Aseguran que a Eva Perón le hicieron una lobotomía poco antes de morir

El diario estadounidense The New York Times publicó una sorprendente nota firmada por el profesor de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Columbia Barron H. Lerner en la que afirma que Eva Perón fue sometida poco antes de morir a una lobotomía para evitarle sufimiento por el cáncer terminal que padecía.

Según el artículo, a Evita se le diagnosticó un cáncer cervical avanzado en agosto de 1951. A pesar de haber sido sometida a una cirugía y radioterapia, la segunda mujer del entonces presidente Juan Domingo Perón murió en julio de 1952 a los 33 años.

De acuerdo al diario estadounidense, «en 2005, el neurocirujano húngaro George Udvarhely, quien aseguraba haber asistido a Eva en los 50 y después se mudó a la Escuela de Medicina John Hopkins, habló por primera vez en público sobre la lobotomía a la que Evita fue sometida por el dolor que le causaba el cáncer terminal. Pero no fue hasta que un neurocirujano de Yale, el doctor argentino Daniel E. Nijensohn, comenzó a investigar la aseveración del doctor Udvarhelyi, que la evidencia comenzó a acumularse».

«La investigación del doctor Nijensohn, que será publicada pronto en la revista World Neurosurgery y recientemente fue posteada online, revela varias evidencias sugestivas . Nijensohn confirmó detalles de la historia del doctor Udvarhely y encontró a otros contemporáneos de Eva que dijeron que fue sometida a una cirugía para el dolor», afirma la nota.

El Dr. Nijensohn también revela información que indica que el doctor James L. Poppen, un neurocirujano experto en el uso de lobotomía en enfermedades incurables, había sido convocado para operar a Evita en el verano de 1952. Rayos X efectuados al cráneo de Eva mostraban muescas en los lugares donde se hacen las lobotomías.

Siempre según el diario estadounidense, el doctor Nijensohn cree que la lobotomía fue efectuada en mayo o junio de 1952, lo que significa que Evita ya habría sido operada en el momento de su última aparición pública, en una limusina durante la segunda asunción de su esposo.

El artículo sugiere que tal vez Evita no supiera los detalles sobre la operación que le practicaron. Y también pone en duda que la lobotomía haya servido para calmarle el dolor. El autor de la nota asegura que en ese tiempo existía otro tratamiento para evitar el sufrimiento de este tipo de pacientes: el uso agresivo de opiáceos como la morfina, pero que los médicos «temían que los pacientes se volvieran adictos». (La Nación)