Saín y la institucionalidad

Si tuviésemos que resumir en lenguaje futbolístico la remoción de Marcelo Sain, diríamos que fue por acumulación de tarjetas amarillas. No pasaba una semana desde que se hizo cargo del Ministerio de Seguridad, en que alguien no fueran víctima de sus improperios: subordinados, legisladores, miembros del poder judicial, empresarios, políticos, legisladores, periodistas y hasta sus propios superiores. Generó en el microclima institucional la horrible sensación de estar bajo su artera vigilancia. La aplicación de mensajería Telegram creció exponencialmente en meses.

La remoción por amplia mayoría parlamentaria del director del Organismo de Investigaciones del MPA Marcelo Saín, dejó al descubierto lo que el controvertido ahora ex poli funcionario encarno en su fallido paso por la Provincia de Santa Fe: la crisis de institucionalidad que vive esta Provincia desde el 11 de diciembre en que Omar Perotti, a dos metros del saliente Miguel Lifschitz en el estrado de la Cámara de Diputados luego de jurar como Gobernador, señalara tácitamente al socialismo – y al FPCyS con un sector del peronismo – de ser socios de las mafias en sus doce años de gobierno, que él se comprometía a desarticular.
Inmediatamente se supo que el brazo ejecutor para esa tarea no sería otro más que Marcelo Sain, a quien nadie se le ocurrió hacerlo renunciar de su cargo en el Ministerio Público de la Acusación (el de director del Organismo de Investigaciones) para ocupar el Ministerio de Seguridad. Sain, en insólito uso de licencia; “tenía un pie en el Organismo de Investigaciones, del cual se valía para obtener información (de manera irregular se supo ahora) que usaba en su beneficio como Ministro de Seguridad, pero no para perseguir delincuentes, sino para espiar a quienes lo criticaban”, resumieron en sus discursos los diputados Julián Galdeano (UCR) y Joaquín Blanco (PS).
Tuvo que renunciar como ministro de Seguridad envuelto en uno de los tantos escándalos que generó en su paso por esa cartera. Sain sumió a la Provincia en la crisis de poderes más intensa que se conozca. Literalmente hizo que todos se enemistaran con todos; y aunque esté convencido de lo contrario, el mayor perjudicado política y funcionalmente fue quien lo sostuvo hasta que no dio para más: el Gobernador Omar Perotti, y por añadidura el Partido Justicialista.
Desde hace meses quien tiene que lidiar con los despojos que le dejó Sain en el Ministerio de Seguridad es el abogado venadense Jorge Lagna, cuya principal faena como Ministro de Seguridad fue devolverle la auto estima a la fuerza policial, despreciada hasta niveles humillantes por su antecesor.
Lagna hace lo que puede con lo que tiene, inmerso en una sociedad violenta y desquiciada en sus estratos más relegados, mano de obra de sectores poderosos con ramificaciones de todo tipo que los manipulan, cuyo diagnóstico precisamente Sain se encargaba de describir con quirúrgica – y hasta novelesca – precisión, pero que nunca atacó. “No agarró a nadie”, ilustró el Senador radical Lisandro Enrico. “Todas las bandas narcos fueron detenidas en la gestión anterior, y el juego clandestino – con Peiti incluido – fue investigado desde muchos antes por el MPA, faena en la cual Saín se enancó queriendo sacar provecho”, agregó el diputado Maximiliano Pullaro.
Quienes lo defendieron durante la sesión conjunta que trataba su remoción (los diputados peronistas Leandro Busatto y Matilde Bruera, y los de izquierda Giustiniani y Del Frade), lo hicieron con el precepto de la “división de poderes”, “cercenamiento de la libertad de expresión” y “crisis institucionalidad”, pero leída al revés de lo que detallamos anteriormente.
En definitiva, para quienes aún consideran injusta su remoción, la Provincia perdió a uno de sus mejores hombres en la lucha contras las mafias enquistadas en el poder. ¿Perdió la guerra entonces el Gobernador Perotti?. Creemos que no. Solo puso sus genuinas intenciones pre-gubernamentales en manos de la persona equivocada. El peronismo santafesino es mucho más que el extranjero Marcelo Saín, y seguramente tiene en sus filas a los hombres y mujeres que el Gobernador necesita para llevar a cabo tan noble propósito.

Una campaña sin atractivo

El tránsito de las PASO a las elecciones generales fue desabrido. El picante se consumió el 12 de setiembre cuando, básicamente en el micro clima político y periodístico, queríamos saber quien se impondría en la cuádruple interna “de la derecha” en Juntos por el Cambio, si Omar Perotti terminaba doblegando al “Chivo” Rossi – hecho que finalmente ocurrió – y si el espíritu de Miguel Lifschitz se reencarnaría electoralmente en su viuda Clara García, cosa que también pasó.
Los números del 12 de setiembre fueron definitorios, y hoy solo se trata de saber en cuanto se consolidarán los posicionamientos; difícilmente haya sorpresas modificatorias. A menos que una marea de votantes indetectables por las encuestas, decidiera sigilosamente dar el gran golpe electoral.
Hacia el lado que fuera.