Condenaron a los hermanos Damario por el crimen de Lucas Espina

Carina Ortíz/El Ciudadano

El Juzgado de Sentencia 5ª, a cargo de Gustavo Salvador, condenó a Milton Emanuel y José Iván Antonio Damario por el crimen de Lucas Espina. Los hermanos recibieron penas unificadas con otra condena previa por portación de armas por lo que deberán purgar 16 y 17 años de cárcel respectivamente. El magistrado destacó el temor de las víctimas y declarantes en el caso, incluso el único testigo presencial que se animó contar lo vivido debió ingresar a un programa de protección de testigos luego de recibir intimidaciones. Esta investigación se transformó en un motivo de vida para Norma Bustos, madre de Espina, quien recabó datos y apuntó contra los Damario desde un primer momento. Bustos fue asesinada en noviembre de 2014 cuando atendía una pequeña despensa que tenía en su casa. Actualmente, su crimen se encuentra impune.

Por su parte, Milton Damario enfrenta otras causas penales. La más resonante es sin dudas el homicidio de Claudio Pájaro Cantero (jefe de la banda de Los Monos ultimado a balazos el 26 de mayo de 2016), la que se ventilará en un juicio oral y en la que están imputadas otras personas. Otros de los crímenes que se le atribuyen es el de Juan Pablo Colasso, ocurrido en Villa Gobernador Gálvez en noviembre de 2012.

La muerte de Lucas

El 27 de enero de 2013 Lucas Espina y tres amigos se encontraban reunidos en la esquina de Santa Rosa de Lima y Pavón cuando hasta el lugar llegó un automóvil gris y abrió fuego contra el grupo con armas automáticas y de grueso calibre. Espina y otros dos muchachos corrieron en una dirección, mientras que el cuarto lo hizo en forma contraria. Los tres primeros fueron alcanzados por los plomos. Lucas no logró sobrevivir, mientras que el resto quedó tendido en el lugar. El cuarto muchacho logró zafar y en su huida observó a los hermanos Damario descender del auto e ingresar a una casa ubicada a pocos metros buscando a un tal Joel.

De los testigos presenciales sólo declaró el joven que resultó ileso del ataque. El muchacho sindicó a los hermanos Damario como dos de los cuatro atacantes. Lo hizo en varias declaraciones, aunque en la anteúltima se desdijo.

Luego denunció que previo a su asistencia a Tribunales fue amedrentado por dos hombres en moto para que cambiara su declaración. Por lo que ratificó sus primeros dichos e ingresó a un programa de protección a testigos.

“No vi nada”

Salvador resaltó en su fallo la reticencia de las personas citadas a declarar. Tanto las otras dos víctimas del hecho como testigos que vieron alguna secuencia anterior o posterior al homicidio mostraron aprehensión o recelo en declarar. El juez hizo mención al temor en contar lo que vieron o lo que pasó aquella madrugada de verano, lo que se tradujo en zozobra de los testigos al ser citados por el Juzgado. “Muchos de los testigos citados no tuvieron la intención de «decir todo lo que saben» puesto que como expresamente lo manifestaron «nosotros tenemos que volver a vivir al barrio» y pudo advertirse en sus rostros, sus gestos, el pavor que da saber que todo lo que pueda decirse en una declaración tarde o temprano puede trascender los límites del proceso”, refiere el fallo.

Testigos

Para llegar a esta condena Salvador tuvo en cuenta el testimonio de uno de los testigos presenciales, hoy protegido, a lo que sumó dichos de testigos de oídas, entre otros Norma Bustos, madre de Espina que a pocos días del hecho acercó información sobre los autores del ataque y puntualizo los nombres de los hermanos Damario.

También los dichos de su hermana, que mantuvo una conversación con una joven que vivió momentos difíciles luego del ataque, cuando los agresores ingresaron a un domicilio donde se encontraba con otras personas en busca de un tal Joel.

La mujer dio detalles de los dichos de la joven con la individualización de los atacantes. En el careo la muchacha lo negó, aunque admitió el encuentro. Allí el juez entendió el temor de los testigos a declarar.

Conclusión

El magistrado concluyó que los testimonios, en su conjunto tienen similitud en tiempo, circunstancias, personas y lugares y en algunos casos coinciden en la identificación de dos de sus autores. Con estos elementos el magistrado condenó a los hermanos Damario por los delitos de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y dos hechos de tentativa de homicidio con el mismo agravante. A su vez unificó esta sanción con una condena previa – de 3 años y 6 meses– que pesa sobre los Damario por portación de arma de guerra, y puntualmente para José le sumó un hecho de encubrimiento por la venta de un automóvil robado en agosto de 2010. Por lo que condenó a Milton Damario a 16 años de cárcel mientras que su hermano deberá purgar 17 años de prisión. A su vez, en la causa hubo un tercer imputado por el delito de encubrimiento. Gabriel S., que era amigo de Milton y fue condenado a 3 años de prisión en suspenso y dos años de reglas de conducta.

La mujer que pedía Justicia

Pocos meses después de la muerte de Lucas Espina, su madre Norma Bustos quedó viuda y sola en su casa de Pavón 4600. A diferencia de sus vecinos, no tuvo miedo ni dudó en recabar datos sobre la muerte de su hijo, lo que llevó a Tribunales, entre ellos los nombres de Milton y José Damario. La mujer no quería venganza, quería Justicia. Y dedicó sus días a ello hasta que una noche de noviembre de 2014 fue asesinada en el almacén que atendía en su casa a través de una ventana. La investigación de su crimen quedó en manos del fiscal Ademar Bianchini, aunque durante un año no tuvo movimiento. Actualmente se encuentra a cargo de Marisol Favro, aunque la funcionaria se topó con la misma situación de hermetismo que el juez Salvador, aunque profundiza algunas líneas investigativas.

PENDIENTES

Milton es el menor de los hermanos Damario, quien suma además una condena en la Justicia Federal a cuatro años de cárcel por tenencia de estupefacientes. En la justicia provincial aún tiene pendientes algunos procesos, como los homicidios de Claudio Cantero y Juan Pablo Colasso, ocurrido en Villa Gobernador Gálvez en noviembre de 2012, entre otras causas. Tras la muerte de Cantero, el padre de los Damario fue asesinado a balazos, en una supuesta venganza. Otra de las causas que afronta es por regentear una banda desde la cárcel de Coronda. Con un celular que tenía escondido dentro del televisor, Damario impartía órdenes a una red de venta de estupefacientes con bocas de expendio en la zona sur de Rosario y Villa Gobernador Gálvez. (Carina Ortíz/El Ciudadano)