Beatifican al «Cura Gaucho», José Gabriel Brochero

El llamado «Cura gaucho» es el primer sacerdote argentino beato. La ceremonia se lleva adelante en el Cerro de la Cruz, donde unos 180 mil fieles pasaron la fría noche en vigilia.

Córdoba. _ El sacerdote José Gabriel Brochero fue proclamado beato hoy por el prefecto para la Congregación de la Causa de los Santos, cardenal Angelo Amato, ante una multitud reunida en el predio de Villa Cura Brochero en el valle de Traslasierras de la provincia de Córdoba.

La beatificación se concretó después que el prelado italiano leyó una carta por la que se inscribe a Brochero en el libro de los beatos, “acogiendo los deseos de nuestros hermanos, Carlos Ñañez y Santiago Olivera (obispos de las diócesis de Córdoba y de Cruz del Eje) y de numerosos fieles”.

“Después de haber escuchado el parecer”, dice la carta que lleva la firma del Papa Francisco, con fecha 9 de agosto de este año “concedemos que el venerable siervo de Dios , sacerdote, pastor según el corazón de Cristo, sea llamado beato de ahora en adelante y que su fiesta pueda celebrarse cada año el día 16 del mes de marzo, en los lugares y según el modo del Derecho”.

A las 10 ingresaron los obispos de la Argentina al sitio donde se levantó el altar en el Cerro de la Cruz, donde también muchos de los fieles -unos 180 mil- pasaron la fría noche en armoniosa vigilia. Durante la ceremonia, la doctora Silvia Correale, postuladora de la causa del ahora primer sacerdote argentino beato, realizó una semblanza del cura Brochero.

Recordó que nació en Santa Rosa del Río Primero, el 16 de marzo de 1840 en una familia profundamente cristiana cordobesa y que recibió la ordenación presbiterial el 4 de noviembre de 1866, se ordenó maestro en filosofía y fue prefecto de estudios en el Seminario Mayor.

En 1869 lo destinan al valle de Traslasierras donde se descubre “discípulo misionero de Cristo resucitado” y vive su misión “con pasión”. Utilizó como un modo de transformación de sus fieles, la predicación de los ejercicios espirituales y el 26 de enero de 1914 muere en Villa del Tránsito, hoy cura Brochero.

A continuación, el padre Julio Merediz sacerdote jesuita, vicepostulador de la causa de canonización del Cura Brochero y uno de los principales difusores de su obra, trazó los rasgos de la espiritualidad del nuevo beato. Dijo que “fue un pastor dotado de gran espíritu de sacrificio, sirvió a la gente más pobre del campo, los sirvió especialmente a través de los ejercicios espirituales, murió leproso y ciego”.

Fue “un verdadero sacerdote con olor a oveja al decir del Papa Francisco”, explicó y resaltó que Brochero siempre decía que “Cristo lavó con su sangre mis pecados” y que su corazón sacerdotal llegaba a su plenitud con la Eucaristía.

“Brochero se hizo Eucaristía, su vida fue un celebrar el misterio de la Eucaristía. Brochero fue consuelo de las mujeres y hombres peregrinos de la Patria Celestial” y destacó la “devoción” a la Virgen María, “Madre de Jesucristo”.

Resaltó que “como la Virgen en las Bodas de Caná”, le dijo a Jesús “no tienen agua, no tienen caminos” y por lo tanto “ayudó a su pueblo abrió escuelas, proyectó el ferrocarril, entre todos hicieron caminos, acequias y la Casa de Ejercicios”. “Para Brochero su opción para los más necesitados no fue una postura ideológica ni estereotipada, murió pobre y enfermo Su ejemplo ilumina a quienes hoy desean seguir las huellas de Cristo”, expresó.

Para Merediz, Brochero anima a salir a las periferias y aclaró que “el pueblo fiel sabe por instinto que los santos son el regalo que Dios les hace”. Luego fue leída la carta por la que se proclamó su beatificación ante el entusiasmo y la desbordante emoción de los presentes, luego comenzó la celebración de la misa.

En el altar se colocaron reliquias del Cura Brochero, mientras que en un costado se encontraba Nicolás Flores y sus padres Sandra Violino y Osvaldo. Se trata del niño sobre quien Brochero produjo un milagro que le permite estar hoy con vida, tras haber sufrido un terrible accidente automovilístico con apenas once meses de vida, hace 13 años.

Muchos recuerdan hoy que con su mulo Malacara, Brochero desafió las contingencias del clima, los malos entendidos, devoró kilómetros para llevar los sacramentos y admiten que encarna el tipo de sacerdote que reclama hoy la Iglesia.
El cura Brochero inauguró en 1877 su casa de Ejercicios a donde llevaba caravanas de hasta 700 hombres y mujeres por las altas cumbres heladas y con nieve y en 1880 puso en marcha el colegio de niñas con las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús a cargo. (La Capital)