A los 87 años, murió Leopoldo Federico, uno de los grandes del tango

Con el bandoneón casi como parte de su cuerpo, integró las orquestas de Di Sarli, Piazzolla, Salgán y Mariano Mores. Como si eso fuera poco, durante más de medio siglo brilló con la propia.

El mundo de la música, particularmente del tango, llora la muerte del director de orquesta, compositor y bandoneonista Leopoldo Federico, una de las máximas figuras del 2×4.

El artista, murió esta mañana, a los 87 años, según informó la Asociación Argentina de Intérpretes (AADI). Si bien no se precisaron detalles del velatorio, es probable que tenga lugar en la Legislatura porteña.

El maestro, que también era presidente de la AADI, había comenzado muy joven a tocar. A los 17, ya se presentaba en el cabaret Tabarís. “Era un chico grande. Los primeros meses, cuando salía a las cuatro de la mañana, mi viejo me estaba esperando en la esquina para tomar el tranvía hasta Once. Y después se tenía que levantar a las ocho para ir a su laburo. Lo tuve que convencer porque los músicos me empezaban a cargar», relataba él mismo.

Ese «chico grande» brilló luego en las orquestas de Carlos Di Sarli, Ástor Piazzolla, Horacio Salgán y Mariano Mores. Fue director de la Orquesta Estable de radio Belgrano durante más de una década y en 1958 formó la propia, con la que continuó hasta estos días. Desde hacía varios años tenía serias dificultades para caminar, pero siguió tocando hasta hace pocos meses.

Como compositor, entre sus obras más reconocidas se encuentran «Que me juzgue Dios», «Cabulero» y «Al galope». Además, entre la numerosa cantidad de premios que recibió se encuentran el Gardel a la trayectoria y el Grammy latino, en dos oportunidades. También fue declarado ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 2002.

Cuando, acompañado por su esposa Norma, recibió hace dos años el premio Senador D. F. Sarmiento que la Cámara alta le otorga «a personas físicas o jurídicas que mejoren la calidad de vida a los habitantes y a su comunidad», resumió su identidad y su actitud frente a la vida.

«No voy a decir si lo merezco o no lo merezco. La verdad es que siempre estuve al lado de gente que me enseñó tanto. Y siempre tuve la suerte de que se me cumplieran los sueños: tocar con Horacio Salgán fue un regalo del destino, Astor Piazzolla es lo insuperable, me recuerdo junto a Julio Sosa y quisiera empezar todo de vuelta para volver a hacer lo mismo». (La Razón)