Argentina y la necesidad de una mirada a largo plazo

El científico Marcelino Cereijido, discípulo del premio Nobel Bernardo Houssay, autor entre otros libros, de La nuca de Houssay y La ignorancia debida, repite hasta el hartazgo: “Los gobiernos no deben apoyar a la ciencia, deben apoyarse en la ciencia”. Pareciera que, en cuanto a las ciencias médicas, el presidente Alberto Fernández le ha hecho caso. Los mejores especialistas propios y del exterior, sin interesar posicionamientos políticos, son consultados por el Presidente. De esta forma decidió la continuidad de la cuarentena. Sabemos que si el mundo hoy atraviesa en forma endeble la pandemia es porque no oyó esos consejos. Los coronavirus que con distinta intensidad produjeron contagios, como el SARS o el MERS-CoV, en diferentes geografías del mundo, no modificaron a posteriori sus presupuestos en salud. Hoy las grandes potencias son vulneradas al igual que los países con mayor estrechez económica. Aclaración: las muertes producidas por esta pandemia hay que sumarlas a las socialmente naturalizadas. ¿O acaso han cesado las muertes por desnutrición, accidentes de tránsito, cáncer? ¿O acaso los asesinatos han desaparecido?

En vez de tener un Fondo Anticíclico como los países desarrollados, la Argentina tiene un endeudamiento ciclópeo. Las medidas económicas aplicadas en esta circunstancia por el Gobierno podrían provocar la caída del 4% del PBI. En el mundo desarrollado, Europa o Estados Unidos, alcanza al 15% del PBI.

El Presidente, al decidir la extensión de la cuarentena, argumentó que esto ayuda a ganar tiempo, ralentizando los contagios y así estar preparados en lo sanitario de la mejor manera, para cuando se produzca el pico de la pandemia.

En lo tributario el Dr. César Litvin, quien luego de analizar lo realizado por 171 países del mundo, recomienda un decálogo de medidas imprescindibles en esta coyuntura. Insiste en que lo prioritario es la postergación (“postergar no es regalar”, aclara el profesional) de los vencimientos impositivos y previsionales de nación, provincias y municipios hasta el 31 de julio de este año, con condonación de intereses y sanciones. El profesional es consciente de que esta medida producirá una baja en la recaudación; el IARAF calcula un 1,3% del PBI.

De la misma manera que el Presidente consulta más de lo que trasciende a especialistas relacionados a la pandemia, sería loable que en paralelo hiciera lo propio con especialistas locales e internacionales, a la hora de confeccionar un inevitable plan de reconstrucción nacional. El ahora tiene que ver con el concepto sanitario de “ganar tiempo”.

El Dr. Carlos Leyba me decía: “En nuestra sociedad hay dos sectores: uno que vive de su trabajo y el otro que vive de los desechos. Hay que detener la destrucción de la industria, que hoy representa el 20% del PBI. El principal mérito del sistema capitalista es la distribución, pero el capitalismo sólo existe cuando hay pleno empleo. Si queremos impedir que no estalle la salud, debemos ingresar necesariamente a una economía de control, de excepción, de guerra. El costo será enorme, se deberá emitir, los bancos deberán operar con mayor redescuento, y el Banco Central deberá refinanciar a los bancos”.

Argentina a lo largo de décadas fue dejando atrás las leyes de promoción industrial, a costa de aumentar, desde 1975 a la fecha, la desocupación, la pobreza y la marginación. Seguramente el mundo produce y producirá mejor que la industria argentina, pero si el presidente francés Emmanuel Macron se dio cuenta de que no puede seguir dependiendo de las grandes potencias, porque la desocupación y la pobreza habitan en su geografía, la Argentina debe priorizar la industria a la robótica, porque hoy esa es su realidad. Argentina se debe una mirada de largo plazo, y aprovechar este tiempo para preparar un Plan de Desarrollo Social, Educativo y Productivo que el país necesita con urgencia para la post crisis sanitaria. Debería volver a la industria naval, ferroviaria, la de las cañerías, la automotriz. Como dice el Dr. Leyba: “Lo nuevo es lo que se ha olvidado”.

Leyba no duda en pensar que los ejes de esa mirada de largo plazo, que los argentinos se deben y cree que el gobierno de Fernández podría protagonizar, pasan por la creación de un Consejo para el Desarrollo al igual que un Banco para el Desarrollo. Porque es verdad que la economía se recupera y las vidas no, pero ante una caída tan brutal de no aparecer un plan de salvataje económico, muchas empresas también morirán, con lo que ello implica para el tejido social.

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María Herminia Grande

Periodista. Analista política