Villa G. Gálvez: Cuatro policías quedaron imputados por el crimen de un joven

Los cuatro policías de Villa Gobernador Gálvez detenidos por perseguir y balear el auto en el que viajaba Gabriel Maximiliano Riquelme, un joven de 20 años que murió alcanzado por dos disparos, fueron acusados de cometer un homicidio doblemente calificado: por el concurso premeditado de dos o más personas y por el abuso de su función como empleados policiales, una figura que prevé prisión perpetua. Los efectivos, que llegaron esposados a la sala judicial donde se realizó ayer la audiencia imputativa y se abstuvieron de declarar, quedaron a la espera de que se defina si seguirán detenidos o recuperarán la libertad. Con el silencio de los acusados, la audiencia no arrojó mayor claridad sobre qué originó la irracional reacción armada.

En la audiencia, el fiscal Adrián Spelta les reprochó a los cuatro efectivos haber disparado con sus armas reglamentarias al Chevrolet Celta en el que iban Riquelme y cuatro amigos. Según precisó, una pericia balística corroboró que las vainas secuestradas en el trayecto de la persecución fueron disparadas por las pistolas oficiales, lo que descartó una versión extraoficial según la cual había disparado sólo uno de ellos y con un arma particular.

El encargado de la acusación además remarcó que los policías actuaron de civil, sin identificarse, con las luces apagadas y sin dar cuenta de su accionar a sus superiores. Si bien los efectivos habían planteado que solicitaron refuerzos al 911, se constató que el llamado fue efectuado cuando la persecución había terminado y que además mencionaron seguir a un Corsa rojo y no al Celta en el que iban las víctimas.

Los cuatro empleados del Comando Radioeléctrico de Villa Gobernador Gálvez son el oficial subayudante Nelson Iván C. y los suboficiales Julián L.G., Roberto Antonio P., y Virginia Itatí E., todos menores de 40 años y dos de ellos domiciliados en la ciudad donde trabajan. Ayer sólo hablaron para brindar sus datos personales acompañados por los defensores particulares Maximiliano Nicosia, Marcelo Piercecchi y José Luis Giacometti, quienes no plantearon ninguna objeción a la exposición del fiscal. Con lo cual los policías quedaron formalmente imputados de un delito que prevé perpetua y además incomunicados hasta tanto se fije la audiencia de prisión preventiva.

Quien más hizo uso del micrófono ante el juez Juan Carlos Curto fue el fiscal Spelta. Luego de encuadrar el delito relató la secuencia del hecho.

Cómo fue. El fiscal sostuvo que la madrugada del lunes 3 de marzo, entre las 5.30 y las 5.45, los policías dispararon con sus armas reglamentarias desde un Fiat Palio gris hacia el Celta rojo en el que iban cinco jóvenes que volvían de bailar en el boliche Gitana, de Rosario, y que fueron a Villa Gobernador Gálvez para llevar a su casa a Riquelme.

Cuando estaban por llegar, en la avenida San Martín, fueron abordados por los efectivos de civil en una persecución a tiros que siguió por las calles Belgrano, Las Heras y Chubut hasta tomar por la ruta 21 hacia el sur. El fiscal precisó que a las 5.39, ya en Pueblo Esther y a 5 kilómetros de donde se había iniciado el recorrido, los efectivos perdieron contacto con el auto de los jóvenes. Estos siguieron por la ruta A-012 y la avenida de Circunvalación hasta regresar a Rosario e ir al Heca, adonde Riquelme falleció por dos balazos: uno en la mejilla izquierda y otro en el hombro izquierdo.

Los efectivos, entre tanto, al perder contacto con el Celta regresaron a Villa Gobernador Gálvez. A las 5.57 llamaron al 911 para dar cuenta de que se encontraban en persecución de un Chevrolet Corsa rojo, según detalló el fiscal en base al informe de un policía de esa central que dio cuenta del horario y el contenido del llamado. «Actuaron con las luces apagadas, de civil, sin identificarse y disparando sus armas reglamentarias», enfatizó Spelta.

Además subrayó que los cuatro policías dieron cuenta del hecho recién a las 9.30 del día siguiente, 24 horas después, cuando se presentaron ante su superior e hicieron entrega del vehículo (a nombre de Virginia E.), tres celulares, sus armas y sus placas. Desde entonces están detenidos.

El testimonio del jefe del Comando villagalvense es una de las evidencias que enumeró Spelta ante el juez Curto, que al no encontrar oposición de la defensa dio curso al planteo del acusador. El fiscal también mencionó el secuestro de vainas a lo largo del trayecto y el informe adelantado por teléfono desde Balística que arrojó resultado positivo en la comparación de las vainas y las armas policiales. Se suman los testimonios de los cuatro amigos de la víctima, quienes dijeron a la prensa muy asustados que «de la nada apareció un auto y empezó a disparar». Y, por último, una filmación de las cámaras del municipio de Villa Gobernador Gálvez que registraron la persecución fijando los horarios.

El motivo que desencadenó la agresión armada no fue precisado y el silencio de los efectivos contribuyó a reforzar las dudas sobre qué originó el ataque. Al término de la audiencia, Spelta confirmó que todos los dermotest practicados a las víctimas resultaron negativos. «Los ocupantes del Celta no dispararon», indicó tajante.

(La Capital)