El Nuevo Orden y la mundialización de la justicia

En la serie de columnas que venimos desarrollando para armar un puzle respecto las sectas, del Nuevo Orden Mundial y la intervención del ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, llegó el tiempo de hacer referencia a la mundialización de la justicia.

Entre algunas de las intervenciones del poder jurídico en relación con la cuestión que nos ocupa podemos recalar, en primer término, en Francia, más precisamente en mayo de 2001.

En ese momento la policía francesa intimó a Kissinger, mientras se hallaba hospedado en el hotel Ritz de París. El funcionario debía testificar en el proceso que investigaba la muerte de cinco franceses en Chile durante el régimen de Pinochet. Kissinger no respondió y abandonó Francia en forma desesperada.

Dos meses más tarde –julio de 2001-, la policía chilena le envía al gobierno estadounidense un pedido para interrogar a Kissinger y envía una lista de preguntas sobre el asesinato del periodista norteamericano Charles Horman, episodio ocurrido en el transcurso del golpe militar de 1973.

Horman habría sido apresado con la colaboración de la CIA y el hecho tuvo tal trascendencia internacional que fue narrado cinematográficamente en el filme “Missing” (desaparecido), de Costa Gavras.

Un mes más tarde, un juez federal argentino pide a EE.UU interrogar a Kissinger acerca de la Operación Cóndor, organizado por las dictaduras sudamericanas que se destacaron por la creación de prisiones ilegales, atentados mortales a gran escala y asesinatos específicos. Mares de tinta se han volcado en libros sobre la cuestión.

En septiembre de 2001, la familia del general chileno René Schneider, muerto en 1970 por la extrema derecha, ingresa en una acción judicial en Washington, solicitando a Kissinger una indemnización de 3 millones de dólares por el presunto involucramiento de la central de inteligencia norteamericana, cometido para intentar impedir la toma de posesión de Allende[1].

Brasil, febrero del 2002, el exsecretario de Estado desiste de viajar a Sao Paulo en marzo para entrevistarse con Fernando Henrique Cardozo, quien le entregaría la medalla de la Orden Nacional del Cruceiro del Sur.

La visita y entrega prevista fue suspendida al saber Kissinger que se habían recogido un gran número de firmas para un texto en el que se repudiaba su presencia y, además, se estaba planificando a un multitudinario acto de protesta.

Desclasificación y andanzas

Es necesario hacer hincapié que como resultante de la presión internacional por el caso de tres ciudadanos estadounidenses asesinados por la dictadura chilena, la Casa Blanca desclasificó 16.000 documentos, en los que se expuso a Kissinger. Así, éste, más que nunca, quedó expuesto como jefe del comité que supervisaba las “operaciones encubiertas” de la CIA.

Precisamente esos documentos, liberados por el Estado norteamericano, sembraron de oportunidades al periodista inglés Christopher Hitchens, quien escribió “The trial of Henry Kissinger”.

Los papers, que tomaron conocimiento público, sirvieron para que el gran público accediera a los escenarios que conforman una especie de mapa-mundi que tuvo como escenarios a Camboya, Bangladesh, Timor Este y, obviamente, América del Sur.

Si hacemos un brevísimo itinerario de las “andanzas” de Kissinger, no podemos dejar de mencionar Vietnam, donde destruyó las conversaciones de paz que habían tenido lugar en 1968, en el marco de la campaña presidencial de Nixon.

Camboya sufrió la ampliación de la guerra de Vietnam, a propuesta de Kissinger. Hubo millones de bombas sobre dicho territorio y se estima por ello la muerte de 600 mil civiles muertos, mientras que en Laos la cifra, al parecer llegó a 350.000.

En Bangladesh se utilizaron armas estadounidenses a favor del general Yahnya Khan que produjo un golpe de Estado, llevando a la muerte a 500 mil civiles en 1971. El Consejo de Seguridad norteamericano quiso condenar dicho accionar, pero la decisión fue impedida por Kissinger.

En Chile nadie duda de la participación, en la política kissineriana por parte del exsecretario en el golpe que llevó al poder a Augusto Pinochet, así como de su relación con la muerte del ministro de Relaciones Exteriores de Allende, Orlando Letelier.

Y en 1975, el presidente Gerald Ford y Kissinger mantuvieron encuentros con el dictador Suharto. Fue el propio Kissinger quien declaró que Norteamérica no reconocería la independencia de Timor Oriental, una antigua colonia portuguesa. La decisión fue tomada por Suharto como señal para invadir el país que produjo otra consecuencia lateral: El asesinato de por lo menos 200 mil civiles.

Memorias millonarias

Henry habría cobrado 6 millones de dólares por la publicación de sus memorias –un episodio casi desconocido de su vida que ponemos en blanco sobre negro-, que incluye en la historia a su editor Morwin Josephson, quien –me dicen-se lució con su trabajo y tras la publicación incrementó su clientela, ya conformada por ese entonces por –entre otros-, Woody Allen, Laurence Olivier, Barbra Streisand, Tennessse Williams e Isaac Stern.

El libro se publicó hasta en China y Kissinger habría recibido otros dos millones de dólares extras.

El grupo Berteismann pagó, en ese entonces, 530.000 dólares por los derechos alemanes sobre tapa y la revista Der Spiegel habría abonado una suma parecida para hacer una serie, mientras que editores de Japón, Inglaterra y Francia incrementaron las cifras en un millón, mientras que un editor de Kuwait compró los derechos en lengua árabe y la Editorial Atlántida adquirió los derechos en castellano.

Dos diarios israelíes serializaron las memorias, mientras que el sindicato de New York Times hizo algo similar para Latinoamérica.

[1] Kissinger y el genocidio de la dictadura militar argentina. Pág. 1 y 2.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com