La guerra narco, se cargó la vida de jóvenes frente a un búnker de drogas

La disputa de territorios entre bandas que venden estupefacientes sumó un cruento episodio en Villa Gobernador Gálvez. Uno tenía 16 años y era soldadito del quiosco. El otro, de 23, habría intentado robarlo.

Un adolescente de 16 años y un muchacho de 23 murieron en un brutal enfrentamiento a balazos desatado la noche del domingo a las puertas de un búnker de drogas de Villa Gobernador Gálvez. El menor, dijeron las fuentes, trabajaba como soldadito en el quiosco atacado; y la otra víctima habría arribado al lugar en compañía de otros jóvenes y en el marco de una disputa por el control de territorios. Ayer a la mañana, cuando la calma había regresado al lugar, el juez de Instrucción Javier Beltramone dispuso la demolición de la precaria propiedad que fue escenario del doble homicidio, traea que estuvo a cargo de bomberos y empleados de la vecina localidad además de algunos vecinos. En tanto, mientras los pesquisas trataban de averiguar los motivos del fatídico episodio, distintas fuentes sumaban a lo ocurrido datos que ligaban el hecho con dos investigaciones de fuste: la que trata de echar luz sobre las bandas narcocriminales que actúan en la zona ya que el quiosco es atribuído al prófugo Luis Pollo Bassi; y la que tiende a esclarecer el hallazgo de 19 kilos de drogas en una chacra de Alvear ya que una de las víctimas era primo de Miguel Angel Japo Saboldi, apresado en ese predio y muerto en un incendio intencional en la Jefatura (ver aparte).

En ese marco, hasta anoche ningún investigador policial ni judicial se animaba a poner en su boca los motivos que desataron el violento suceso que se cobró dos vidas jóvenes vinculadas al submundo narco. Mientras algunas fuentes policiales señalaban que las razones podrían estar vinculadas con una mejicaneada (asalto a un sitio en el que se almacena droga o dinero fruto del mercado ilegal); otros voceros decían que quienes arribaron al búnker compraron droga simulando ser clientes ocasionales antes de querer robarlo. Para los vecinos del lugar, en tanto, no quedan dudas: los agresores llegaron al quiosco directamente para matar a quienes estaban en su interior, entre ellos el chico de 16 años.

Lo concreto es que a raíz del tiroteo murieron Jesús María Santa Cruz, de 16 años, quien fue presentado por la policía como un soldadito del quiosco de venta de drogas; y David Saúl Ibba, de 23 años e integrante del grupo de atacantes, quien resultó ser primo de Japo Saboldi. La tremenda balacera se desató frente a un búnker de José Ingenieros 68, una calle de tierra de Villa Gobernador Gálvez, con zanjas a cielo abierto y a unos veinte metros de un asentamiento precario del barrio Costa Esperanza. En ese escenario, misteriosamente, la policía no halló armas ni drogas.

Un auto blanco. Eran cerca de las 20 del domingo cuando numerosas estampidas retumbaron en la humilde barriada. Según la reconstrucción policial, al menos dos personas llegaron en un auto blanco hasta las puertas del búnker. En su interior estaba el pibe Santa Cruz junto a otras personas que no fueron identificadas y que escaparon, presuntamente llevándose la droga que estaba fraccionada para la venta. Lo cierto es que en escasos minutos se desató una infernal balacera.

Al parecer los recién llegados intentaron ingresar al quiosco y el soldadito decidió ofrecer resistencia. Entonces intercambiaron balazos por doquier. Uno de los proyectiles atravesó la cabeza y le perforó el oído derecho a Santa Cruz, quien se derrumbó al suelo y su vida se apagó en escasos minutos. En tanto, uno de los agresores fue alcanzado por tres balazos: David Saúl Ibba recibió un plomo en la espalda, otro en el codo y uno más que le perforó la clavícula. En la escena del suceso los policías sólo encontraron seis vainas servidas de calibre 9 milímetros.

Para reventarlos. Ayer a la mañana, en el barrio Costa Esperanza se comentaba una versión con matices diferentes a la de la policía. «Vinieron varios tipos en un auto que dejaron estacionado en el pasaje de la esquina y de allí fueron caminando con las armas en las manos para reventar a los del búnker», dijeron pibes de la cuadra conocedores de la dura geografía en la que viven.

Al parecer, el incidente del domingo no fue el único episodio violento que tuvo como epicentro ese búnker. «Ya hubo otros hechos en los que los tiros sobrevolaron» la barriada, dijo un vecino. Y contó que el sábado pasado «dos bandas se corrieron a los tiros por la calle y llegaron hasta una canchita donde había chicos jugando». No fue la única queja. Los vecinos expresaron su bronca por la existencia del búnker. «Acá venían a comprar drogas en autos, en motos o caminando. Lo denunciamos en la comisaría (29ª) y en el Comando Radioeléctrico pero nos dijeron que no podían hacer nada», se escuchó ayer en el barrio.

En ese marco, los mismos vecinos hicieron una dura denuncia: refirieron que el cuerpo de Ibba había quedado en la vereda del búnker tras no poder ingresar al mismo y que fueron los primeros agentes en arribar al lugar los que lo metieron al interior de la precaria construcción alterando la escena del hecho.

Tras el incidente el juez de Intrucción Nº9, Javier Beltramone, ordenó la demolición de la precaria construcción en la que funcionaba el búnker. «Estuvieron la policía y los bomberos y nos dieron los martillos para derrumbarlo», explicó una de las personas de la barriada que participó de la tarea de tirar paredes abajo. Sin embargo, un vocero policial aseguró que el trabajo fue concretado por efectivos de la comisaría 29ª (controla la zona donde ocurrió el hecho) y empleados de la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez. En ese sentido, los vecinos señalaron que la demolición del domingo no fue la primera. «Ya lo habían derribado dos veces y volvieron a levantar las paredes», dijeron.

Hasta anoche el resto de las personas que protagonizaron la balacera no habían sido localizadas por la policía. Y sobre las víctimas, un vocero policial señaló que Ibba tenía prontuario abierto por los delitos de amenazas, tentativa de robo, robo calificado, hurto y portación de arma de fuego. Además, según la fuente, tenía sobre su espalda una condena de 6 años y 8 meses de prisión impuesta por el juzgado de Sentencia Nº7.

Estadísticas

134 son los homicidios registrados por la Unidad Regional II en lo que va del año 2013. (LaCapital)