La crisis en Yemen

Yemen soporta una de las crisis político institucionales, así como sociales más importantes de acuerdo a documentos logrados por organismos derechos humanos.

Las cifras indican que más de 100.000 personas han muerto en lo que la Organización de las Naciones Unidas considera como la peor crisis humanitaria del mundo.

Alrededor del 80 por ciento de la población, esto es 24 millones de habitantes necesitan asistencia humanitaria y protección y casi 10 millones de ellos se hallan al borde de la hambruna.

Dos millones de niños padecen desnutrición aguda y organizaciones internacionales de ayuda ya refieren que 85.000 menores murieron entre abril y octubre de 2018, mientras que otros miles de adultos han muerto por causas prevenibles y ahora el país se halla también asolado por la guerra y la pandemia de coronavirus.

Los programas de salud y de agua se están cerrando y el Covid 19 avanza a ritomo incontenible, según declaró Lise grande, coordinadora humanitaria de la ONU para Yemen.

La guerra yemení

Tuvo sus raíces en la Primavera Árabe de 2011, cuando se produjo un levantamiento social que forzó al presidente Aí Abdullah Salh a dejar el porder en manos de su vicepresidente Abdrabbuh Amasour Hadi, pero este último tuvo que soportar diversos problemas, en los que deben contabilizarse los ataques del grupo terrorista Al Qaeda, junto al de un grupo separatista radicado en el sur del territorio, a lo que se sumaron elementos tales como el desarrollo de la corrupción sisitémica, la inseguridad alimentaria y el hecho concreto de que muchos militares seguían siendo leales a Saleh.

El Movimiento Hutí

El movimiento Hutí defiende a la minoría chiita zaidí de Yemen y luchó en varias rebeliones contra Saleh aprovechándose de la debilidad del nuevo presidente para tomar el control de la norteña provincia de Saada y sus inmediaciones territoriales.

A finales de 2014, los rebeldes tomaron Saná, la capital forzando a Hadi a exiliarse, estimando la ONU que se produjeron por ese tiempo crímenes de guerra.

El conflicto se desarrolló dramáticamente en el 2015 cuando arabia Saudita y otros ocho países árabes, mayoritariamente sunitas, apoyados por EE.UU, el Reino Unido y Francia generaron ataques aéreos contra los hutíes para restaurar el gobierno de Hadi.

La coalición organizó el ataque por temor a que Irán, mayoritariamente chiita, facilitara un punto de apoyo en Yemen si apoyaba a los hutíes con armas y soporte logístico. Obviamente Irán lo negó.

Los civiles en 2017 sufrieron el impacto de un misil balístico en Riad y ello hizo que la coalición saudita reforzara el bloqueo contra Yemen, mientras paralelamente intentara detener el contrabando de armas de Irán a los rebeldes, también negado por Irán.

Todos los intentos de acuerdos de paz de la ONU fracasaron y para colmo la contaminación marina en Yemen crece espantosamente por lo que el Mar Rojo necesitaría más de 3 décadas para recuperarse de las graves consecuencias de los derrames de petróleo, según informes de la BBC.

Un derrame podría interrumpir el abastecimiento de comida a través del puerto de Hudaydah, por donde ingresa el 90 por ciento de los alimentos que abastece a las dos terceras partes de la población de Yemen.

Consecuencias

Los peligros que suponen el potencial derrame de petróleo en el Mar Rojo y el de una explosión, tanto para la vida marina como para decenas de miles de personas pobres de Yemen que dependen de la pesca para sobrevivir, se agregan 126.000 personas que viven de la industria pesquera y de otras que funcionan con la explotación salina.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com