Los policías Mariano y César se casaron en el Distrito Noroeste

Un cartel escrito con fibra negra anuncia los casamientos a celebrarse el 26 de octubre de 2012 en el Distrito Noroeste de Rosario. Desde las 9.15 hasta las 12.30, once parejas dirán “sí, quiero” ante la jueza del distrito. Es el día más importante en la vida de muchas personas, pero ninguno de estos matrimonios consumados tiene tanta repercusión como el último: el de Mariano y César, dos policías que ayer quedaron formalmente unidos ante la ley y hoy confirmarán su unión ante Dios.

A principios de mes, César y Mariano ya habían contado su historia. Una historia de amor como cualquier otra, pero que ellos saben bien que, más allá de lo natural que quieren mostrarse, efectivamente hay algo que sobresale. En su momento, Mariano lo resumió muy bien: “Hacemos una nota porque somos gays, sí. Y porque nos casamos por Iglesia. Y porque somos policías”. Ayer al mediodía fue el primer paso de su unión, diciendo “sí, quiero” por civil y yéndose del Distrito Municipal Noroeste con la libreta de casamiento en mano. César y Mariano ya son un matrimonio legal, y desde hoy a la tarde lo serán también con el aval de su iglesia.

“Parece que te casan en 15 minutos. Faltan dos casamientos y seguimos nosotros. ¡No sabía que te casaban tan rápido!”, exclamó César en la esquina de Provincias Unidas y Junín. Se le notaban los nervios, a él y a su ahora cónyuge. Más tarde, se escucharía un comentario a lo lejos, de alguno de ellos dos, que afirmaba las sospechas: “Estamos electrificados”. La media hora de espera entre la convocatoria y el casamiento transcurrió entre besos, abrazos y felicitaciones. Llegaban amigos y amigas de todos lados, muchos corriendo desde el Comando Radioeléctrico, con apenas unos minutos para calzarse alguna ropa distinta al uniforme de trabajo. Los amigos más cercanos y los familiares compartían los mismos nervios que los novios, muchos otros se mostraban calmos y repartiendo confianza. “Tranquilo, tranquilo”, decían a la pareja.

“Es importante para ellos porque en la sociedad se critica mucho. Yo lo veo bien, choca, sí, pero no sé si hay tanto prejuicio. Todos estamos contentos por su felicidad”, dijo Débora, compañera de César en la policía. Su testimonio se condice con lo que ya habían declarado los novios, diciendo que la discriminación es cada vez menor, tanto dentro de la fuerza de seguridad como por fuera. Sin embargo, y valga la redundancia, ayer fue un día donde se rompieron prejuicios y las conquistas sociales de los últimos años salieron a la luz con una naturalidad impactante y que debe celebrarse. En ese sentido, hay que destacar que la madrina del casamiento fue Angie, la ya conocida policía y bombero trans. Así, no sólo dos personas de un mismo sexo pudieron contraer matrimonio, sino que la madrina pudo firmar con su identidad de género, la que ella eligió y ahora la ley reconoce. No fue menor que ella luzca, en su traje rosa, una cinta con los colores del arco iris: el de ayer fue también un acto social y de celebración de derechos obtenidos.

Los novios no se soltaron las manos en ningún momento durante la ceremonia. La jueza leyó las actas y leyes pertinentes en una sala chica, donde las sillas alcanzaron justo y el aire acondicionado estaba fuerte, repelando el calor de afuera. A medida que avanzaba el acto, el ambiente se sentía más conmovido. Los novios respiraron hondo antes de que se les pregunte si se aceptaban como esposos, y también respiraron hondo antes de firmar los papeles. Como en cualquier matrimonio recién consumado, se abrazaron, se besaron y largaron las lágrimas de alegría que se uniría a la del resto de los familiares. (Notiexpress / El Ciudadano)