Ante la inacción del municipio, vecinos de barrio Alvear derribaron muro que no permitía el acceso de servicios

Se había levantado hace 5 años para evitar robos. Cortaba una calle, por lo que no ingresaban ambulancias, taxis ni el recolector de residuos

Por Lucas Ameriso/La Capital

Barrio Alvear también tuvo su caída del muro. Pero a diferencia de lo ocurrido en 1989 en Berlín, los vecinos sólo derribaron la noche del lunes un obstáculo que les impedía avanzar a diversos lugares de la zona. El paredón había sido construido por la urbanización de UPCN, el gremio de los estatales provinciales.

Entre las calles Ameghino, Constitución, Garibaldi y Castellanos se hicieron más de 50 viviendas que estaban amuralladas y con un portón de ingreso. Al lugar ni siquiera ingresa el camión recolector de residuos.

Los habitantes extramuros promueven la integración y tumbaron una parte de la pared para garantizar el acceso a otras calles, la llegada de ambulancias, taxis y hasta ofrecen montar una plaza de juegos infantiles que los integre.

Fernando Vergara es vecino «extramuros» y vocero de la demolición que protestó en las puertas de esta suerte de «barrio privado» que se armó una vez que se terminaron de construir las viviendas del gremio estatal y el obrador dejó montado el cerco perimetral.

Ayer, el delegado de UPCN, Jorge Mosca, prefirió no hacer declaraciones al respecto, pero hace un mes había respaldado el cerramiento. «El cerco fue levantado por la empresa que construyó el barrio», explicó Mosca por esos días y detalló que el paredón se había montado para evitar que las casas fueran usurpadas. Así había ocurrido en 2012 con un parte del terreno. por lo que se redujo el proyecto original en un 70 por ciento. En un principio se proyectaron 150 viviendas, pero se terminaron construyendo 54.

El temor se extendió a las usurpaciones de las viviendas adjudicadas y tras la precaución del obrador se «naturalizó» esta valla dentro del complejo, incluso con un portón que se cerraba por las noches. El argumento fue la cercanía de quienes habían usurpado las tierras.

El lunes por la noche, y con algunos cortocircuitos previos entre dos vecinos intramuros (algunos habían señalado a personas cercanas que les robaban los materiales y generaban inseguridad) y la comunidad externa, llegó la reacción popular: tras una asamblea, un grupo decidió derribar parte del muro, sin que se registraran hechos de violencia.

La muralla de dos metros de alto obstruía la continuidad de calle Castellanos. Para acceder al barrio, hay que hacerlo por Garibaldi y también por Constitución.

«Ellos» y «nosotros»

«Nosotros somos mayormente trabajadores de la construcción. Nos hicieron el muro adelante y volvieron a acusarnos de que robábamos. No somos delincuentes. Somos familias con chicos pequeños y necesitamos acceso a la salita (por el dispensario) que está ubicada en Castellanos y Quintana. La Municipalidad no daba respuestas para que se abrieran las calles», fundamentó Vergara a la hora de explicar las razones que llevaron a este grupo a tirar abajo el paredón.

No obstante, aclaró: «No se tiró todo el muro, simplemente se derribaron algunos accesos para garantizar la circulación».

Esta señal de protesta —que produjo inquietud entre los vecinos de adentro y afuera del muro que no derivó en enfrentamientos— se produjo a raíz de estas denuncias públicas, pero sirvió para llamar la atención de un tema que los vecinos pusieron en agenda: la convivencia y el acceso a los servicios como el transporte público, los móviles policiales o ambulancias.

A la demolición del muro, ayer le sucedió el retiro de los escombros por parte de los propios «asambleístas» que removieron los pedazos de ladrillos en carretillas.

El derrumbe se había producido por Castellanos y por Garibaldi. «No necesitamos entrar puntualmente al barrio de UPCN, sino usarlo de paso; poder transitar, que pase un patrullero, una ambulancia o el camión de residuos», dice Vergara.

Detrás de Castellanos hasta Alsina y desde Ameghino hasta Garibaldi hay unas 30 familias que se asentaron en forma irregular. Terrenos que UPCN ya no reclama tras la usurpación de 2012. El gremio entiende que ese reclamo debe hacerlo el gobierno provincial.

Otra situación en la zona la describen quienes afirman que están pagando unos 1.500 pesos mensuales por los terrenos que pertenecían a una inmobiliaria. Estos ocupan lotes desde Ameghino a Cagancha y de Alsina a Constitución. Allí conviven 132 familias.

«La Municipalidad se comprometió a abrir calles y ahora empezaron algunas máquinas por Cagancha desde Avellaneda a Constitución. Y para encontrar un colectivo, el más cercano está San Nicolás y Ameghino», indicaron.

Para demostrar «buena fe» en el acercamiento entre los vecinos y los afiliados a UPCN que fueron adjudicados con una vivienda, Vergara reveló que está previsto destinar el dinero comunitario para hacer una plaza de juegos infantiles. «Para integrarnos y para que vean que no queremos molestar sino mejorar incluso un espacio verde», remarcó el vocero vecinal.

Recolección “puerta a puerta”

Desde la Secretaría de Ambiente y Espacio Público explicaron a La Capital que el servicio de recolección en ese sector de la ciudad se presta con un sistema “puerta a puerta”. Particularmente en esas 6 cuadras de viviendas de UPCN, y atento a la imposibilidad de que el camión ingrese dentro del perímetro porque le habían levantado un muro, los vecinos acercaban los residuos por fuera del mismo, retirándolos en este punto el camión recolector. “Cuando las calles estén óptimas para el ingreso del camión, el servicio se realizará en forma regular tal como se realiza en los barrios con esta modalidad. En el mientras tanto, se analizará la mejor forma de brindar el servicio de recolección”, expresaron los voceros del área.( Lucas Ameriso/La Capital)