(In)seguridad y Derechos Humanos

Reconozco que cavilé la posibilidad de escribir estas líneas no una, sino varias veces. Existe cierto consenso en los ámbitos académicos y de divulgación, en torno a no generar opinión sobre determinados temas taboo. Un hondo temor anida en las mentes de las voces y las plumas encargadas de pensar la sociedad, pensar el presente, pensar la realidad.

Reconozco, también, que (sin intención de caer en la humilde sinceridad barata) soy de aquellos que prefieren no callarse y hablar de lo politicamente incorrecto. Quizás porque no aprendí a cerrar la boca como solían y suelen aconsejarme los maestros que me formaron a lo largo de mi vida, comenzando por mi progenitor (que ya no lo tengo conmigo para contradecirlo); quizás porque soy un producto de la democracia (nací en 1984), no conocí otro sistema que el institucional y como tal estoy acostumbrado a manejarme en libertad; quizás porque como confeso peronista me hierve la sangre al ver  una injusticia por más pequeña e intrascendente que sea.

 

La inseguridad y la clase trabajadora

La falta de seguridad, o inseguridad a secas, es una injusticia. Podrá presentársela de diferentes maneras pero es una injusticia al fin, no hay vuelta que darle. Para ser justos, también son injustas la pobreza, la desocupación, la falta de salud, la falta de oportunidades; entre otras enfermedades que asolan al carcomido cuerpo social posmoderno del siglo XXI, y que tarde o temprano -más temprano que tarde- cristalizarán en una nueva injusticia, un nuevo hecho de inseguridad, que a su vez redundará en más exclusión y más inseguridad. Un círculo macabro.

Ahora, la culpable de esta situación no es la clase trabajadora. Aquella que diariamente pedalea en una bicicleta herrumbrada rumbo a la obra en construcción y tiene la espalda arruinada de tanto hacer fuerza; aquella que a duras penas se pudo comprar una Guerrerito 110 para cadetear, no tiene obra social y diariamente soporta el menosprecio de un patrón insensible que amenaza con echarla, porque según su opinión «negros nunca faltan para repartir» (algo que un tal Marx llamaba Ejército de Reserva); aquella que se le parten los riñones de tantos años de estar arriba de un tacho, y a las 12 del mediodía luego de trabajar toda la noche, aspirar dos líneas de cocaína y bajarse tres atados de puchos para mantenerse en pié, tiene que entregarle una inhumana comision al negrero dueño de la unidad; aquella que nació en zona sur, no conseguía laburo y tuvo que concluir el secundario en un E.E.M.P.A. para poder entrar a la juerza policial (perdónenla, no sabe pronunciar bien el castellano porque no tuvo una buena educación) y terminar custodiando la puerta de un supermercado chino, esperando la hora que la bala 9 milímetros de un caco le traspase la sien; aquella que la llamaron para cubrir un objetivo en una empresa de seguridad trucha que le paga dos mangos y encima la obligan a quedarse otro turno de 12 hs porque el vigilador al que le tocaba venir al recambio no vino; aquella que tuvo un poco más de suerte y trabaja 10 hs en una metalúrgica haciendo extras para poder darle lo mejor a sus hijos, pero que cuando llega a su casa no puede hacerle el amor a la señora porque está muy cansada; aquella que era empleada en el Swift, pero un día le dijeron que cortándose unos dedos de la mano cuando el encargado no se diera cuenta podía cobrar una buena indemnización y hoy se compró una casa y puso un kiosquito en Rueda y Lavalle; aquella mujer que limpia por hora «en casas de familia» para mantener a ocho hijos, porque su marido murió luego de ir a «trabajar» (salir a robar en el argot popular), y su pareja actual le da por golpearla cuando bebe; aquella piba de 19 años que vive en Tablada pero trabaja de moza en Alberdi, gracias al dueño de un Resto-Bar que el día de la entrevista le dijo que tenía linda cola; aquella meretriz que deja a sus hijos con una niñera (PUTA, digámoslo con todas las letras porque se trata de un trabajo, y como tal dignifica la condición humana, aunque en realidad sea un trabajo indigno) y debe necesariamente apostarse en alguna esquina de la ciudad para conseguir «clientes» que requieran sus servicios; aquella; aquella….aquella clase trabajadora que tiene tantas ganas de vivir y salir adelante, no puede ser la culpable de la inseguridad; no es la culpable de la inseguridad.

 

Progresismo y Derechos Humanos

Hoy, en nuestro país, impera un clima progresista. Parte de un proceso de alcance continental, asistimos a un momento en el que lo social (guste o no) tiene un lugar preponderante en en el debate público y en lo que a las políticas de estado se refiere.  Lo contrario sucedía en el decenio menemista, en donde con la caída del denominado «socialismo real», asomaba un pensamiento único que pregonaba la libertad de mercado y el corrimiento de la entidad estatal, en el marco del «fin de la historia».

El progresismo en esta tierra (no viene al caso dar nombres, al que le quepa el sayo que se lo ponga), ha hecho y hace demasiado para tratar de corregir las desigualdades sancionadas por el sistema capitalista. Ningún argentino en su sano juicio podrá cuestionar su profunda visión humanística y su inquietud equitativa. Sin embargo, pese a los grandes avances en materia de legislación igualitaria y de generación de empleo; la seguridad, derecho fundamental y condición indispensable para el ejercicio de las libertades individuales y colectivas, sigue sin poder tener su correlato en la realidad.

«Descuidistas» o «mecheras»; atracos a mano armada; «escruches» en fincas particulares construidas con un inmenso esfuerzo; violaciones a jóvenes indefensas; palizas tremendas a ancianas después de robarles la jubilación; secuestro de menores con fines de prostitución, Candela…, Candela…, Candela Rodriguez está muerta y ya nada se puede hacer. Como decía el estado de un contacto en Facebook luego de la atroz noticia, «no podrá ir a bailar, no podrá enamorarse, no podrá tener su fiesta de quince, no podrá casarse»…, no podrá porque murió. Murió = Pretérito.

¿Tenía alguna culpa Candela? ¿Merecía morir? ¿Fue un hecho justificado dadas las supuestas actividades ilicítas en las que estaría involucrado el padre, como manifestaban inoportunamente algunos fanáticos desquiciados? Eso lo determinará la justicia. Para el caso es lo mismo: Candela está muerta; otra víctima de la inseguridad.

TN no ayuda mucho a la armonía ciudadana, eso también es cierto. Ni TN ni la mayoría de los canales informativos, que caminan cual aves carroñeras buscando algún acontecimiento sensacional (cuanto más sangriento mejor) que satisfaga el morbo del televidente y suba el rating.

Ahora: que existe la inseguridad, existe; con mayor o menor intensidad pero existe. Así lo indican las estadísticas y las palabras del hombre común, habituado a que su vida corra peligro.

¿Tiene algo que ver lo lamentablemente ocurrido en los setenta con la harto escuchada demanda de seguridad coetánea; argumentación religiosamente esgrimida por el progresismo a la hora de referirse a esta problemática? Dicho de otro modo: ¿Demandar seguridad es estar a favor de Videla? ¿Es creer que los desaparecidos fueron menos de 30.000?

De ninguna manera. Es bregar por un futuro en paz para nuestros hijos, para nuestros padres, para nuestros amigos.

Continuando con la argumentación anterior podría decirse -y en este caso con toda razón-: «La situación de inseguridad deviene de las políticas entreguistas y antipopulares implementadas desde la última dictadura militar que favorecieron la precarización laboral y luego la desocupación, profundizadas durante el gobierno neoliberal de Carlos Saúl Menem». Estamos de acuerdo en el planteo, pero…¿Esto justifica la ineptitud o la negligencia para resolver un tema cotidiano como la inseguridad? ¿Debemos dejar que siga cayendo gente inocente en nombre del progresismo y la defensa de los Derechos Humanos, mientras los malvivientes ríen gozosos en su impunidad?

De ninguna manera. Candela vivía en el siglo XXI, en el año 2011, y no pudo presenciar el horror del regimen inconstitucional que gobernó a sangre y fuego nuestra nación por obvias razones: no había nacido. La mayoría de los jóvenes que cada año ingresan a la fuerza policial, tampoco. Solamente buscan un trabajo estable con obra social y tener una vida tranquila, como todos nosotros. Desde ya que deben quedar todavía en los puestos de mando viejos integrantes de los comandos de operaciones que otrora secuestraban, torturaban y desaparecían inocentes. Pero ¿Eso amerita no reconocer una inseguridad galopante que día a día acaba con la vida de nuevas personas? ¿Negar la realidad es ser de izquierda? ¿Exigir seguridad es ser de derecha? ¿Pedir que tu hija no sea ultrajada cuando sale a bailar y no vuelva en una bolsa cortada en pedacitos es ser fascista? ¿Qué es ser fascista? ¿Son «fachos» los habitantes de las barriadas humildes que quieren ir a hacer las compras tranquilos y tomar mate en la vereda un día de calor? ¿Son de derecha las familias laburantes que piden una garita para no caminar 20 cuadras para tomar un colectivo porque los conductores no entran a la zona por miedo a los robos? ¿Es «facho» el pequeño comerciante de Empalme Graneros que está cansado que los asaltantes lo agarren de punto?

 

La droga y la complicidad de la clase política

Hay que caer a la realidad. «La verdad es la única realidad», decía Perón basándose en Aristóteles. La verdad es que roban, violan y matan sin piedad. Ya no existe el respeto por el otro, porque no existe el respeto por la vida misma. «Desde que aparecieron los tranzeros se acabaron los códigos», me cuenta un querido amigo del barrio 7 de Septiembre. Tiene razón, la droga, la maldita droga, reina entre los adolescentes. Para ser el más «pija» (el más guapo, el más popular) del grupo hay que «ponerse». Primero, se comienza con un faso a escondida de los padres; luego un «amigo más grande» acerca un «pase». La cocaína «se baja» con alcohol, que a la vez pide más cocaína para evitar la depresión y así quedás «re-loco», «re-pila». Claro que «si se te va la mano», tenés que cortarte el brazo para no morir de una sobredosis; al menos ese es el «consejo» de los experimentados consumidores. La droga está, siempre estuvo. A mediados de los ochenta y principios de los noventa «el pico» (la inyección intravenosa) hizo «viajar» a varios. Muchos murieron de SIDA. Pero todos coinciden en algo: «antes la droga te la comprabas con tu dinero; ahora si no podés costeártela tenés que salir a «trabajar» (robar) para comprarla».

La policía debe estar «metida» seguramente. Pero, seguramente, no son los agentes que mueren en la calle desangrados por las balas de los delincuentes los que manejan el negocio de las estupefacientes, sino los encargados de conducirla, las cúpulas de la institución. ¿Complicidad de la clase política? Seguramente, también. Dirigentes de variados signos ideológicos han consumido, consumen -seguramente- y consumirán «milonga». Claro, «ésta es de la buena», no te hace sangrar la nariz como la que te vende el dealer de la esquina, cortada con tubo de fluorescente molido.

 

La seguridad, Derecho Humano primordial

Extenderme en esta nota, no era el objetivo prístino. Solo me interesaba reflexionar sobre un tema precupante como el de la inseguridad, nada más que eso. No soy ni legislador, ni Juez, ni ninguna autoridad competente en la matería para ofrecer una solución; esa no es mi tarea. Tampoco es la tarea de los millones y millones de argentinos que viven -vivimos- en este maravilloso suelo. Ellos solo quieren disfrutar su estadía en este mundo en paz y poder darle un buen futuro a sus hijos. Pero están cansados, ya no confían en una Justicia que mira para otro lado, porque no tiene los cojones necesarios para enfrentar el problema acuciante de la falta de seguridad.

Debe de una buena vez debatirse este tema publicamente por más que no sea políticamente correcto, y «piante votos» durante una campaña electoral. Deben nuestros representantes estar firmes junto al pueblo velando por su integridad todos los días, y no solamente al encenderse una cámara de televisión o dispararse un flash. Debe -tiene que- encontrarse una solución a la inseguridad que no sea el garantismo extremo, o la pena de muerte como proponen algunos dementes. La seguridad es un derecho, un derecho humano; el derecho humano de la seguridad.

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Antonio Abbatemarco

Director de Cuna de la Noticia

6 comentarios sobre “(In)seguridad y Derechos Humanos

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    el 2 septiembre, 2011 a las 15:38
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    aA MI HIJO LO MATARON EN PANAMERICANA Y PUENTE SAN MARTIN HACE 6 MESES , EL CONDUCTOR NO TENIA SEGURO ,PAPELES TRUCHOS , ETC , SIN EMBARGO A LAS 10,30 FUE EL ACCIDENTE Y A LAS 13,030 YA ESTABA LIBRE Y MI HIJO TODAVIA EN EL PAVIMENTO , NO QUIERO SER MUY EXPLICITA PERO EL ASESINO ESTA SUETO Y MI HIJO EN EL CEMENTERIO SIN CUMPLIR SUS SUEÑOS , SILVIA

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    el 2 septiembre, 2011 a las 15:43
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    el 2 septiembre, 2011 a las 15:45
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    A quien corresponda., Marzo de 2011.
    Se trata de Silvano Emmanuel González de 24 años de edad, que el día miércoles 16 de febrero del corriente año, a las 10:31 hs según las pericias, se encontraba realizando su trabajo (mensajería), circulando por la autopista Panamericana en dirección a capital, y que a la altura de panamericana y san Martin, partido de Vicente López, en donde se detiene por un momento sobre la banquina para corroborar una dirección a la cual debía llegar.
    Fue en cuestión de segundos cuando del tercer carril de la mano rápida de la autopista se cruza a gran velocidad un auto, que choca con el guarda- raíl de la autopista y a 5 metros de distancia más adelante atropella brutalmente a Silvano E. González, (que estaba allí estacionado con su moto, sobre la banquina dentro de las normas de transito permitidas). De esta manera sale despedido por el aire unos metros hacia arriba, desprendiéndose en ese momento el casco que llevaba puesto, mientras que el conductor sigue la marcha velozmente sin apretar los frenos, llevándose por delante y arrastrando la moto, y a unos 100 metros más adelante se detiene. Silvano termina cayendo de cabeza sobre el bloque de cemento que separa la banquina del pasto, finalmente queda su cuerpo tendido sobre la banquina, ya sin vida.
    Según la autopsia que se le realiza, da como resultado de su muerte: fractura de cervical, hundimiento craneal y paro cardiaco respiratorio. Todo, a consecuencia de haber sido envestido de espaldas y ser levantado al aire unos metros.
    El conductor del auto que lo embiste, Darío Hernán González de 21 años de edad, que hace poco tiempo se le había otorgado el registro de conducir, argumenta “quedarse dormido en el momento del accidente tras haber trabajado muchas horas de noche en la fabrica Volkswagen y a causa de esto el cansancio de él; que le provoco sueño en el momento en que conducía. Alegando no presionar los frenos del auto tras el shock emocional que esto le causo”.
    Según testigos que allí se fueron acercando y entre ellos gendarmería, nos dieron información de la conducta del conductor del auto al momento de bajarse ileso de su vehículo, que se había acercado a observar lo que había sucedido y que según fueron sus palabras directas hacia la policía que allí se encontraba, “yo tengo seguro y mi seguro paga la muerte”, así… fríamente y sin sentir culpa se refirió a lo ocurrido.
    La cuestión de todo esto es que se realiza una denuncia penal en contra del conductor Darío Hernán González, para llevar a cabo una investigación y así resolver por medio de las pericias policiales que se realizan, la culpabilidad existente o no de tal tragedia
    Todo lo sucedido, queda filmado por las cámaras de la autopista que allí se encuentran, y fue emitido al aire por noticieros de canal C5N y canal 13, A poco tiempo de haber ocurrido todo.
    Nosotros familia: Madre, Padre, hermanos, novia y amigos de Silvano nos encontramos con un profundo dolor por la ausencia de nuestro ser tan querido. Y con una gran indignación por cómo sucedieron las cosas y tras no haber recibido ninguna clase de disculpas o condolencias de parte de Darío Hernán Gonzalez hacia la familia que ahora sufre la pérdida de un hijo.
    Porque sabemos que no existe una condena para este tipo de accidentes provocado por esta clase de conductores que a conciencia manejan a gran velocidad, con poca experiencia a poco tiempo de adquirir un registro de conducir, como para transitar sobre autopistas o avenidas, donde el transito se hace riesgoso, argumentando estar excedidos de sueño y por eso se quedan dormidos mientras conducen.
    Este tipo de inconscientes no tienen derecho a quitar la vida así como así, solo por decir que se duermen.
    La pregunta es – ¿cómo puede ser que se les otorgue un permiso de conducir a una persona solo por hacer unas pruebas de cómo estacionar y rendir un examen oral de los carteles de señalización de transito. Si esto no es suficiente al momento de tomar rutas. Que todos los días mueren personas por accidente de tránsito, porque otras no saben manejar o no les importa nada excediéndose en velocidad, haciendo zigzag en las rutas solo para pasar a otros, sin respetar las normas de transito impuestas. Que la vida del prójimo no vale nada,” total los seguros pagan la muerte del otro”. Como si el dinero vale más que el sufrimiento de los seres queridos, y calmara el dolor en el alma de los que quedamos sufriendo.
    Y como si esto fuera poco, luego de matar a una persona, siguen con derecho a seguir manejando solo por dormirse mientras manejan, como si esto no tuviera importancia.
    Una conducta a tener en cuenta es que cuando: a un empleado se lo descubre durmiendo en horario de trabajo, el empleador toma medidas en el asunto, ya sea sancionándolo o terminan por despedir a dicho empleado.
    Entonces…¿ por qué no se le quita el registro a una persona que duerme ni más ni menos que en una ruta donde la conciencia es importante a la hora de estar frente a un volante, y que la vida de muchos también depende de nuestros actos.
    Si somos consientes que si tomamos bebidas alcohólicas y luego conducimos, esto nos quita reflejos e involuntariamente no podemos coordinar nuestros actos. Así y todo gracias a Dios hoy en día se aplica un control sobre los conductores relacionados a este tema, y si es necesario, según el caso hasta se les quita el registro de conducir. Pero todo esto se entiende que es para evitar más accidentes de tránsito, así como también sancionar a quienes no respetan las normas.
    Entonces conducir con sueño y provocar la muerte de otros… ¿qué significa?, esto no tiene remedio y seguirá pasando cada tanto, además de ser una gran escusa para no sentir culpa.
    Recurrimos a ustedes ya que tienen los medios como para difundir las cosas que pasan día a día, pidiéndoles que nos ayuden de alguna manera a profundizar lo que le sucedió a Silvano, que fue víctima de este tipo de “accidente “ ,y hoy en día ya no lo tenemos más entre nosotros, porque no se perdió una vida cualquiera, sino una vida más que se suma a tantas otras. La vida de una persona joven de tan solo 24 años de edad, con muchas ganas de conseguir logros en su vida, con muchos sueños y proyectos depositados en tener una familia, porque tenía la ilusión de casarse con su novia en enero del próximo año y para demostrar eso, tenemos videos en nuestras manos donde Silvano se encuentra construyendo el mismo y con sus propias manos, la casa que luego sería su hogar que tanto deseaba. Dedicándose a ello en su tiempo libre. Y trabajando duro para lograrlo, ya que él estaba pagando toda la edificación.
    Silvano era un muchacho trabajador, aspirante, dedicado a su pequeña empresa (pymes) en sociedad con un compañero de trabajo, ambos eran monotributistas, facturaban y pagaban el IVA correspondiente, con la ilusión de hacer crecer su pequeña empresa en un tiempo futuro, es por eso que él se dedicaba con tanto esmero y responsabilidad de cumplir en tiempo y hora con las otras empresas para la cuales el trabajaba, llevando las encomiendas de un lugar a otro. Tenía estudios secundarios completos y aspiraba a seguir una carrera. Muy respetuoso, y muy querido. Es decir, que estamos hablando de una persona decente. Eso queda a la luz por tantos amigos y empresas para la cual él trabajaba, porque todos ellos expresaron su dolor a la familia. Y sin embargo de parte del asesino que irrumpió en su vida, no conseguimos ni siquiera una disculpa mediante una carta o por teléfono, ya que se entiende su comportamiento cobarde en no dar la cara.
    Sabemos que será difícil conseguir una condena para él, porque no existe ley que condene esto, pero por lo menos deseamos que ustedes lo difundan para que los vecinos, familiares, allegados y empleadores de Darío Hernán González tengan presente su conducta y sean ellos quienes lo juzguen, tal vez esta sea la manera de ocasionarle la vergüenza ante la sociedad. Además aportar un granito mas, ya que suma a tantos accidentes que se denuncian, similares a este, para que algún día se pueda crear una ley que sancione la imprudencia al momento de sentarse frente al volante, sabiendo que quien lo haga en estas condiciones no se encuentra apto para manejar, y que si así lo hiciera, luego de ocasionar algún daño al prójimo, sepa que le espera un castigo.
    Porque es importante la consciencia y la lucidez al momento de salir a la calle, porque muchos dependen de nuestros actos también.
    Señores: todos lamentamos cuando perdemos en la sociedad gente de bien, y sin embargo parece ser común que generalmente le tenga que pasar estas cosas a las personas que si merecen estar entre nosotros, cuando debería pasarle a los que no se merecen estar, como a los delincuentes , los violadores , los asesinos, etc. Es decir a todos los malvivientes.
    Nuestros medios de contactos son:
    Núm. de tel.: 4741-6882. Silvia (madre de Silvano). Mail: rogel-silvia@hotmail.com

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    el 2 septiembre, 2011 a las 18:46
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    Cuna de la Noticia : (In)seguridad y Derechos Humanos

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