Rejas electrificadas anti robo

Lo hicieron en un complejo que está en Puerto Norte y donde viven 200 familias. En la administración admiten que «no se sentían seguros». La decisión fue tomada por los Condominios del Alto.

Ya tenían rejas, cámaras y alarma monitoreada. Sin embargo, con la idea de sentirse más seguros, los vecinos de un complejo de Puerto Norte echaron mano a una herramienta tan eficaz como polémica: electrificar la cerca perimetral que rodea los edificios donde viven unas 200 familias. En la Dirección de Seguridad Comunitaria de la provincia, advirtieron sobre los daños que pueden provocar estos sistemas, que no tienen regulación legal.

«Cerco eléctrico», advierten los carteles amarillos que salpican las rejas del complejo Condominios del Alto, lindero al parque Scalabrini Ortiz. Por encima del enrejado, lleno de plantas y enredaderas, se alinean las seis prolijas hileras de alambre que pocos intentarían tocar.

El dispositivo se estrenó a fines del año pasado, cuando una seguidilla de robos menores en las propiedades de la planta baja de los edificios sembró el alarma.

«No fueron cosas importantes, algún tender y una reposera, pero resultaron suficientes para que los propietarios no se sintieran seguros», recuerdan en la administración del edificio y resaltan que «la seguridad es la principal preocupación de quienes eligen vivir en estos complejos de edificios».

Las empresas que ofrecen la colocación y mantenimiento de cercos eléctricos son varias y, generalmente, trabajan en conjunto con firmas que proveen sistemas de alarma, monitoreo y vigilancia. Los dispositivos se presentan como «el sistema más eficiente y seguro» para evitar el ingreso de «intrusos» a una propiedad y afirman que «no existen riesgos de electrocución ya que trabajan con 7 mil voltios».

Algo así como los antiguos boyeros de campo, pero adaptados a la vida en la ciudad. De hecho, el proveedor de la mayoría de los elementos que se emplean en estos sistemas (electrificadores, sensores y varillas para tapiales) es una empresa de Sunchales, Peón Cercas Eléctricas, especializada en la actividad tambera.

Prevención. Leandro Aguilera es uno de los propietarios de Sux Solar, una empresa que ofrece soluciones para el uso racional de la energía. Entre ellas, la colocación de cercos alimentados a energía solar. «Son dispositivos principalmente preventivos que no presentan riesgos, porque trabajan con corriente continua y transmiten una descarga menor que no hace mal a nadie», afirma.

Además, advierte que ni bien algo toca los alambres o intenta cortarlos se activa una alarma. «Pero realmente, no representa un riesgo ni para animales ni para personas», explica.

La descripción de otro colocador, publicada en una revista especializada en countries, es un poco más fría. «El shock eléctrico provoca una reacción muy desagradable, estremeciendo todo el cuerpo producto de la descarga de electricidad recibida de hasta 7.500 voltios, pero sin generar lesión alguna», destaca y remarca que «los pulsos de energía no matan ni dañan a personas o animales, sólo recibirán una descarga que inhibe la intención de tratar de invadir nuevamente la propiedad o siquiera acercarse».

Y continúa describiendo como funciona el sistema. «El primer impacto que ofrece es un cartel disuasivo que dice «Peligro Alto Voltaje», eso provoca miedo y busca una disuasión psicológica. Pero si el intruso trata de cerciorarse y acerca la mano para realizar su prueba, antes de llegar al conductor recibirá un arco eléctrico, el cual duele como un pinchazo en un dedo más un fuerte adormecimiento en el brazo. Y si se cortara el cerco, no sólo se recibe la descarga, sino que además se dispara la alarma».

En tensión. Condominios del Alto es el complejo de departamentos de pocas plantas que se levanta frente al parque Scalabrini Ortiz y el shopping Alto Rosario. Como parte del proceso de reconversión de las tierras ferroviarias de Puerto Norte, la primera etapa del proyecto se inauguró a fines de 2008, dos años antes de que el Concejo Municipal aprobara la ordenanza que prohíbe los barrios cerrados dentro de la ciudad.

Se vendió bajo eslógans que ponían de relevancia vivir en la comodidad de una casa, la practicidad de un departamento y la seguridad de un barrio privado. Y se destacó su ubicación estratégica y de fácil accesibilidad desde cualquier punto de la ciudad.

Puertas adentro del condominio, no todos parecen estar tan de acuerdo con la colocación de un cerco electrificado. «No nos gustaba mucho la idea, nos parecía media extrema», asegura una joven con su bebé en brazos mientras mira el cerco que rodea su vivienda. «Pero yo vivo en uno de los últimos pisos y los vecinos más perjudicados son los de las primeras plantas», agrega rápidamente.

(La Capital)