Por qué el tribunal absolvió a los acusados de matar a “Pájaro” Cantero

Escuchas que no dicen nada, falta de testigos e informes policiales endebles no brindaron la certeza necesaria para condenar a los imputados. Un informe  antes de que el tribunal publique los fundamentos del fallo.

No hay en las escuchas telefónicas ni en el intercambio de mensajes de los acusados de matra a Claudio «Pájaro» Cantero nada que los incrimine sin que ellos puedan rebatirlo con argumentos razonables. No hay un solo testigo del homicidio que diga algo que sirva para identificar un mínimo rasgo de los tiradores. No hay en los informes policiales constancias acerca del lugar del cual salen los datos que señalan a los juzgados como autores del crimen, en un caso en donde esos mismos rumores no se pueden dar por buenos, en especial cuando sirvieron para matar a personas que no tenían relación con el caso. Estos son los pilares fundamentales en que se basaron los jueces que absolvieron a los tres principales implicados en el asesinato del líder de Los Monos, un fallo controvertido dictado el miércoles tras un juicio oral y público.

Durante tres semanas en los Tribunales provinciales fueron juzgadas cuatro personas por el crimen de «Pájaro» Cantero, ocurrido el 26 de mayo de 2013 frente a un boliche de Villa Gobernador Gálvez. Las imputaciones más graves fueron contra Luis «Pollo» Bassi, de 31 años; Milton Damario, de 28, y Facundo «Macaco» Muñoz, de 25. El primero como instigador del ataque y los segundos como los ejecutores materiales. Los tres fueron absueltos por el tribunal. El único condenado fue Osvaldo «Popito» Zalazar, de 26 años, quien recibió una pena de tres años y tres meses de prisión por tenencia ilegal de un arma de guerra que no fue la usada para matar a Cantero: ese arma jamás apareció.

LLAMADOS A DIARIO

Los jueces Julio Kesuani, Ismael Manfrín y María Isabel Más Varela analizaron las constancias telefónicas usadas por la fiscal Cristina Herrera para pedirles perpetua a Damario y Muñoz, y 22 años de cárcel a Bassi. Concluyen que no hay nada que lleve a una certeza de que ellos fueron quienes mataron a «Pájaro». Tras analizar cada imputación, concluyeron que toda prueba de cargo contra los acusados se neutraliza con las pruebas de descargo que ofrece la defensa.

La mayoría de los contactos telefónicos con que se formuló la acusación eran mensajes obtenidos de uno de los seis celulares secuestrados a «Macaco» Muñoz cuando fue detenido. Las pericias a ese móvil demostraron para los jueces que los tres acusados se comunicaron días enteros. Los jueces no ponen en tela de juicio que estas personas se conocían y tenían una relación fluida. Dicen incluso que queda claro que cruzaron comunicaciones el día anterior al homicidio. Pero también, dicen los magistrados, las tuvieron todos los días previos, con una cantidad importante de llamadas entrantes y salientes. En definitiva no es que se reiteraron los llamados en inminencias del crimen porque estaban implicados: esa práctica entre ellos era constante.

Además, en los mensajes de texto los enjuiciados referían saber que los Cantero pensaban que ellos mataron a «Pájaro». Pero en esos mismos mensajes rechazan ser los autores, en situaciones en que desconocían que sus contactos estaban siendo interceptados. Y en ese sentido, el único que estuvo cerca del lugar del crimen fue Muñoz, quien admite que estaba en el boliche Brújula, que es cercano a Infinity Night, frente al cual asesinaron al líder de Los Monos. Pero a la hora del crimen, determinaron los jueces, se está mandando mensajes con un contacto agendado como Amor-Tamara. Difícil aceptar, siguen los magistrados, que con una mano «Macaco» mandaba textos y con la otra abría fuego.

ERRORES Y ESCAPE

La fiscal señala que después de la agresión a Cantero, las antenas captan el recorrido de los celulares de los imputados lo que revela que huyen juntos. La valoración opuesta es que se escabullían porque muy rápidamente fue público que los Cantero los estaban buscando. No existe en el tribunal la idea de una huida organizada y en masa. Y tampoco el hecho de escapar implica, para los jueces, dar por sentado que ellos eran los autores porque la familia de «Pájaro» así lo piense. En un momento inicial en el que los mueve el afán de venganza, Los Monos se lanzan a una cacería sin saber bien a quién persiguen. Matan a tres familiares de Milton César porque se confunden al saber que hubo un tal Milton implicado. Si se equivocaron con los César se pudieron equivocar con los otros.

Otra fragilidad de la acusación para el tribunal es que no hay testigos que identifiquen a alguien concreto como autor del crimen. Los que acompañaban a «Pájaro» cuando lo balearon eran Eric Perea y Daniel Gorosito, quienes declararon que ellos no vieron quién fue; y Lisandro Mena, que con la mandíbula partida con un balazo recibido en el mismo ataque dice en las actas iniciales labradas en el Heca que no vio a nadie. Siete meses después a Mena lo asesinaron. Incomprensiblemente, el juez instructor y el fiscal en esos siete meses no lo volvieron a llamar a declarar. Los que dicen que Mena dijo que les tiraron Muñoz y Damario son dos testigos de oídas: la hermana de Mena y Lorena Verdún, que fue esposa de «Pájaro». Lo que se preguntan los jueces es por qué si ellas sabían algo hablaron recién en el juicio, a casi cuatro años del homicidio, y no lo aportaron antes.

PAPELES EN EL AIRE

El tercer punto inconsistente de la acusación es el informe policial que enfoca a Bassi, Muñoz y Damario como autores del crimen. Para los jueces estos son papeles en el aire. No puede tener valor una imputación que no refiere su fuente porque sino, creen los jueces, se puede acusar con un capricho o un invento. Por esta misma razón es que apuntar a Luis Alberto Paz como posible instigador de la muerte de «Pájaro», también referida en un informe policial, pierde sustento. Ningún policía explica de dónde procede eso más que de rumores de calle. También fueron rumores de calle los que llevaron al exterminio por error de la familia de Milton César, refrendan los jueces.

El tribunal cree de modo unánime que la Fiscalía no presentó un caso sólido. Interpretan que no hay un solo elemento imputativo que salga airoso. También detectan en la historia del caso un accionar vacilante y errático de la Fiscalía, al que asumen como revelador de falta de convicción. Aluden a que a dos años del crimen el fiscal Enrique Paz quiso cambiar la grave acusación inicial a una más leve: de homicidio calificado por premeditación de dos o más personas y alevosía a homicidio simple. Nadie hace eso cuando tiene certidumbre de contar con evidencia robusta. La Cámara Penal sostuvo la acusación inicial y así la Fiscalía llegó al juicio oral. A criterio de los jueces, con escuchas que no dicen nada, sin testigos y con informes policiales que por su falta de rigor no pueden tomarse en serio. Los tres jueces vieron debilidad, inconsistencia y duda, terreno en el que, así lo entienden, nadie puede ser condenado. (Notiexpress)