Según testimonios el laboratorio se llevaba mal con el barrio

Vecinos del laboratorio coincidieron en que la actividad de la planta, instalada en el centro de manzana, genera inconvenientes en la zona: ruidos molestos, olor a podrido y problemas en el tránsito, todos denunciados.

El laboratorio Apolo recibía cuestionamientos de vecinos de la zona desde que se instaló en 1997. Antes, en el corazón de manzana donde se levantó el edificio para la fabricación de productos farmacéuticos, había una casona antigua. Las chimeneas crecieron hasta los 30 metros y la producción de suero llevó preocupación a las familias que viven a pocas cuadras del estadio de Central Córdoba. El humo, la baja presión de agua, el olor a podrido que salía de las alcantarillas y las molestias en el tránsito de calle Alem ocasionadas por camiones de carga fueron algunas consecuencias indeseadas que comenzaron con la llegada de la fábrica.
Según contaron ayer vecinos, por casi 30 años Apolo fue denunciado ante la Municipalidad por contaminación, ruidos molestos y entorpecer la vida del barrio. La explosión ocurrió durante la madrugada y evitó así que los escombros y restos del techo de chapa que cubría el depósito y volaron por el aire hirieran a transeúntes. No es menor, ya que el edificio de Apolo está incrustado en el corazón de una manzana donde hay comercios y escuelas. A una cuadra funcionan una secundaria, una primaria y un jardín de infantes. Hasta allí llegaron trozos de diversos elementos como consecuencia de la onda expansiva.

RUIDO FUERTE
Graciela Luis Pasidi se despertó a las 5 por el ruido fuerte. Pensó que era un trueno por el temporal vigente. Al lado, su esposo le llevó la contra y subieron hasta la terraza de la vivienda que comparten de la casa que habitan, en Gaboto al 300. En el lugar encontraron restos de chapas dobladas y escombros. La imagen se repetía en los techos vecinos.
Horas más tarde los Bomberos Zapadores se los llevaron en un camión como parte de la limpieza tras la explosión.
“Las calderas no tenían mantenimiento desde abril. Hace una semana que no trabajaba nadie porque habían avisado que se venía una inspección y como tienen gente en negro y no están en regla les dijeron que no fueran”, contó Pasidi mientras personal de Defensa Civil iba y venía por la zona.
De acuerdo con la versión de la mujer, el siniestro se produjo porque una de las calderas se secó, el guardia se quedó dormido y la alarma del sistema que controla la caldera no funcionó. Esto llevó a que levantara presión y explotara.
“No ocurrió nada más grave porque explotó la caldera más chica y la otra sólo se tumbó por la onda expansiva. No tenían pared de contención con la vivienda lindera”, agregó la hija de Graciela.
En la habitación de esa vivienda lindera dormían el hombre de 62 años que estaba hasta anoche internado en grave estado en el Hospital Eva Perón y su esposa, con heridas de menor consideración.
Los restos del laboratorio Apolo llegaron a la escuela República de Perú, que está a más de 100 metros del lugar donde se originó el siniestro. “Por suerte, la explosión fue en la madrugada porque el tráfico de chicos es muy importante en la zona”, señaló otro vecino y comerciante, que señaló que hay varias instituciones educativas, incluida la sede de la Biblioteca Constancia C. Vigil, en la zona.

LAS DENUNCIAS
“El laboratorio molesta por los camiones de gran porte que entran para cargar por Alem y no se puede transitar. No sólo en horarios de la mañana. Algunas veces cortaban el paso hasta las 14”, explicó otra mujer que miraba con asombro la escena. “Molesta porque mandan agua caliente en las cañerías y las rompen y ocasionando olor a podrido. A la madrugada podés ver cómo sale humo por la alcantarilla de Alem. Están contaminando. Molestan por los ruidos. Molestan porque tienen conexiones clandestinas (comúnmente llamadas robadoras) que nos dejan sin suministro”, siguió.
“No es una empresa seria. No es lugar para tener un laboratorio. Estuvo dos años cerrado. Hace poco empezaron a trabajar. Eran pocos empleados. También tuvieron denuncias por sueros adulterados. No estaba habilitado. Y si tenían habilitación, no había control”, señaló Stella, otra vecina.

LA MÁS AFECTADA
Personal de Defensa Civil y Bomberos despejaron ayer al mediodía la calle del pasaje Drumond, donde estaba la casa del chofer de la Semtur Juan Carlos Sánchez, el peor de los heridos por la explosión.
La esposa de Sánchez, Susana, explicó a este medio que se levantó con la explosión pero ya no estaba en la habitación con su esposo sino en la cocina.
“La onda expansiva me llevó a través de dos paredes”, contó la mujer mientras vecinos la ayudaban a recuperar parte de las pertenencias desparramadas en la calle. “En un minuto se me cayó la vida en pedazos”, agregó la mujer, que fue atendida a la mañana en el Hospital Provincial por una herida cortante en la espalda.
Durante el mediodía había vuelto a lo que quedaba de la casa que compartía con Sánchez, apodado “Charly” y al volante de colectivos de la línea 123.

DE QUÉ SE HABLA
Más allá de los causales que determinen los peritajes, la propia existencia de calderas en el lugar de la explosión supone variados factores de riesgo. Básicamente, una caldera es una máquina diseñada para generar vapor de agua a alta presión, el cual a su vez se genera por una fuente de calor que en ámbitos urbanos es generalmente el gas. El equipamiento, como todo aquel sometido a alta presión, involucra pesadas estructuras de hierro o acero laminado, similares en otra escala a las propias garrafas de gas. Las calderas tienen múltiples usos industriales, entre ellos la utilización del vapor para esterilización de instrumental e insumos hospitalarios. (Notiexpress)