Israel y su estrategia de terror respecto de países vecinos

Se ha dicho que Israel ha sido siempre un país nuclear. Desde la fundación del Estado en 1948 sobre las ruinas de Palestina, los primeros planes para el programa de investigación en ese sentido se han llevado a cabo.

La Comisión de Energía Atómica Israelí (CIEA) fue fundada en 1952 y fue, significativamente, incluida en el Ministerio de Defensa.

No se escribieron términos de referencia para la Comisión. Los científicos israelíes fueron enviados fuera del país para ser entrenados y se firmó un acuerdo con Francia en 1953 para obtener cooperación atómica y otro con Estados Unidos en 1954.

Además, un reactor de investigación fue comprado a Estados Unidos y los secretos nucleares israelíes fueron compatibilizados de manera estrecha con las decisiones políticas del gobierno y el Ejército que –según entienden los analistas-gobierna Israel con sus hombres vestidos de civil, luego de transitar una extensa vida militar.

Estrategia de terror

Esos factores hacen que resulte difícil conocer en su minuciosidad el desarrollo del programa nuclear israelí, aunque la inteligencia mundial reconoce la existencia de un depósito de reserva en ese sentido. La intención es clara: Tener una estrategia de terror respecto de los países vecinos.

Con la colaboración de físicos franceses Israel, en 1957 finiquitó un acuerdo secreto que permitió construir un reactor de investigación en el norte de Neguev y para finales de 1964 el reactor Dimona logró producir 8 kilos de plutonio al año, con lo que se podría lograr la entrega de hasta dos armas nucleares luego de reprocesar el plutonio. Para ese tiempo se incrementó un convenio de colaboración israelí-francés para probar una bomba atómica en el desierto del Sahara y otra, menos conocida, a nivel subterráneo en Neguev, (1963).

Luego de lograr un sistema de producción estable para material escindible de plutonio, se hizo necesario desarrollar una planta de producción para una rápida conversión del grado mineral de las armas, aunque vale puntualizarlo, a nivel mundial no se pudo saber taxativamente que Israel haya construido la planta.

Agencias internacionales de noticias dejaron trascender que informes de la CIA han revelado que Israel obtuvo grandes cantidades de uranio enriquecido de forma clandestina. Una crónica del The New York Times -publicada en 1996- relacionada con esta polémica recordó la pérdida en 1965 de 382 libras de uranio altamente enriquecido de la Cooperación de Energía y Materiales Nucleares en Apollo, Pensylvania (EE.UU.).

Guardar pistas del combustible nuclear es siempre difícil; no obstante de las 382 libras perdidas, la Comisión de Investigación llegó a la conclusión de que por lo menos 206 libras no pueden ser acreditadas como «perdidas en las cañerías».

Esto es suficiente para 14 bombas. Así se comprende las motivaciones por las que si Israel consiguió obtener material para armas nucleares en 1965 -año en el que desapareció el material en Pensylvania-, esto podría explicar el porqué no se construyó ninguna planta de producción de plutonio.

Postura nuclear

Si hacemos algo de historia recordaremos que el primer ministro israelí, Ekhol en 1966, el presidente Katzir en 1974 y el primer ministro Rabin en 1975 declararon que Israel no sería la primera en introducir armas nucleares en Oriente Medio.Ello no fue más que una medida de táctica militar con la que Israel intentaba incrementar la incertidumbre de sus vecinos respecto a su poder nuclear.

Un informe elaborado en noviembre de 1976 tras una sesión de información de la CIA afirmaba que el arsenal de Israel de 13 armas fue preparado para su posible uso al comienzo de la guerra de 1973.

El ministro de defensa Moshe Dyan fue citado en el informe justificando la opción nuclear de Israel: «Israel no tiene elección, con nuestros recursos humanos no podemos físicamente seguir adquiriendo ni más tanques ni más aviones». La disponibilidad de armas nucleares en manos de Israel indica que en caso de estar en una situación de derrota la política israelí de » no uso prioritario» es retórica.

Las cabezas nucleares israelíes podrían estar hechas a medida para mísiles Jericó y Lance; las bombas nucleares podrían ser tiradas por aviones F-4E, Kfir-C2s, Fiss e incluso por Skyhawks A-4.

Para el mismo fin Israel intentó adquirir mísiles Pershing de los Estados Unidos en 1975, pero se retiró la petición al provocar una considerable polémica en Washington. Ciertamente, Jericó, Lance y Pershing tienen mayor eficacia militar en un papel de uso nuclear que en uno convencional.

Hay poca duda en que Israel es un Estado con armamento nuclear. Ese tipo de poder fue uno de los objetivos más importantes de David Ben Gurión desde la fundación del Estado en 1948.

Para Gurión significaba “la auténtica independencia en el mundo moderno, dado que desde lo económico, permitiría generar electricidad sin tener que importar petróleo y carbón” y con esa motivación convocó a Maurice Surdin, nacido en Rusia, radicado en Palestina y mudado a Francia, donde se dedicó al estudio de la física y concluida la 2º Guerra Mundial se desempeñó en la Comisión de Energía atómica que por ese tiempo desarrollaba la bomba atómica, el arma que podría ser utilizada como elemento de disuasión si hubiera un peligro inminente de ser derrotado militarmente por un ataque militar a gran escala.

Para el general Moshe Dayán era la opción complementaria de una fuerza armada profesional, económica y pequeña en número, apta para combatir en guerras ilimitadas.

Pocos recuerdan que Dwightd Eisenhower, ex presidente norteamericano, le proporcionó a Israel un reactor pequeño, de cinco megavatios para la investigación que se instaló en Hahal Sorek, a 15 kilómetros al sur de Tel Aviv, obviamente sujeto en su desarrollo a la supervisión norteamericana, aunque –vale aclararlo-, el reactor era demasiado pequeño para producir artefactos nucleares.

Ese mismo año -1955-, Shimón Péres, -expresidente de Israel y premio Nobel de la Paz, fallecido a los 93 años luego de dos semanas de haber ingresado en un hospital a las afueras de Tel Aviv, después de sufrir un accidente cardiovascular encefálico severo-, viajó extraoficialmente a Francia donde habría comenzado a actuar como agente de inteligencia y comprador de armas, aunque oficialmente era presentado como un diplomático, lo que enervaba a la ministra de Relaciones Exteriores Golda Meir, quien acusaba a Péres de transformar al Ministerio de Defensa en una cancillería independiente.

El 21 de septiembre de 1956, a 150 kilómetros de París, Péres mantuvo una reunión con Burges-Maunory, que por ese entonces planificaba un ataque militar a Egipto y le pidió al funcionario israelí que se encargara de barrer al ejército egipcio del Suez. A cambio el que intentaba ser el primer ministro francés, prometió entregarle a Péres un reactor nuclear …y cumplió su promesa. Cuando la CIA se enteró interrumpió su ayuda militar a Francia y los rusos, como represalia, proporcionaron ayuda militar a Egipto.

El 3 de octubre de 1957 se firmaron secretamente documentos ultra secretos: un pacto político de colaboración científica entre dos naciones y un acuerdo técnico para entregar conocimientos relacionados con la instalación de un reactor nuclear.

Desde la embajada Pérez envió la copia de los acuerdos a Ben Gurión por medio de un cable cifrado y el primer ministro respondió felicitándolo “por la importante hazaña cumplida”. A partir de allí el profesor Bergman comenzó a conducir el secreto más importante del Estado judío.

Los sucesos generados a partir de la intervención de Bergman y el espionaje norteamericano sobre territorio israelí serán temas que profundizaremos en otra columna de Introspecciones.

Sí debemos dejar claro que la estrategia israelí sobre posesión de armas nucleares, no cambiará, ya que los dirigentes siguen con el juego de ambigüedad de no afirmar ni desmentir esta creencia en la tenencia de armas nucleares.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com