Cambiar para que nada cambie

En los primeros días del mes de julio del año en curso, el Dr. Raúl Lamberto confírmó que no continuará como Ministro de Seguridad de la provincia de Santa Fe en el futuro gobierno a cargo de Miguel Lifschitz, ya que a su entender «después de tres años tiene que haber un recambio; y esto va a ayudar a una nueva impronta en materia de seguridad».

Hasta aquí nada fuera de lo normal. La gestión Lamberto que se inició allá por el año 2012 tras la renuncia de Corti, jamás logró detener el crecimiento sostenido de la tasa de homicidios y de bandas narcos en la provincia, siendo protagonista del acuerdo, con el cuestionado juez Juan Carlos Vienna y el fiscal Guillermo Camporini, para llevar adelante la desfederalización de la investigación sobre estupefacientes que terminó con un bochornoso juicio abreviado, que le permitirá en poco tiempo salir en libertad a los líderes de la banda narcocriminal » Los Monos » y a su vez garantizó la impunidad de policías y el sector político.

Raúl Lamberto deja en su paso por el Ministerio de Seguridad una tasa record de homicidios dolosos que triplica la media de la provincia de Córdoba y se ubica muy por encima de la media nacional. Todo esto agravado por el proceso de horizontalización de la fuerza que se inicia en el año 2009 con la gestión del Dr. Alvaro Gaviola y se profundiza durante la gestión actual, que sólo se preocupó por evitar conflictos con la corporación policial.

El Diputado Provincial bonaerense por Nuevo Encuentro y creador de la Policía Aeroportuaria Marcelo Saín expresaba allá por el año 2012 que «La Policía de Santa Fe es una de las más bravas, las menos reformadas, de las menos tocadas por la democracia argentina. Una de las más corruptas y de las más reguladores del narcotráfico. Esa policía ha quedado incólume durante toda la gestión de Binner. No le han hecho ni cosquillas».

Sin embargo no sólo Binner y Bonfatti decidieron mirar para otro lado y no hacerse cargo de esta grave problemática , el flamante gobernador electo Miguel Lifschitz también parece seguir en esta misma línea y es por ello que delegó en el ex gendarme José Ricardo Spadaro la tarea de realizar una «profunda reforma policial «.

Spadaro , quien es el principal candidato a convertirse en el Ministro de Seguridad a partir de diciembre , además fue asesor del ex candidato presidencial Ricardo López Murphy allá por el año 2003 y pasó por la Sedronar donde llevó a un comisario enjuiciado por graves torturas , lo cuál le valió una fuerte crítica de los organismos de Derechos Humanos. Este hombre impulsa esta reforma policial que busca sustituir la ley 12.521, aprobada con «amplio acuerdo legislativo» en 2006, en el gobierno de Jorge Obeid, pero que se aplicó parcialmente durante las gestiones de Hermes Binner y Antonio Bonfatti y según políticos opositores como el Diputado Provincial Eduardo Toniolli sólo busca garantizar y profundizar el autogobierno policial. De ser así se trataría de una nueva concesión a la corporación policial y sus negocios ilegales.

El criminólogo Enrique Font expresaba en relación a la reforma que propone el socialismo : «Desgraciadamente, Spadaro es la cara visible de un acuerdo con comisarios retirados, porque la reforma que proponen va en contramano a las reformas policiales que se hicieron en la Argentina y el mundo. Básicamente, consiste en derogar la ley que se aprobó sobre finales del gobierno de Obeid, que es una ley que transforma la estructura de personal y también la formación de los policías. Con este proyecto , el manejo de las fuerzas de seguridad volvería a aplicar modelos antiguos que ya demostraron su falta de efectividad y su contribución al incremento del delito , cambian la estructura de la policía, al tener dos cuerpos paralelos, tropa por un lado, oficialidad por el otro, como si fuera un viejo ejército del siglo XVIII , dejando de lado el modelo vigente con una estructura de base única, todos ingresan por la base, hacen carrera por el mérito y hay una formación a ese policía inicial de por lo menos ocho meses. Y luego salen a la calle y quienes muestren mejor desempeño y más interés, vuelven a una formación que les va a ir permitiendo ascender y esa formación implica también la posibilidad de un nivel universitario. Es el esquema que está vigente, y es el esquema que la provincia, en los Concejos Federales de Seguridad y Educación ha firmado . Hoy quieren tirar abajo eso que no hicieron adecuadamente, y volver a la lógica de dos pirámides, un ingreso por abajo para la tropa, y uno por arriba para los oficiales”.

En síntesis, cambiar para que nada cambie.

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Alejandro Caniglia

Periodista