Por el fenómeno de Ignacio ahora en Rucci hasta se alquilan habitaciones

A metros de la parroquia se ofrecen departamentos a precios que van desde $ 70 a $ 125 la noche. Para mitigar las largas esperas por las bendiciones también se rentan sillas de plástico.

“Habitación y baño a 50 metros del padre Ignacio. Por 12 horas y para descanso. Reservas”. La fotocopia está pegada en la pared de un kiosco en el corazón del barrio Rucci, en el noroeste rosarino. Es una de las tantas ofertas en la zona y se completa con el nombre, monoblock y teléfono de la familia que brinda el alojamiento desde un primer piso B del Fonavi. Se trata de una clara muestra de que el ingenio popular, en ese rincón de la ciudad, se multiplicó como los panes y peces. A dos pesos los baños, a 5 las sillas de plástico y de 70 a 125 pesos el alojamiento en los dormitorios de las familias o los ancianos del lugar que se apiadan de las almas de los feligreses que esperan por horas una bendición, y de paso se hacen unos pesos. Las propuestas incluyen el uso de baño y la cocina.

El alojamiento es un nuevo rasgo del turismo religioso que se generó en torno al sacerdote Ignacio Periés Kurukulasuriya. Algunos lo ven como “mercado oportunista”. Otros como un acto de misericordia. Es que según explicó el vendedor de un kiosco “nadie se enriquece por esto, y además hay que tener en cuenta que los que ofrecen una pieza abren sus casas modestas a gente que lo necesita: en general ancianos, algunos con problemas motrices o los choferes de las combis y colectivos”.

Dicen que al sacerdote la movida comercial alrededor de la parroquia no le gusta ni medio, pero lo excede. Si hasta los colectivos que van desde el centro a la iglesia Natividad del Señor muestran carteles en sus parabrisas que rezan: “Al padre Ignacio”.

Desde que en 1979 este religioso oriundo de Sri Lanka y nacionalizado argentino llegó al barrio, miles de fieles se instalan allí y lo esperan. Aguardan por horas sus misas, sus palabras, sus bendiciones y su imposición de manos. En torno a ellos, un ejército de vendedores: desde bidones para agua bendita, estampitas, medallas y rosarios, hasta bebidas y comida. Y desde hace un tiempo, alquiler de baños y dormitorios.
El baño del Papa. Conseguir un baño no es complicado. Basta caminar por las laberínticas calles del barrio para toparse con carteles indicadores caseros frente a comercios o los departamentos de planta baja. Algunos muestran una versión ampliada que incluye también “agua caliente y café con leche”. El servicio cuesta 2 pesos y por esa cifra se paga también el uso de jabón y papel higiénico.

Inevitable es conectar la oferta sanitaria en Rucci con la película uruguaya “El baño del Papa”. El filme transcurre en Melo, una pequeña localidad en la frontera con Brasil. Ante la visita del pontífice y el supuesto aluvión de peregrinos, los melenses comienzan a diseñar un sinnúmero de negocios: recuerdos, banderas, alimentos. Beto es el personaje que se destaca por su idea original: se le ocurre construir un baño para los visitantes. En el barrio de el padre Ignacio se ríen de la asociación. “Seguro que sacaron la idea de acá”, ironiza un vendedor de estampitas.

En cambio, el servicio de “hotelería” informal se publicita de boca en boca. Darío, un acomodador de coches que hace años trabaja en la intersección de las calles Mena y Ortega, responde con celeridad al pedido de información. “¿Una pieza? Puedo darle el teléfono de una señora que vive acá a la vuelta. Una buena mujer, todo limpito y no cobra caro”, comentó.

Tanto este muchacho como Daniela, la joven empleada del ingreso del club “1º de Mayo” a pocos metros de la capilla; y Diego, al frente del kiosco “Salvador”, son sin darse cuenta los mejores referentes turísticos del entorno parroquial. Tienen años en el barrio, cada uno atesora un testimonio de sanación propia o de un familiar y saben de “pe a pa” qué días y horas hay misas para jóvenes, para mujeres, para varones, cuál es la dinámica los fines de semana, o durante los populosos Vía Crucis de Semana Santa.

“Acá la gente pregunta de todo. Cosas sobre el padre; si vi algún milagro, qué artistas pasaron por acá, dónde alojarse o dónde apostar la carpa, se forma un verdadero camping en esta zona. Yo les cuento todo lo que puedo. Ignacio es de Central, como yo; curó a mi hijo de un severo broncoespasmo y lo viví como un milagro, y también les doy el dato de un hospedaje barato que está por acá cerca y les nombro a las estrellas que pasaron por la parroquia: desde Matías Alé y Graciela Alfano hasta Graciela Borges, jugadores de Newell’s y Central y todo el plantel de periodistas de Canal 3”, detalló Daniela, aunque luego otros vecinos agregaron, como siguiendo la posta, que también pasaron por allí Jorge Ginzburg, Andrea del Boca, Los Nocheros y Mirta Legrand.

(LaCapital)