Cristina Fernández de Kirchner cerró la Conferencia de la Unión Industrial Argentina

«Los políticos vamos a tener que decidir, Yo ya he tomado la decisión hace rato. Respetar a los mercados, pero los que gobiernan son los que han sido elegidos por el voto popular», dijo la presidenta durante el cierre de la 17ma. Conferencia Anual de la Unión Industrial Argentina (UIA).

Al hablar en el acto desarrollado en el Hotel Hilton de Puerto Madero, la Presidenta hizo referencia al «sopapo» que representó la caída de la Bolsa española tras las elecciones que determinaron el triunfo de Mariano Rajoy, del conservador Partido
Popular.

Cristina estuvo acompañada por el ministro de Economía y vicepresidente electo, Amado Boudou; el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli; el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido; y la ministra de Industria, Débora Giorgi.

Además, estuvieron presentes el secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli; el ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao; el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), José Ignacio De Mendiguren, y el ex embajador argentino en Francia, Luis Ureta Sáenz Peña, entre otros.

En su discurso, la presidenta mencionó la idea del péndulo y de la innovación, ambas utilizadas por el titular de la UIA, José Ignacio de Mendiguren en su discurso, para mostrar lo que fue la crisis del 2001, «en la que el péndulo se convirtió en maza y arrasó con la Argentina», y lo que debía ser el futuro del país.

La jefa del Estado hizo un repaso de la historia argentina y su contexto internacional desde el 2003, cuando asumió la presidencia Néstor Kirchner, y dijo que si bien «la situación en el mundo fue en algunos momentos muy compleja y difícil» por las crisis financieras internacionales, desde el gobierno nacional siempre se creyó que «el problema radica en que se trata de aplicar viejas ideas para resolver nuevos problemas».

Para graficar esta afirmación recordó que en la última reunión del G-20, en Cannes (Francia), donde le tocó exponer, había un cartel que decía «Nuevo mundo – Nuevas ideas», sin que durante el encuentro se haya escuchado «ni una sola nueva idea, ni adentro ni afuera», ni tampoco «nadie que dé un marco teórico a lo que está pasando que permita decodificar hacia dónde vamos».

La Presidenta reiteró su definición sobre el «anarco-capitalismo financiero» de estos tiempos, que hace que el stock financiero supere cuatro veces el stock de bienes y servicios, y dijo que con situaciones así, «la crisis tarde o temprano viene y el mundo implosiona».

Cristina hizo un repaso de los marcos teóricos con los que se definió cada etapa de la historia mundial, y dijo que «las grandes transformaciones económicas finalmente son sociales».

En este marco mencionó la caída de la monarquía y la llegada de la burguesía, el surgimiento del capitalismo y, como reacción, el marxismo, el mundo bipolar y más tarde con la caída del Muro de Berlín la hegemonía de un sólo país.

Más tarde, al volver a la situación en la Argentina dijo que «el modelo es el de crecimiento, con un 9 por ciento en los últimos 12 meses, con generación de empleo que hizo que la desocupación baje al 7,2 por ciento, e inclusión social», a través de políticas dirigidas a los sectores más vulnerables.

Después, la Presidenta se refirió a «cómo seguimos», y en este sentido hizo hincapié en la «innovación» y en lo que llamó «una etapa de sintonía fina», donde se debe «estudiar cada uno de los sectores bajo la lupa de la competitividad».

En este punto, la jefa del Estado aclaró que esa competitividad es «con inclusión social», y no «a costa de salarios, de pagar impuestos, o de subsidios».

Cristina también habló de «innovación» en términos de comportamiento de cada uno de los tres sectores fundamentales en la vida del país, que son «los empresarios, los trabajadores y el Estado» y que «han sido las claves del crecimiento de estos años».

«Ya no importa si son pequeñas, medianas o grandes empresas, hay que comenzar a hablar con sintonía fina de inversión, salarios, inflación, subsidios, y utilidades», consignó.

En este marco, la Presidenta dejó en claro que el modelo argentino «es de crecimiento y no de metas de inflación», y subrayó que «en esa línea» seguirá su gestión.

Dijo también que el superávit comercial de la balanza con Estados Unidos se debe a que «en el 2006, con la etapa de reindustrialización del país, las empresas comienzan a comprar maquinarias», y se preguntó cómo un país al que se le compra valor agregado no deja a la Argentina «entrar limones, o carne».

«Se pueden tener buenos modales también, pero primero fuerza y firmeza, con sonrisitas pero sin ingenuidad», dijo en referencia a las relaciones bilaterales.

En otro orden, la Presidenta mencionó el pedido de participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas y puntualizó que «no puede ser por la fuerza».

La presidenta también habló de las «conquistas laborales», y dijo que siempre estuvo del lado de los trabajadores, y que por eso cuando fue legisladora estuvo «en contra de la ley de flexibilización laboral».

«Me vinieron a ver, menos del Vaticano, todos. Dirigentes políticos, cónyuges de dirigentes políticos, llamadas, para que vayamos a dar quórum, que por favor, que se cae el mundo, pero durante un mes no bajamos a dar quórum», recordó la mandataria en referencia a la época en que era ministro de Economía Antonio Erman González.

Luego, en alusión al escándalo del Senado del gobierno de la Alianza, recordó que «en Diputados hubo un sector importante» que se opuso, y del cual ella fue «una de las espadas más fuertes».

«Nadie puede puede decir que no defendí a los trabajadores. Tengo, sin ser dirigente sindical pergaminos suficientes para decir que siempre he defendido a los trabajadores y que no soy neutral, que siempre estuve del lado de los más vulnerables», consignó la Presidenta.

Agregó que tuvo que llegar este Gobierno «para restituir la negociación colectiva, el salario mínimo vital y móvil, mejorar la situación de los jubilados, e incorporar trabajadores».

En referencia al conflicto laboral, reivindicó el derecho de huelga, pero señaló que «últimamente» se asiste a prácticas donde los conflictos no son entre la patronal y los sindicatos, sino por el encuadramiento» gremial.

«Esto no es conflicto laboral, esto es conflicto sindical», dijo, y señaló que la vocación del Gobierno es solucionar estos conflictos y que «la razón vaya de la mano de la justicia, y de la mano de la legalidad y la legitimidad».

Pidió que «esta partitura», tal como la llamó De Mendiguren en su discurso, «la toquen todos, empresarios, trabajadores, sindicatos y toda la República Argentina», y que lo hagan «desde la inteligencia, para seguir sosteniendo el mismo modelo».

La Presidenta también hizo referencia al tema del traspaso del subterráneo de la Nación a la Capital Federal, y recordó que «la Ciudad de Buenos Aires es la de mayor ingreso per cápita del país» y que lo que se está tratando de lograr «es hacer cumplir la ley», pero señaló que el plazo no puede ser hasta el 2017.

«Criticaron los subsidios y hoy piden extenderlos hasta el 2017», dijo, al tiempo que pidió «innovación en los comportamientos, en las cabezas», ya que «de nada sirve que los autos vuelen o los trenes vayan al espacio» como mera innovación tecnológica.

En referencia a la economía de las empresas, dijo que es necesaria la reinversión de utilidades en el país, ya que «cuando se intentan preservar las utilidades, principalmente del sector financiero, las crisis llegan y pagan los que menos tienen, y la maza termina pegándole a la pared, y la Argentina queda como en el 2001».

Como ejemplo, puso a la industria automotriz, que «utiliza mano de obra intensiva y calificada, no es monopólica, compite y además reinvierte sus utilidades en la Argentina».

Cristina habló también de «los tontos que creen cosas disparatadas que se dicen», en vez de «ver la totalidad de lo que viene haciendo este Gobierno en los últimos ocho años, con cuatro o cinco crisis internacionales, y muchísimas menos reservas».

«Mi interés no es discutir ni pelear con nadie, sino que entendamos las cosas que hay que hacer para que el crecimiento siga adelante», consignó la jefa de Estado.

Anticipó que «estas son las cosas que vamos a tener que discutir, de inversión, inflación», y expresó su disposición y la de su equipo «a abordar cada uno de estos problemas».

«No hay que hablarse por los diarios cuando uno quiere solucionar las cosas, tienen que tomar un teléfono o ir hasta las oficinas del funcionario. Por los diarios siempre se complican las cosas y no revelan ánimo de solución», dijo.

Dijo que las soluciones van a venir del mercado interno y del mercado regional, y criticó a las grandes empresas de servicios y producción que habían comprado gran cantidad de dólares, por el mismo valor a «los créditos del Bicentenario tomados a tasa negativa».

Manifestó que «ellos son los que mueven la economía, unos pocos, no los jubilados de la mínima, no los millones de argentinos, sino los que atesoran billetes en portfolios».

«Hablemos sin enojarnos, ya aprendí a no enojarme, después de lo de él (en referencia a su marido y ex presidente Néstor Kirchner) no me enoja más nada, sólo lo de él me enojó», reflexionó la Presidenta.

En este marco, insistió en expresar su apertura a «todas las ideas que permitan seguir sosteniendo la demanda agregada y a quienes no tienen capacidad de ahorro».

Dijo también que muchas empresas en Argentina tienen sus utilidades «por encima del estándar internacional», y afirmó que no le «molesta» en la medida que «no provoquen una situación de fuerte endeudamiento del resto de la sociedad».

Recordó la disminución de la deuda externa, a la que llamó la «lacra» de nuestra historia, y dijo que hoy es del 32 por ciento en relación al PBI.

Finalmente, en otra referencia al triunfo de Rajoy en España, y tras contar que se comunicó con él para felicitarlo por su triunfo, recordó que «todos los diarios calificaron de contundente su triunfo con un 44 por ciento» y dijo que «ojalá» le hubieran dedicado a ella «tapas iguales», cuando fue reelecta con el 54 por ciento de los votos. (Télam)