Newell´s se convirtió en una marca registrada: ganó y sigue arriba

Con un gol de Maxi Rodríguez a los 30 segundos de juego, el equipo del Tata Martino venció a Vélez 1 a 0; le sacó dos puntos a su escolta Racing en lo más alto; en la próxima fecha se verán las caras en Avellaneda.

ROSARIO.- Empieza el partido. La multitud fervorosa, que suele cubrir de rojo y negro el Parque, entona una canción. Ni siquiera acaba de ensayar un par de estrofas, esas que hablan de pasiones, sentimientos y pertenencias, cuando Tonso gobierna el sector derecho, cabeza levantada, mirada cómplice con un compañero cercano. Allí está, en el centro del campo, patrón del equipo, del juego, del pasado y del presente, Lucas Bernardi, hoy admirado, ayer castigado sin razón. El criterio viaja, otra vez, hacia la misma esquina, bien profunda la pelota. Estilo Newell’s: presión, velocidad, profundidad, sorpresa en el espacio vacío. Scocco no llega, no hay modo, entre Domínguez y Papa. Sin embargo, el lateral se tropieza en el dominio, se incomoda en la decisión de tomar el balón o reventarlo. Entonces, el delantero, suerte de figura del certamen, toma la decisión del optimismo: presionar, inquietar, insistir, buscar. No dar pelotas perdidas por perdidas. Lucha y gana Scocco, que lanza un centro largo, del límite de una frontera hacia la otra. Con mayoría de camisetas adversarias, Maximiliano Rodríguez se impulsa en el sentimiento: esa pelota debe ser mía, debe exclamar. La captura con un toque de zurda preciso y sutil, la pelota cruza la línea decisiva y Newell’s gana por 1 a 0. Van 26 segundos, apenas 26 segundos de juego.

Se lo habrán perdido decenas de simpatizantes que apenas estaban ingresando al escenario. Los que están, claro, cortan la segunda estrofa de la primera canción: el grito es de gol. Maxi celebra con sus compañeros, se besa el escudo del sentimiento y toma nota de la sensación de que Newell’s es un equipo que puede pelear arriba. Es el puntero y no le teme al desafío. También, claro, tiene la cabeza en otro lado: suma en la tabla de los de abajo, se escapa del peligro de los comprometidos. Aunque, en realidad, el foco es otro: Newell’s ya es una marca registrada desde la llegada de Tata Martino a la conducción.

Sabe a lo que juega. Juega bastante bien. Tiene mezcla exacta de experiencia y juventud. Ataca cuando debe hacerlo, se defiende sin pruritos. Tiene el gobierno de la pelota o, al menos, siempre es su objetivo. Presiona, avanza, mortifica a sus adversarios. Los asfixia. Tiene sorpresa, vocación y actitud. No le sobra demasiado: el recambio es minúsculo y algunas de sus jóvenes promesas desaparecen de la acción casi sin darse cuenta. Pero Newell’s, el puntero, el que le saca tres puntos decisivos a Boca en un domingo con condimentos rosarinos en el liderazgo, tiene crédito ilimitado. Por cómo juega, lo mejor está por venir.

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Tal vez, su juego, sus formas, su franqueza, se dimensiona, se exagera, porque el resto le da de puntín y para arriba. Pasa de dignos espectáculos a obras teatrales más cercanas al drama que a la comedia. Newell’s es otra cosa. Toma el balón, se cita con un compañero, abre el escenario, busca el arco adversario, se cierra bien atrás, no deja detalles al azar. Su imagen crece, además, con rivales como Vélez: el triunfo por 1 a 0 tiene el valor de conseguirse frente a un oponente de categoría. El equipo de Ricardo Gareca, más allá de un par de tropiezos, es una formación seria, consolidada, eficaz. Que pudo empatar, porque tuvo casi todo el partido para hacerlo, pero le faltó fortaleza. No tuvo suficiente energía para conseguirlo.

Un puntinazo de Ferreyra, que chocó contra un palo y un tiro libre de Insúa, que Guzmán lanzó al córner, fueron sus mejores atributos. No demasiado para un conjunto con personalidad ganadora. Aquella pelota perdida por Papa y ganada por Scocco lo certifica: el líder está convencido del optimismo y el adversario se marea ante una eventual adversidad.

No es la mejor expresión de Newell’s, no hay que engañarse. Sin embargo, como ensaya ser un equipo integral, cuando no sobran flores, suele aferrarse a las espinas. Con el traje de obrero, con Heinze como estandarte y con Guzmán como alternativa, Newell’s se defiende bien. No es su principal característica, aunque es evidente que resulta otra de sus virtudes. Con lo que propone y con lo que se resguarda, Newell’s tiene una identidad. Una marca registrada. ß