En el Congo, un kilo de coltán equivale a la muerte de dos niños esclavizados

Un estruendoso silencio sobrevoló el salón “Puerto Argentino” del Concejo Municipal rosarino.
El presidente del Llamamiento de los Cien para seguir Viviendo, licenciado Roberto Bereciartúa, en el marco de un acto donde la necesidad de lograr la paz mundial era la protagonista, estaba haciendo uso de la palabra, concitando el interés de los numerosos asistentes.
Fue en ese crucial momento en que subrayó con serenidad: “Seguramente casi todos los que estamos aquí tenemos un celular, el que se produce, en parte, con un mineral que se llama coltán”.
Los que seguían atentamente sus expresiones, en un primer momento, no comprendieron la relación entre la paz y los móviles que cada uno portaba. Luego, con sorpresa comprendieron la tenebrosa relación entre los celulares y la muerte de niños cuasi esclavos, condenados a morir.
Bereciartúa disparó con la eficiencia de un francotirador: “Ese mineral, el coltán, se consigue en la República Democrática del Congo y por cada kilo de que se obtiene mueren dos niños”.

El momento de las explicaciones

El licenciado en Relaciones Internacionales, con claridad meridiana explicitó que el coltán está destinado a las empresas del mundo, dedicadas al uso del mismo, de lo que surge un elemento con meridiana claridad: “Hay muchos países que no tienen paz para que nosotros disfrutemos de una comodidad”.
El coltán es metálico, negro y opaco, compuesto por los minerales columbita y tantalita, surgiendo su nombre de la contracción de ellos. Es una solución sólida entre ambos minerales.
El interés de la explotación pasa, básicamente, en la extracción del tantalio y su valor depende del porcentaje de tantalita (normalmente entre 20 y 40 por ciento) y el de óxido de tantalio, contenido en la tantalita, (entre 10 y 60 por ciento).

Millones de muertes

Especialistas en el tema hacen referencia a que el coltán ha financiado la Segunda Guerra del Congo con 6 millones de muertos y Uganda estaría exportando coltán robado desde ese territorio africano a occidente, fundamentalmente a Estados Unidos, en donde se utiliza para la fabricación de condensadores electrolíticos.
La República Democrática del Congo (RDC) tiene una población de 70 millones de habitantes, los que no logran superar una esperanza de vida de 47 años, subsistiendo en una superficie de 2,34 millones de kilómetros cuadrados, rodeados de grandes reservas ecológicas y de minerales. Como ejemplo de ello está el 80 por ciento de las reservas mundiales de coltán, al que los empresarios llaman “el oro gris”, escaso en la naturaleza.
En su gran mayoría los congoleses viven hacinados en la capital Kinshasa y los pequeños que mueren diariamente no tienen idea de que su vida se diluye a partir de su esfuerzo diario para recoger un recurso estratégico que es imprescindible para desarrollar nuevas tecnologías, las que permiten fabricar teléfonos móviles, GPS, satélites, televisores de plasma, videoconsolas, ordenadores portátiles, MP3,MP 4,cohetes espaciales, misiles teledirigidos, juguetes electrónicos y cámaras de fotos, ente otros productos.
El coltán se encuentra en Brasil, en un 5 por ciento; Tailandia, 5 por ciento; África, 80 por ciento y Australia, 10 por ciento, así como en Etiopía y China. En Rusia aún no se inició la explotación.
Los niños que mueren saben mejor que nadie como se extrae el mineral. Son ellos los que son utilizados para sacarlo con métodos antiguos, parecidos a los que utilizaban los buscadores de oro en el oeste norteamericano.
Un buen trabajador deja cada 24 horas parte de su vida produciendo, como máximo, un kilo de coltán y la media de la productividad hace que cobren 10 pesos al mes y excepcionalmente, 50 pesos a la semana, en el equivalente de nuestra moneda.
Resta decir, si hablamos de números fríos, que el precio del coltán alcanza los 500 pesos por kilo. Eso es lo que perciben los explotadores de manos de empresas internacionales.
Junto a los niños sufren la explotación los campesinos y los ganaderos jóvenes que dejan sus campos al transformarse en desplazados de las guerras. A ellos se suman los prisioneros de esas luchas armadas infinitas.
¿Cuál es la razón por la que los niños ocupan el número mayor de víctimas? Muy simple: Por su tamaño. Ello son los que, con mayor facilidad pueden adentrarse en las minas, a ras de la tierra, en verdaderos barriales, vigilados por militares armados hasta los dientes.

Consecuencias terroríficas

La resultante de lo expuesto se ven en campos cultivados transformados en territorios devastados e improductivos, niños que no concurren a la escuela, incremento de enfermedades, casi una total inexistencia de agua pura, falta de alimentos y el avance del SIDA en una escala increíble.
A ello se suma la muerte repentina e inesperada de trabajadores que terminan cubiertos, varios metros, por desprendimientos de tierra; el desplazamiento forzoso de grupos humanos, civiles que “desaparecen” y millones de refugiados, completándose este panorama desgarrador con incontables violaciones de niños, mujeres y ancianos.
El coltán también produce dramas ambientales, invasión de parques nacionales y disminución, en un 80 por ciento de elefantes y el 90 por ciento de gorilas.
La Organización de las Naciones Unidas dio a conocer un informe en el que subraya que Ruanda, Uganda y Burundi contrabandean coltán y con el dinero que obtienen continúan la guerra. Son las multinacionales las que con sus pagos financian los conflictos bélicos y apoyan a gobiernos corruptos. Total las montañas de muertos en las minas son de africanos.
Precisamente las guerras no se detienen, debido a que a las empresas no les conviene y los gobiernos en conflictos consienten las matanzas, mientras los medios de comunicación, a nivel mundial, miran para otro lado. Es más que obvio que si se detienen los conflictos armados se termina el negocio. Total ¿a quién le importa las 5 millones de muertes causadas hasta el presente?
El mismo organismo internacional señala que el ejército de Ruanda habría obtenido, al menos, 250 millones de pesos en 18 meses por la venta del mineral, a pesar de que el mismo no está en el país.

Ironía del destino

El Congo es un país inmensamente rico y, sin embargo, vive empobrecido y se desangra por la codicia de las multinacionales en complicidad con los gobiernos de los señores de la guerra.
La pregunta final es entones terminante ¿quieres que tu celular sirva para pagar una guerra?

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com