Ni el Mercosur, ni la Argentina, serán prioridad para la economía brasilera

Paulo Guedes, el superministro económico del Gobierno que asumirá el 1 de enero, dijo que ni el bloque ni el país serán prioridad para Brasil. Macri acepta negociar con el vecino que cada país busque en soledad acuerdos de libre comercio.

Por Marcelo Falak/Ámbito

La crisis del Mercosur le da a Jair Bolsonaro, presidente electo de Brasil, la oportunidad de proyectar al inicio de su administración, desde el 1 de enero, la receta que le dio óptimos resultados en la campaña electoral: mostrarse como la contracara perfecta de las políticas aplicadas por Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff. Si el tema estuvo prácticamente ausente en su discurso como candidato, estalló con fuerza en la misma noche de los festejos con una definición cruda de su futuro superministro económico, Paulo Guedes: «La Argentina no es una prioridad y el Mercosur tampoco».

La respuesta, dada al diario Clarín el domingo a la noche durante una conferencia de prensa, sorprendió por su tono agresivo, pero no por su contenido. De hecho, el Gobierno de Mauricio Macri baraja ya la posibilidad de revisar la decisión del Consejo del Mercado Común 32/2000, que impone «el compromiso de los Estados Partes del MERCOSUR de negociar en forma conjunta acuerdos de naturaleza comercial con terceros países o agrupaciones de países extrazona en los cuales se otorguen preferencias arancelarias». Por presión del futuro Gobierno de Brasil y aceptación del Argentino, el bloque se encamina hacia una versión jibarizada.

La posibilidad de que el país admita de ahora en más negociaciones de los miembros del club «por afuera» fue confirmada por una fuente oficial involucrada en la cuestión. «La Argentina da la bienvenida a las ideas que permitan una integración comercial más rápida con el mundo. Ese camino bien puede incluir negociaciones bilaterales, algo que de hecho ya se planteó en discusiones a nivel técnico», le dijo a ámbito.com.

El hecho de que la cuestión se haya mencionado en lo que la fuente definió como «una exploración en un ámbito de reflexión técnica» implica que no hay todavía una decisión política plena, pero la insistencia de Bolsonaro bien podría desencadenarla.

El entusiasmo que provocó que el primer llamado del capitán retirado antes de la segunda vuelta del último domingo haya sido a Macri se apagó pronto: el Gobierno nacional toma nota del lugar más modesto que aquel le asigna a la Argentina en su lista de prioridades, no solo por la frase de Guedes sino por su propia decisión de romper con la tradición y no hacer de Buenos Aires sino de Santiago su primer destino en el exterior.

La idea de un Mercosur limitado a un área de libre comercio y que renuncie a una integración más plena y a negociaciones en bloque no es la preferida por la Argentina, entre otras cosas, porque implicaría negociar alguna salvaguarda para sectores industriales sensibles, como el automotor, que no podría quedar a la intemperie de la libre competencia. De hecho, la fuente consultada señaló que el bloque «tiene una agenda de cinco negociaciones abiertas, lo que le da a Bolsonaro la oportunidad de llegar y patear un penal: cerrar el acuerdo con la Unión Europea», sellado en un 95% y a la espera de decisiones políticas en ambos actores.

«Hay que tener en cuenta que la UE tiene mandato para negociar con el Mercosur como bloque. En el futuro, si Brasil quisiera, podría buscar un mandato nuevo para negociar bilateralmente, pero la mayor potencia de negociación la tiene el Mercosur», agregó.

Si finalmente se habilitaran las tratativas bilaterales, más allá de los países de la ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración), lo que es posible con la normativa actual, la convicción argentina es que los eventuales acuerdos terminarán, tarde o temprano, confluyendo dentro del Mercosur. La razón es que el Gobierno de Macri tiene la misma vocación que Bolsonaro por la apertura comercial, y lo propio cabe decir de Uruguay y Paraguay, que reclamaron esa flexibilización sin éxito durante años.

El Gobierno argentino tampoco está satisfecho con la marcha del Mercosur y dice que cualquier iniciativa brasileña para desburocratizarlo sería bienvenida, en particular en lo que hace a normas internas de circulación, reglamentaciones fitosanitarias y esquemas de doble tributación.

Brasil es clave para la Argentina: cada punto de crecimiento económico en el vecino tracciona un cuarto o un tercio de punto en el país. Además, Brasil, la novena economía del mundo, es el principal destino de las exportaciones nacionales, en particular las industriales. Una Argentina que sea un socio más, entre muchos otros, para el gigante regional perdería el acceso arancelario preferencial que hoy tienen sus empresas.

Lo expuesto por Guedes cuenta, obviamente, con el aval del presidente electo, que parece dirimir en su favor una interna que cruza a sus reducidos equipos de asesores.

Los militares del «grupo Brasilia» que lo rodea también son liberales, pero menos doctrinarios que Guedes y los suyos. Entre otras cosas, se diferencian presionando para que las privatizaciones que se vienen no incluyan activos «estratégicos» como Petrobras y Eletrobras. Y para que no se socave el Mercosur.

Ese clivaje reproduce, de hecho, en que cruza a la industria brasileña. La de San Pablo, más concentrada y madura, puja desde hace tiempo por esa minimización del Mercosur, de modo de tener desatadas las manos para competir en mercados más lucrativos. Pero muchas de las otras 26 federaciones de la Confederación Nacional de la Industria (CNI), todavía dependientes de ciertos niveles de protección, encuentran en el arancel externo del bloque y en el mercado regional sus mejores garantías.

Bolsonaro parece tomar partido en esa puja y la Argentina recoge el guante. Se vienen tiempos de cambios. (Marcelo Falak/Ámbito)