Rosario, ciudad narco: Según La Nación, «Los Monos» quieren manejar la barra brava de Newell’s

En su edición del día de hoy, el diario La Nación publicó un informe a cargo del periodista Germán de los Santos, en donde se detalla el «reacomodamiento» del negocio de «Los Monos», banda local dedicada a la comercialización de estupefacientes que tomó repercusión nacional. Según indica la nota que Cuna de la Noticia reproducirá a continuación, luego de caer presos, perdieron parte del negocio de la venta callejera de drogas y desde la cárcel buscan controlar la barra brava del Club Atlético Newell’s Old Boys.

Germán de los Santos/La Nación

Unas horas antes de ser ejecutado, Maximiliano Larroca recibió una llamada a su celular. «Por matarte me pagan $ 300.000. Si me das 400.000 seguís viviendo», escuchó este muchacho de 25 años, que hacía un mes había salido de la cárcel por portación ilegal de arma de guerra.

La profecía de la familia Cantero -según los investigadores- se cumplió. A Larroca lo mataron de seis tiros en la avenida Pellegrini al 5300 el 27 de julio pasado, y se transformó en la tercera víctima rojo y negra en apenas dos meses. Dos sicarios asesinaron al joven de 25 años cuando bajó de un VW Gol para comprar un medicamento en una farmacia, mientras su mujer lo esperaba en el auto.

Una hora antes de su muerte, había absorbido el respaldo de otros hinchas para comandar la barra de Newell’s, un liderazgo que resultó efímero. Fue el tercer crimen motivado por la lucha por control absoluto del paraavalanchas del Coloso. Se sumó el ataque a balazos el 4 de agosto pasado al edificio donde vive el vicepresidente de Newell’s, Claudio Martínez, quien decidió apartarse de la nueva conducción del club.

Los investigadores ven con preocupación que la banda de Los Monos comenzó a diversificar su matriz económica y ahora disputa la hegemonía de la barrabrava de Newell’s. Hasta que los líderes del clan Cantero fueran detenidos y entregaran el negocio estaba centrado en una red de búnkeres que tenían diseminados en la zona sur de Rosario, los que generaban una recaudación permanente por la venta de una cocaína adaptada a ese mercado popular.

Ahora, a través de nuevos actores de la banda que están en libertad, el grupo tercia con crímenes y aprietes para copar el paraavalanchas de Newell’s, y desde allí recuperar poder y manejar un negocio que atraviesa el narcotráfico, amenazas, aprietes y asesinatos. Los investigadores creen que cada uno en su pabellón, separados por 1150 km, Ariel Máximo Cantero, el Viejo, en Piñero y su hijo «Guille», en Neuquén, mueven los hilos de la banda en este nuevo emprendimiento delictivo. «No estamos ante un problema clásico de barrabravas sino de crimen organizado que muta de forma permanente. Por eso encaramos la investigación como asociación ilícita», aseguró el fiscal y jefe de la Unidad de Delitos Económicos de Santa Fe, Sebastián Narvaja.

Rubén Segovia, de 32 años, es la cara visible de la banda en la disputa por la barra. Este muchacho, al que todos los actores de este entramado mencionan con el sobrenombre de «Tubi», proviene de barrio La Tablada y tiene un lazo de parentesco con el Viejo Cantero, quien está preso desde el 21 de mayo de 2015, en Piñero.

«Segovia ahora está aliado con otros sectores de la barra que no tenían la fuerza para sostenerse como el que encabeza Nelson Saravia», señaló una fuente de la investigación.

El 7 de junio el mismo destino que Larroca corrió su amigo Matías Franchetti, alias «Cuatrero», un joven con un prontuario internacional: en 2012 fue detenido en Portugal con peces gordos de la causa conocida como Carbón Blanco, el mayor contrabando de cocaína a Europa de los últimos tiempos.

Lo había reclutado Patricio Gorosito, condenado a 19 años de prisión, quien construyó un estadio y un hotel en Arroyo Seco, a 30 km de Rosario, para un club sin hinchas que después vendió a Rosario Central por $ 16 millones. Gorosito confesó -en diálogo con el diario La Nación el 11 de junio de 2015- que era «testaferro de Julio Grondona». El crimen de Franchetti configuró una nueva venganza y otro asesinato, el de Jonathan Rosales, un joven de 21 años.

En la disputa por la supremacía de la barra, se impuso el lenguaje de los Cantero: el del sicario que dispara, huye y casi nunca es atrapado. Esta metodología que ubicó a Rosario desde 2013 al tope de las estadísticas de homicidios del país, con el récord de 364 asesinatos en un año.

«Tubi» habla y actúa en nombre de Los Monos y en alianza con otros sectores más tradiciones de la hinchada, encabezados -según apuntaron desde la Fiscalía Regional de Rosario- por Chivo Saravia, el ex lugarteniente de Diego «Panadero» Ochoa, quien hasta el año pasado ejerció el liderazgo de la barra desde prisión.

Está detenido y procesado por dos crímenes: el de Roberto «Pimpi» Caminos, líder de la barra durante la gestión de 14 años de Eduardo López, y Maximiliano «Quemadito» Rodríguez, a quien un sicario le disparó a la cabeza a en una calurosa tarde de febrero de 2013 en la puerta de un banco Macro, pleno centro dela ciudad de Rosario.

Los Monos expandieron sus negocios en el fútbol desde hace tiempo. A través del representante futbolístico Francisco Lapiana, procesado por asociación ilícita en el expediente 913/12, tenían parte del pase del jugador del Atlético Madrid Ángel Correa, quien surgió de la canchita que hoy tiene el mural en honor al «Pájaro» Cantero. Y sus influencias también llegaron al volante Ever Banega, un habitué de los picados en la cancha de Los Monos, en Las Flores.

En medio de este complejo entramado de violencia y muerte, el ministro de Seguridad de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, decidió crear un cuerpo especial de policía para espectáculos deportivos. Y denunció por «extorsión» al grupo que apretó a la comisión directiva de Newell’s antes del clásico que se jugó el 24 de julio pasado.

Pullaro presentó ante el fiscal regional Jorge Baclini 40 horas de filmación de cámaras de seguridad del estadio y un listado con otros 38 nombres de barras bravas que tendrán prohibido ingresar en el Coloso del Parque Independencia. En total, ya suman 76 las personas no admitidas en el paraavalancha rojinegro, entre los que figuran Segovia, Saravia y Matías Pera, entre otros.

En el gobierno santafecino creen que los dirigentes de Newell’s no están comprometidos a pleno para eliminar las barras bravas del club. Y creen que este nuevo proceso de violencia se gestó en promesas incumplidas que hicieron dirigentes leprosos en la campaña electoral.

A esto se sumó que la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, anunció la semana pasada que enviará al Congreso Nacional un proyecto especial de régimen penal para el fútbol que buscará terminar con la violencia en los estadios. «El régimen penal para el fútbol lo que hará es generar una estrategia a partir de una ley que tiene un objetivo muy concreto: terminar para siempre con las barras bravas», dijo la ministra.

Las fiestas y un pase millonario

A lo largo de su historia, Los Monos mantuvieron fluidas relaciones con las barra bravas de Newell’s y Rosario Central. Esa mezcla de «amistad» y complicidad quedó reflejada en una fiesta que organizó el grupo narcocriminal en un exclusivo salón del barrio La Florida, con 300 invitados, entre ellos el líder de la hinchada de Rosario Central, Andrés «Pillín» Bracamonte, Daniel «Teto» Vázquez, de Newell’s, a quien en 2010 el hoy detenido Diego «Panadero» Ochoa acusó públicamente de querer adueñarse de la tribuna para impulsar desde allí el comercio de drogas. También degustó los bocaditos y bailó con el músico Sergio Torres -quien actuó esa noche-, el ex barra centralista Oscar Ferreyra, alias «Paco Mono», quien se sentó a la mesa junto a Laura Saita, una empleada del Ministerio de Seguridad que fue luego apartada de su cargo.

Varias veces esa amistad entre la barra canalla y Los Monos se exteriorizó a través de una bandera que los Guerreros colgaban en la tribuna del Gigante de Arroyito en honor a Claudio «Pájaro» Cantero, líder de la banda asesinado el 26 de mayo de 2013. El «trapo» con el rostro del narco mostraba una leyenda a modo de tributo: «Dios le da las peores batallas a sus mejores guerreros».

Pero durante los últimos meses las relaciones no fueron tan idílicas con Bracamonte, quien aportaba dinero a la banda a cambio de protección, según los investigadores. Después que Ariel «Guille» Cantero se entregara las exigencias de fondos a la barra se hicieron más urgentes. Esto queda en evidencia en unas escuchas telefónicas que aparecen en el CD 31 del expediente 913/12.

En la cárcel de Piñero, Emanuel Chamorro -quien luego fue trasladado a una prisión en Rawson- mantiene un diálogo con otro miembro de la banda en el que hablan del jefe de la barra de Central, al que Los Monos van a «apretar» por el pago de un dinero.

«La cancha está vacía porque Pillín no puso lo que corresponde. Y tiene mucha plata porque agarró lo del pase de Angelito (por el futbolista Ángel Di María)». Según los investigadores Los Monos se refieren al pase del jugador del Benfica al Real Madrid por 25 millones de dólares, del que nunca estuvo claro porqué Rosario Central cobró sólo los derechos de formación (5 por ciento) y no el 20 por ciento que le correspondía del pase.

El diputado Carlos Del Frade sostuvo: «Los cambios en la conducción de las barras tienen relación con la reconfiguración del mapa narco de Rosario». (Germán de los Santos/La Nación)