Estados Unidos: Se llevó a cabo el primer debate presidencial entre Trump y Biden

Este primer duelo cubrió los principales temas de este año: el destino de la Corte Suprema, el coronavirus, el estado de la economía estadounidense, las protestas por justicia racial y, sobre todo, la integridad de las elecciones.

Fue un ida y vuelta caótico, sucio, picante, generoso en chicanas y ataques personales, y muy escuálido en discusiones sustanciales sobre el futuro de Estados Unidos. El primer choque cara a cara entre el presidente, Donald Trump, y su rival demócrata, Joe Biden, fue por momentos casi imposible de seguir porque Trump, Biden y el moderador, el periodista Chris Wallace, hablaban uno encima del otro, intentando imponer lo que fuera que querían decir. La lectura prevalente al final: fue el peor debate que se recuerde.

Trump llegaba al primer cruce con Biden urgido por dar un golpe de efecto para darle impulso a su campaña, ante la consistente ventaja que el demócrata ha mostrado en las encuestas. Biden tiene una ventaja de 7,1% en el promedio de encuestas nacionales de FiveThirtyEight, y también delante del magnate en los sondeos en varios de los estados críticos en la ruta a la Casa Blanca.

Las dos campañas se sacaron los guantes y calentaron el choque antes de que los candidatos pisaran el escenario. Trump pidió que Biden se sometiera a un antidoping y a una revisión para asegurar que no usaría un audífono para recibir información, y su gobierno develó una supuesta conspiración de la campaña de Hillary Clinton hace cuatros año para «agitar un escándalo» intentando atar a Trump al gobierno de Vladimir Putin. Biden y su candidata a vicepresidente, Kamala Harris, difundieron sus declaraciones juradas luego de que el periódico The New York Times develara que Trump sólo pagó U$S 750 en impuesto a las ganancias en 2016 y 2017, y que ha perdido ciento de millones de dólares en sus negocios. Fue un prólogo de lo que se vio.

A continuación, los puntos relevantes del intercambio:

El lugar en la Corte

Esos temas tal vez no sean los más cómodos para Trump, pero sí son aquellos para los que el presidente estadounidense ya tiene un discurso establecido. Así, el mandatario defendió su decisión de nominar a Amy Coney Barrett para la Corte Suprema: “Ganamos la elección y eso tiene consecuencias. Tenemos el Senado, tenemos la Casa Blanca y tenemos una candidata fenomenal”.

Para Biden, en cambio, es necesario esperar para llenar la banca que dejó Ruth Bader Ginsburg. “El pueblo estadounidense tiene el derecho a decir a quién quiere en la Corte. Deberíamos esperar hasta que terminen las elecciones”, sostuvo.

La crisis del coronavirus

La crisis del coronavirus dominó el debate y estuvo presente incluso desde la organización. El encuentro iba a realizarse originalmente en la Universidad de Notre Dame, en Indiana, pero las restricciones causadas por la pandemia obligaron a la institución a cancelar esos planes.

Como era previsible, Biden aprovechó parte de su intervención para cuestionar el manejo que hizo Trump de la crisis. “Ha sido totalmente irresponsable con la distancia social y la utilización de máscaras”, remarcó el candidato demócrata. Por su parte, el republicano aprovechó el debate en torno a la economía para defenderse y destacar que la recuperación en el país se está dando “increíblemente bien”.

Las protestas antiracistas

Uno de los momentos más críticos del debate giró alrededor de las protestas que sucedieron en todo el país desde fines de mayo pasado. Trump se limitó a hablar de “ley y orden”, equiparando la discusión en torno a la justicia racial con los disturbios ocurridos en las manifestaciones. Pero, sobre todo, se negó a condenar a los supremacistas blancos.

“¿Este hombre es el salvador de los afroestadounidenses? Este hombre ha hecho virtualmente nada por la comunidad afroestadounidense”, dijo Biden, quien también acusó al mandatario de fomentar divisiones raciales y odio.

La elusión impositiva

Trump había llegado al debate golpeado por la revelación que hizo el domingo pasado el diario New York Times. Según una investigación, en 2016 y 2017, el magnate solo pagó 750 dólares de impuestos federales, escudado en la declaración de pérdidas millonarias; de los 15 años anteriores, no había contribuido en 10.

“¿Nos va a decir cuánto pagó?”, le preguntó Wallace durante el debate. “Millones de dólares”, respondió Trump, sin mostrar pruebas. No es la primera vez que este tema lo persigue a un debate presidencial. En 2016, consultado sobre por qué no pagaba impuestos federales, le echó la culpa a su entonces rival, la demócrata Hillary Clinton, por mantener vigente un código impositivo del que él podía beneficiarse.

La investigación del New York Times hizo que el presidente estadounidense perdiera el control de la agenda 48 horas antes de enfrentarse a Biden. Antes del debate, el candidato demócrata incluso aprovechó para dar a conocer su propia declaración: por sus ganancias de 2019, pagó 300.000 dólares de impuestos federales.

El escándalo de los impuestos permitió a Biden continuar con su retórica para presentar al candidato republicano como un millonario elitista alejado de las preocupaciones de la clase trabajadora. Esa es su principal estrategia en esta campaña, en la que sus objetivos centrales son los estados de Wisconsin, Michigan y Pennsylvania.

Los estados en disputa

Integrantes del Rust Belt, el histórico cinturón industrial de los Estados Unidos, estos distritos llevaban casi dos décadas apoyando al Partido Demócrata hasta que le dieron la espalda a Clinton en 2016. La campaña de Biden cree que la clave para ganar este año es lograr darlos vuelta.

Todavía es muy temprano para saber si el desempeño del exvicepresidente en el debate logró convencer a la audiencia en esos estados. Por momentos, Biden logró concentrarse en su discurso, a pesar de las interrupciones constantes de Trump. “No hay nada que no podamos hacer si estamos unidos”, dijo. Hasta el martes, las encuestas le permitían mantener el optimismo.

Cómo siguen los debates

La agenda de debates continuará el próximo miércoles con el único encuentro entre Kamala Harris y Mike Pence, candidatos a la vicepresidencia. En tanto, Trump y Biden volverán a verse dos veces más antes de las elecciones: el jueves 15 de octubre en Miami, Florida, y el 22 de octubre en Nashville, Tennessee.

¿Habilitará Trump una transición pacífica si pierde? ¿Tiene Biden la capacidad para encargarse del despacho más importante del país norteamericano? Las dudas, sembradas de uno u otro lado, son las protagonistas de una campaña en la que no hay definiciones de ninguna parte y en la que abunda la desinformación. Tal vez, en el pasado, los debates presidenciales en los Estados Unidos se hayan enfocado en mostrar qué candidato era el mejor para ocupar la Casa Blanca. Eso ya no es así.