Loca. Bipolar. Medicada. Títere del marido. Viuda negra. Yegua. La Monto. Y ahora: La puta

Más allá del desparpajo, la impotencia, las descalificaciones y apreciaciones burdas que pueda producirnos la tapa de la revista Noticias, el metamensaje implícito de la producción llamémosle periodística, es lo que debe preocuparnos.

La nota está presentada como un un análisis psicológico de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, que entrelaza su «adicción» por la cadena nacional con una especie de «erotismo del poder». La imagen de la portada está tomada de un video de una banda que representa un comic en el que la Presidenta se autoestimula eróticamente.

Se trata de la banda argentino-venezolana radicada en Miami Rockadictos, cuyo videoclip «Un mensaje más» representa a una multitud que se acerca a la Plaza de Mayo. La Presidenta sale a saludar y, una vez dentro de la Casa Rosada, se levanta la falda y comienza a exitarse sexualmente. Como si fuera poco, aparece luego el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quien mira atento en las sombras.

Lo cierto es que, aunque podamos denunciar lo irritante, la falta de respeto, el libertinaje periodístico, lo que se busca es otra cosa. Ya no alcanza con la instalación mediática del término despectivo Yegua, tenían que ir por más, e instalar profundamente un contrasentido en la sociedad. ¿Se puede amar a una puta? ¿Se puede votar a aquella que obtiene “goce”, por el solo hecho de tener poder? Los hombres no se casan con las putas y la mujeres las odian, porque les roban los maridos. Epíteto número uno de la sociedad en que vivimos.

El número dos es, quizás, la condición de mujer y en ese sentido la sexualidad de las mismas sigue siendo un tabú y el placer, disfrute o goce, solo debe estar destinado a los hombres. Aquella mujer que disfruta de su sexualidad, aunque nos parezca mentira en muchos sectores es “vista” como una loca; término también acuñado para llamar a la presidenta o a todas aquellas mujeres que han tenido papeles claves en el transcurso de la historia argentina, llámense Eva, Cristina, las madres y abuelas de plaza de mayo o Juana Azurduy.

Esta forma de desplazamiento en el sentido popular tiene fuertes raíces en la cultura machista en que vivimos y los medios lo saben. Aprovechan y machacan sobre esos aspectos que están profundamente arraigados en cada uno de nosotros, al punto que seguimos creyendo que María Magdalena era una puta que tentó a Cristo.

Por otro lado, la palabra “goce”, que utiliza la revista es un término psicoanalítico que poco tienen que ver con el sexo y mucho con lo que los especialistas llaman “satisfacción pulsional”. Se diferencia así del uso común del término, que confunde el goce con las suertes diversas del placer. El goce concierne al deseo, y más precisamente al deseo inconsciente, lo que muestra que esta noción desborda ampliamente toda consideración sobre los afectos, emociones y sentimientos para plantear la cuestión de una relación con el objeto que pasa por los significantes inconscientes; pero esa es otra historia.

Bien señala Bruno Bini en letrap.com,ar: “…Hace un tiempo empezaron a decirle “la Yegua”. Es el apodo preferido de los que no la quieren en ciertos barrios porteños y en las redes sociales. En otras épocas, fue “la Perona”. Yegua, además, remite a puta, la palabra a la que tarde o temprano se llega en estos casos.

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Eugenio Magliocca

Periodista. Realizador del Documental No somos Héroes, de pibes a veteranos

Un comentario sobre “Loca. Bipolar. Medicada. Títere del marido. Viuda negra. Yegua. La Monto. Y ahora: La puta

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    el 10 septiembre, 2012 a las 22:17
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    Estoy prácticamente en desacuerdo con todas las ideas del texto, pero sólo me voy a detener en la comparación hecha por Bini, y más indirectamente por Magliocca, entre Evita y Cristina. Desde mi manera de entender al peronismo y al kichnerismo, los veo como gobiernos opuestos casi en su totalidad, inclusive, entendiendo al primero como un gobierno de izquierda con algunas prácticas de censura y al segundo como un gobierno de derecha con prácticas altamente tiránicas. Insisto en que un peronista, hoy en día, debería ser anti k, y que si Evita viviera, lucharía desde la vereda de enfrente, en contra de la desnutrición infantil, la ley antiterrorista, el trabajo precarizado y otras aberraciones del kirchnerismo a las banderas de la justicia social y toda sensibilidad humana.

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