Mafia Rusa: «La nueva Ruta de la Seda»

La tensión política y económica en Berlín, en 1989, fue alucinante. Europa del Este era un hervidero con la caída del muro y en la Unión Soviética se desencadenó un incremento exponencial de la economía sumergida.

La supervivencia para hacerse de bienes materiales comienza lentamente a armarse y los rusos comienza a robar todo lo que se puede.

Así, muchos hombres y mujeres, de estar en el fondo de las profundidades abisales, de manera desorganizada pero paso a paso terminan por dar el salto necesario para ascender delictivamente junto a empresarios y mini capitalistas rusos que deciden ser los intermediarios de la oferta y la demanda.

Con un esfuerzo inimaginable hicieron pie en Colombia, India y Japón y en una segunda fase fundaron enormes imperios económicos-criminales en Bosnia y Croacia, donde generaron franquicias de contrabando para enviar productos y servicios a la Unión Europea.

Los organismos de seguridad de Estados Unidos, por ese entonces, comenzaron a preocuparse por entender el proceso mafioso que traficaba en ese país, Japón y Oriente Medio, a la vez que gestaba lo que podríamos denominar un cinturón de inestabilidad, surgido en los Balcanes y extendido al Cáucaso por jefes mafiosos del Asia Central Soviética, la frontera occidental de China y el noroeste de Pakistan, a la que se denominó “la nueva ruta de la seda”, esto es una lo que la policía rusa calificaba como una “poderosa autopista de la delincuencia que conectaba con regiones infectadas de problemas como Afganistán”.

Los delincuentes rusos hacían circular por ella personas, divisas, animales de especies casi en extinción, prostitutas y narcos, así como maderas hacia Europa, camino a un destino final: Estados Unidos.

Paraíso de traficantes de armas

De manera lenta pero sin detenerse, la caída de la Unión Soviética se convirtió en el paraíso del tráfico de armas a manos de la mafia rusa –subdividida en grupos de criminales organizados e influyentes- que actuaban de forma similar a la italiana y en la que no faltaban los enfrentamientos internos y homicidios impregnados de una brutalidad inconmensurable, hasta ese momento desconocida.

Ex jefes del Ejército Rojo, de las fuerzas especiales Spetsnaz y de la KGB, tras perder sus puestos tras la reducción de las fuerzas armadas ocurrida en 1993, se reconvirtieron en mafiosos, ya que no tenían nada que hacer con la conclusión de la Guerra Fría.

Los organizadores de las bandas, descaradamente, reclutaron boxeadores y practicantes de artes marciales, quienes se especializaron en el tráfico de drogas y armamento que se utiliza en guerras hasta el presente.

Las guerrillas también hicieron su aporte contratando a delincuentes que fundamentalmente se dedicaron a secuestros extorsivos para recaudar para el mantenimiento de estas, a tal punto que el Fondo Monetario Internacional entiende que el 20% del PBI del planeta proviene de la economía sumergida de las mafias.

Se presume que la mafia rusa tiene contactos con contrabandistas de drogas colombianos y muchas pandillas pequeñas, aunque no hay pruebas que lo confirmen fehacientemente.

Las investigaciones encubiertas

En los últimos años, el FBI y los servicios de seguridad rusa tomaron severas medidas en contra de la mafia rusa, aunque el impacto de esto aún no ha sido mensurado.

El área económica –nos dicen observadores de las actividades delictivas a nivel de mafias- “es un pantano repleto de nutrientes que alimentan cuestiones estrechamente relacionadas con la seguridad pública”.

Agregan que “muchos mafiosos se han convertido en ricos en EE.UU., y han comenzado a imitar a la mafia italiana en cuanto al estilo de vida y el terrorismo hace rato que está bebiendo de las mismas fuentes que las mafias, pero el primero de estos elementos constitutivos se lleva lejos la mayor concentración de recursos, a pesar que es necesario puntualizar que cuando se terminan los conflictos bélicos generados por el terrorismo y gobiernos omnipotentes como el de Siria que se está desarrollando actualmente, la corrupción y el crimen sistémico ocupan el primer lugar en la preocupación de los ciudadanos, víctimas de todo el proceso”.

Se mantiene oculto el criterio ruso que señala que hay muchas bandas mafiosas, cuyos componentes son inmigrantes judíos, aunque no son menos lo soviéticos que piensan que muchos mafiosos rusos proclaman ascendencia judía para conseguir el pasaporte israelí, debido a que las actividades de la mafia rusa están particularmente concentradas allí.

En 1998 se estimaba que la mafia rusa había contribuido con 4 billones de dólares en la economía israelí, aunque no podemos dejar de mencionar que Ucrania, Estonia, Lituania, Bielorrusia y Moldavia tienen sus propias mafias.

También hay un gran número de individuos pertenecientes a grupos étnicos del Cáucaso, tales como chechenios, georgianos, armenios y azerbaiyanos.

Así, la llamada mafia rusa no aparece más como «rusa» en su totalidad, el término «soviético» o «mafias del Este» son conceptos que describen mejor la situación, según entiende los investigadores de este tipo delitos.

En Inglaterra también se cuecen habas

Investigaciones realizadas por parte de la policía británica, descubrieron a ex-agentes de la KGB en la «Cosa Nostra». Entre ellos se detectó a Skilet «Aрствен Безоп», integrante del la sección norte de la mafia.

Gracias a la investigación, lograron resolver varios asesinatos y secuestros ocurridos en 1994 por el grupo mafioso de ese sector, liderado por Skilet.

Lo señalado es sólo el introito de una serie de informes que iremos detallando acerca de un camino iniciado por la mafia rusa que pasó nuestras fronteras. En este caso nos referimos a “la ruta de la vergüenza”.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com