Central le perdonó la vida a Boca y tras el 1 a 1 perdió por penales en San Juan

El fútbol le mostró a Central su costado más ingrato. Porque tuvo en sus manos la chance de pasar a las semifinales de la Copa Argentina, pero la lotería de los penales lo volvió a tierra…

El fútbol le mostró a Central su costado más ingrato. Porque tuvo en sus manos la chance de pasar a las semifinales de la Copa Argentina, pero la lotería de los penales lo volvió a tierra y le borró la ilusión. Primero con el disparo que desperdició Toledo a los 55’. Era el 2 a 0 y cerraba el partido. Pero eligió encomendarse peligrosamente a la definición desde los doce pasos y ahí la moneda cayó para el lado de Boca. Entonces, Central fue responsable de todo. De lo bueno y lo malo que le ocurrió. Por eso nada de lo que le pasó resultó extraño para sus ambiciones. No supo cuidar la ventaja de un gol en el tiempo reglamentario, y Castillejos (su goleador) y Zarif no le acertaron al arco en un momento límite. Así de simple fue todo. Fácil de entender, aunque parezca increíble comprender en el fragor de lo inmediato.
  Igual, tampoco es cuestión de dejarse arrastrar por la dictadura de un resultado para determinar el estado de un equipo. Central se quedó sin uno de sus objetivos, pero demostró que esta eliminación no le hará mella en su sistema nervioso. Que encarará la recta final de la B Nacional con los dientes apretados y creyente de que depende de sí mismo para lograr el ascenso.
  Es sabido que los estados de ánimo suelen pesar en el fútbol por encima de las cuestiones técnicas y tácticas. De ahí que no sorprendió que Central nunca se dejara impresionar por la intención de manejar la pelota que insinuaba Boca. El planteo canalla contemplaba cortar los diques de elaboración y distribución del rival. Para el traslado de Chávez y la participación de Viatri nada mejor que Vismara y Alderete actuaran de almas complementarias.
  Si algo le faltaba al plan de Central era que el equipo se liberara un poco más en la búsqueda. Eso hizo Méndez, tras un pase de Ferrari, cuando colocó el centro en la cabeza goleadora de Toledo.
  La ventaja retrató el estado de confianza que le marca el paso a los jugadores de Central. Pero esa sensación quedó descolgada en el ambiente cuando Toledo tuvo la posibilidad de bajarle el telón al partido en un mano a mano cuando remató al pecho de Sosa. Y todo se derrumbó cuando el propio delantero desperdició el penal tras una infracción que le había cometido Insaurralde. Central ya no fue el mismo. Ese yerro lo hizo descreer de sus chances. Le dañó la compostura y el orden porque se emboscó contra el arco de García. También influyó la entrada de Alvarez y otra participación de Viatri. El empate selló la parálisis canalla. Antes de la igualdad de Blandi, Pizzi intentó surtir algún efecto con el ingreso de Gómez. No fue soga de salvación, como tampoco lo fueron Castillejos ni Medina.
  Boca encontró vida cuando su sepultura era el camino más probable. Es cierto que se lo perdió Mouche con un disparo que pegó en el palo. Aunque el dulce de Boca estuvo en la definición por penales. Ahí se movió como pez en el agua y dejó a Central mirando el cielo sin comprender cómo se le había escapado un partido que tuvo realmente en el bolsillo.

(La Capital)