Manu en Rosario: «Podemos ser ejemplo si aportamos para el básquet»

Emanuel Ginóbili trasciende fronteras. Así como lo hizo en el básquet, desde su Bahía Blanca natal hasta San Antonio pasado por Bologna, lo logra fuera de ella, convocando en un mismo recinto desde a veteranos ejecutivos de saco hasta pibes con la musculosa 20 de los Spurs desesperados por un autógrafo, un saludo, un guiño.

Manu estuvo otra vez en Rosario, ciudad que forma parte de su habitual recorrido vacacional (la familia de su mujer es de aquí), esta vez con la excusa de recibir de manos de los directivos de La Segunda la distinción “Una manera de vivir”, en reconocimiento a su sacrificio, su dedicación y a las actitudes personales que lo enaltecen. Y el bahiense se llevó además un cheque para la fundación Manu y su permanente tarea de beneficencia.

Ginóbili no es estridente por naturaleza, difícilmente sus acciones sean ampulosas y se maneja con una auténtica humildad que todavía lo colocan en una situación de timidez incluso ante elogios ganados largamente. Y se aleja tanto como puede de la polémica.

Gonzalo Bonadeo, partenaire de la tarde noche en el Teatro Vorterix, lo presentó como el mejor deportista argentino de todos los tiempos, aclarando que era una percepción personal, pero haciendo eco del pensamiento de la multitud que aclamó el ingreso del multicampeón NBA y con la selección.

Para romper el hielo, Manu escogió a “su” mejor deportista: “Mi héroe era Jordan. Yo no vi jugar a otros, sólo puedo decir que crecí admirándolo”.

El tema NBA estaba instalado. Y Manu, suelto, habló de otro grande: “Lo de Tim (Duncan) es increíble. En trece años no le vi elongar un solo músculo. A los 39 años siempre está impecable y con la misma cara, mientras yo me arrastro”.

La cercanía del retiro sobrevuela a un Manu que firmó su último contrato en la NBA, y que no descarta jugar en la Liga Nacional una temporada final, pero no pudo evitar la “piel de gallina” ante la referencia a la chance de que en un futuro se retire la camiseta 20 de los Spurs: “Tendría que mandármela muy mal este último año para que no retiren la camiseta (bromea). No soy de prestarle atención a los récords ni las marcas pero sí sé que el día que cuelguen la camiseta se me van a caer los pantalones. Estuve en las de David Robinson, Sean Elliott y Bruce Bowen y es algo muy emotivo”.

Ginóbili, quien recibió la visita del rockero Fabricio Oberto también se refirió a la selección, a su legado y al deseo de ver mejor al básquet nacional. “Tenemos gratitud hacia la Liga, hacia la CABB y a León Najnudel. Por eso queremos dejar como mayor legado el de nuestra conducta y altruismo. Dejar todo de lado, contagiar al otro. Eso ya se ve en los más chicos. Podemos ser ejemplo para todos los ámbitos si aportamos todos para mejorar el básquet. Tenemos ese sueño”.

Y Manu reconoció que aprendió el concepto con el paso del tiempo: “Yo era un insolente, me veo en videos jugando en Bahía y digo ‘qué estúpido’. Aprendí que fortalecer a tu compañero te fortalece a vos”.

Así es Ginóbili, sin dobles miradas, sin lados oscuros o espacios grises. Él definió su carrera como una “casualidad”. Todos saben que lejos está de serlo.

El Tata no se lo perdió

Gerardo Martino, entrenador del seleccionado nacional de fútbol, entabló una relación de diálogo con Manu Ginóbili en el último tiempo y no se perdió la oportunidad para ir a escucharlo y saludarlo. Siempre con perfil bajo, el Tata fue reconocido por los periodistas, pero no fue asediado por el público en general ni tampoco formó parte de la escena. En medio de una expectativa desbordada, y de mucha gente amontonada para no perderse detalle, sólo el calor afectó un poco.

Oberto le puso rock a la tarde

Si Manu rompe los moldes y une afectos, Fabricio Oberto también desafía preconceptos. El evento tuvo una previa musican de la mano de Ike Parodi, pero el pivot de Las Varillas y su banda le pusieron el ritmo rockero a la charla de Ginóbili. “Siempre fue el más multifacético de todos nosotros. Todo lo hace con pasión, todos lo adoran”, explicó Manu, quien no paró de reírse y disfrutar con los temas de Oberto. Juntos, recordaron que los torneos con la selección “eran como un viaje de estudios” a pesar de los inconvenientes que solían sufrir y también contaron cómo el equipo se “olvidó” a Manu en el estadio de Atenas tras la conquista del oro. “Me tuve que ir solo a la Villa Olímpica. Se fueron todos en el colectivo”. Y Oberto deja otra frase que pinta a Manu de cuerpo entero: “Es una persona que te hace mejor. El as de espadas”.

(El Ciudadano- Por David Ferrara)