Rita “La Salvaje”, la bailarina del caramelito frutado y la vainilla mojada

Mariano Triguero, el jefe de Policía de Rosario, sería relacionado históricamente con el protagonismo alcanzado, en la época que ejerció su cargo, con “la bailarina del caramelito”, esto es Rita “La Salvaje”.

Hacía muy poco tiempo que se había iniciado la gestión de Triguero cuando comenzó a tomar predicamento Juana González Ligresti, a la que todos los argentinos y los amantes de la noche en países centroamericanos conocerían como “Rita la Salvaje”.

Rita había nacido el 15 de junio de 1927 en la Isla Maciel (Dock Sud) y en su juventud vivía con sus tres hermanos. A los 16 años se escapó de su hogar y cruzó el Riachuelo para iniciar un periplo que culminó en Rosario, donde debutó en el cabaret Tetuán, de Santa Fe al 1500, donde buscaban una chica con buen cuerpo para bailar. Quienes comenzaron a conocerla decían, convencidos, que era parecida a Rita Hayworth.

Juana, orgullosa de su parecido, al decidir abordar la carrera de bailarina, no lo pensó dos veces: se haría llamar artísticamente “Rita Day”, hasta que en sus presentaciones arribó a Brasil, donde quienes la veían bailar mambo, afro cubano y danzas árabes con pañuelos en la cabeza en los escenarios, la calificaron de “salvaje. Al principio lo hacía en deshebillé, pero luego le sugirieron que mostrara más…

…Fue así que asumió su nueva identidad de fantasía: “Rita, la salvaje”.

La década del 60 la encontró en la plenitud de su carrera, actuando en Rosario, en el escenario del Teatro Casino, al que según Rita “concurría un público bravo y propenso al desborde”

En el teatro, los espectadores, inclinados a abalanzarse sobre Rita y las restantes bailarinas, obligaban al director de escena estar siempre pendiente de este tipo de episodios y, cuando ocurrían, ordenaba que de inmediato se bajara el “telón” de madera para evitar abusos.

A fines de los años sesenta compartió escenario en el cabaret Morocco, con el dúo de tango del bandoneonista baigorrense Cholo Montironi y el cantor Carlos Budini.

Como en el 2016, el teatro cerró debido a que al propietario le querían cobrar impuestos que no podía pagar.

“Yo lo encontré en Buenos Aires -recalcó Rita- en el Teatro Florida y me dijo que viniera a Rosario, pero a mí me costada despegarme. Había ido a Buenos Aires a ponerme las uñas y cada 15 días volvía y me encontraba con él y su esposa”, relató Juana a uno de los tantos periodistas rosarinos interesados en su ardiente pasado.

Rita, ya un poco regordeta, trabajó en Buenos Aires en el cabaret “Te Toin”, de Paraguay al 2000 hasta que lo clausuraron. Posteriormente, en Rosario hizo lo propio en “La Marina” y en la boite “Caracol”, que luego se denominaría “Paradise”.[1]

En Rosario Norte – otro de los nombres con que se conocía a la zona de Pichincha-, actuó un breve lapso y lo hizo en el ya famoso -por esos años- “Rendez Vous”, tras lo cual hizo lo propio en locales del barrio Sunchales.

Para verla actuar en el “Rendez Vous” –ya casi en el comienzo del ocaso de su carrera-, llegaban a Rosario colectivos repletos desde Buenos Aires, hasta que se produjo el asesinato del hijo del dueño, de sólo 23 años, al que le efectuaron cinco disparos.

Lo asesinaron frente a ella. “Yo quería en mi locura sacarle las balas del interior del cuerpo con las manos ensangrentadas. Estaba muerto y no me daba cuenta”, recordó a un colega con tristeza Rita.

Para un empresario, de apellido Sevilla, hizo actuaciones en Córdoba, donde había un cabaret denominado “Petit Edén” y con el correr de los años recorrió 17 países de Sudamérica y Centroamérica.

En el bienio 1955-1956 estuvo haciendo presentaciones en Nicaragua, en plena gestión de Somoza, a la vez que recorrió Panamá, Venezuela y Chile, así como Perú, dónde en una de sus presentaciones realizadas en Lima, le dieron el premio a la mujer artista más destacada en strip tease. Hasta le pusieron una corona y le dieron una medalla.

Era única en lo suyo. Luego de menearse, mientras se sacaba la ropa, se tocaba la vagina, en la que se introducía un caramelito frutado. Finalmente, ya al final del espectáculo, le decía alguien del público que se acercara y le decía: “sácame el caramelito”[2]

En el 2005, Rita siguió siendo una mujer enérgica, detallista y cálida. Le gustaba el mate dulce.[3]

Aunque muchos podrían llegar a imaginar de Rita una vida con miles de amantes, la realidad es que estuvo sólo dos veces enamorada, pero nunca se casó. Uno de sus hombres la engañaba con otra. Eso sucedió en Córdoba. Su otro novio fue un tucumano.

La madre de Rita, que deseaba que se hiciera famosa como bailarina profesional, le compró una cama redonda, llena de agua “para humedecerse la cuchufleta”[4], -todo un hallazgo para esa época- y Rita la utilizaba para hacer un número con un hombre que hacía de marido en el escenario, quién le tiraba cosas que ella se sacaba.

Rita fue estricta con los narcóticos. Lo tenía bien claro: nunca usó droga, aunque admitió que en sus presentaciones en Chile había una “bota con cocaína en su interior” para los clientes. Sí tomaba champagne en el que mojaba una vainilla mientras hacía su show.

El ventilador

Las audacias de Rita sorprendían tanto a los rosarinos que concurrían a verla bailar y su fama hacía que fuera uno de los espectáculos que nos turistas no podían dejar de ver porque afrontaba el desnudo completo en el que incluía, con desparpajo escenas como la del “ventilador”, en la que hacía girar sus senos y “el caramelito” que alguno de los asistentes debía descubrir en su cuerpo desnudo.

Actuó en los escenarios de Rosario hasta 1982. A partir de entonces comenzó su leyenda. Esos mismos años fueron los peores para Juana. Le robaron todas sus pertenencias y hasta estuvo internada en un hospital neuropsiquiátrico.
Finalmente fue dada de alta a comienzos de los años noventa, y el entonces secretario de Cultura de Rosario, Enrique Llopis le gestionó una pensión.

Murió Juana González. Así, dicho con frialdad, la referencia suena lejana, hasta casi imperceptible. Murió “Rita La Salvaje” a los 88 años, en el policlínico del Pami, la mujer, la artista, una estrella de antaño de una Rosario que cerró sus ojos en el mediodía del 7 de mayo pasado.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com