza y Guatemala y otro en la zona de Alberdi. Su domicilio legal se hallaba en Estanislao Zeballos entre San Martín y Sarmiento.

[1] Sobre el que se sospechaba su participación en otros delitos, pero sin pruebas.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com