La reconceptualización del terrorismo

El filósofo Jean Baudrillard, en uno de sus escritos magistrales acerca de la utilización de la violencia a nivel mundial reconceptualizó la idea de terrorismo.

Lo hizo remarcando elementos tales como la espectacularidad del golpe al enemigo mediante una agresión sincronizada para terminar con el mayor número de vidas en el menor tiempo posible y bañando de simbolismo al poder global.

Nos encontramos ante algo así como una realidad que supera cualquier ficción. El escritor J.G. Ballard –seguramente siguiendo a Jorge Luis Borges- habla también permanentemente de “reinventar lo real”, como una última y definitiva ficción mortal.

En este marco conceptual, la violencia terrorista como la de la de los integristas islámicos, que tuvieron la osadía de crear un califato entre Irak y Siria para tomar posesión del Medio Oriente y las fuerzas de Hamas que intercambia fuego en medio de gravísimas tensiones con Gaza, no es otro costado de la realidad. Es mucho peor que eso, en un sentido: es simbólica.

Si nos zambullimos en las hipótesis posibles nos encontraremos con diversas posibilidades sobre el terrorismo.

La primaria, que grupos como el militante Hamas denominan soberana. Las restantes tienden a explicar la violencia generalizada desde lo histórico, político, religioso y psicológico.

La hipótesis soberana considera al acto terrorista como una peripecia accidental en la carrera hacia la felicidad y es vinculada por los ideólogos de la muerte con la visión teológica según la cual el mal no es más que una ilusión.

Otra hipótesis apunta a que los terroristas son suicidas desquiciados, fanáticos de su causa, psicópatas que se manejan con los mismos parámetros de los asesinos seriales y una tercera postura es la del complot.

Otros ideólogos se apoyan en el concepto de que el terrorismo no hace más que hacer estallar el resentimiento y el odio de los pueblos oprimidos para justificar su violencia y furia destructiva.

Quienes combaten al terrorismo condenan al mismo a ser un gesto de impotencia, una confesión de imposibilidad de ganar al adversario en el campo de las ideas como gesto definitivo de triunfo.

Baudrillard subraya que “es posible también reconocer en el terrorismo una vía de acción política y de voluntad propia, como una forma de proyecto y de intención justificada de discutir el orden del mundo. Pero se trata de un esfuerzo por denunciar el fracaso y la manipulación del sistema mismo”.

Los que enfrentan a los terroristas ven al mismo como un mecanismo de feedback, introducido en una dialéctica perversa y desesperada que tiene como objetivo fundar un imperio utilizando un mecanismo infernal que pretende el movimiento perpetuo.

Mientras hacemos estas consideraciones entre Israel y Líbano se intercambian acciones de guerra, en medio de una ofensiva aérea israelí en Gaza con Hamas que lanza, a su vez, cohetes hacia Israel que convocó a 30 mil reservistas, según dijo el vocero de las Fuerzas de Defensa de Israel.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com