Vargas Llosa agradeció a Cristina por dejarlo participar en la Feria del libro

El Premio Nobel de Literatura  Mario Vargas Llosa, agradeció esta tarde a los organizadores de la  feria del Libro por haberlo invitado pese a intentos en sentido  contrario y a la presidenta, Cristina Fernández, por levantar ese  “intento de veto”.

“Extiendo mi agradecimiento a la presidenta, señora Cristina  Fernández, cuya oportuna intervención atajo este intento de veto”,  afirmó Vargas Llosa en el inicio de la conferencia, tras lo cual  señaló que “ojalá se contagie a todos sus partidarios y guíe su  propia conducta de gobernante”.

Asimismo, sostuvo que “este episodio plantea un asunto interesante y actual que me gustaría titular ‘la libertad y los libros’”,  añadió.

Un Nobel en la Feria del Libro

La génesis de algunas de  sus novelas, su rutina de escritor, la inseguridad que siempre lo  acompaña al escribir y cómo la experiencia del periodismo le sirvió  para sus ficciones fueron los tópicos desgranados por Mario Vargas  Llosa en su charla con el periodista Jorge Fernández Díaz.
Luego de su conferencia magistral, con un clima más  distendido pero con una gran cantidad de personas de seguridad que  no perdían detalle de los más simples movimientos del público, el  Premio Nobel se dedicó exclusivamente a hablar de literatura y  contó como surgió de su imaginación Roger Casement, el personaje de  su última novela “El sueño del celta”.
Una ficción que transcurre en el Congo, en la época de la  colonia, un escenario que le sirve al irlandés, dijo Vargas Llosa,  “para tomar conciencia de la colonización de los británicos de su  propio país”.

“Siempre comienzo a trabajar en una novela sin saberlo  -apuntó- y necesito el prurito de la realidad para escribirla. Que  mis libros tengan el semblante de la realidad, por eso me gusta  documentarme, tener un acercamiento al mundo que quiere inventar”.
El Nobel dijo que en este proceso siente que algo misterioso  lo va controlando: “Comienzo a tomar notas, a escribir mientras  viajo y lo que escribo va siendo modelado, enriquecido por la  investigación”.

La situación del Congo, contó, es atroz. “Nunca he visto  pobreza como la del Congo. He visto manifestaciones de defensa que  parecían una obra de ficción. Me llevaron a una biblioteca y no  había nada, sí dos bibliotecarias. `Los libros ya vendrán algún  día`, dijeron. El desamparo los había empujado a la irrealidad a un  pueblo entero”.
También se refirió a “Conversación en la Catedral”, que nació  de una experiencia vivida, al igual que “La tía Julia y el  escribidor”. Esta última le hizo darse cuenta “que en la novela no  se pueden contar historias verdaderas, sino que parezcan verdad”.
“La novela es un género para contar mentiras -insistió- que  parecen verdad a través de la destreza literaria”.

Ante una pregunta de Fernández Díaz, Vargas Llosa aseguró que  lleva una vida bastante disciplinada: “Duermo poco, a veces trabajo  en las primeras horas -de 5 a 7- en el gran silencio de la mañana;  salgo a caminar una hora y en ese ejercicio planifico todo lo que  voy a hacer después”.
“Estoy en mi escritorio hasta las 2, -prosiguió- y luego  trabajo fuera de mi casa para escapar de la claustrofobia, en las  bibliotecas o en un café. Ahí corrijo. En las noches nunca escribo,  las horas del día son las mejores”.

Los domingos escribe los artículos para el periódico. “Tener  el título ya es el embrión. Llegar al sábado y no tener tema es lo  terrible para mi”, confesó.
“Necesito tener un pie en la calle, en la historia que se va  haciendo -y eso es el periodismo- para no quedar confinado en un  mundo de pura irrealidad”, expresó.
Sin embargo, desde que es Premio Nobel su disciplina “ha  estallado en mil pedazos”.
“La curiosidad que despierta el Nobel lo convierte a uno en  una persona pública -advirtió-. Creo que es una limitación enorme.  Hay que luchar para no convertirse en una estatua”. (Télam / DyN)