Narcotráfico en la Argentina: Una mirada desde la seguridad estratégica

Funcionarios argentinos han comenzado a comprender que el narcotráfico es actualmente la primera amenaza a la seguridad estratégica del Estado argentino.

Especialistas como Ricardo Runza (1) sostienen que desde hace una década la problemática que nos ocupa “fue mutando de una agresión a la seguridad pública aislada a otra que implica, hoy por hoy, a la seguridad nacional.

Los analistas que vienen siguiendo de cerca la problemática aseguran que Argentina “fue cambiando de ser un país de tránsito a otro de consumo y contrabando masivo de droga”.

Sostienen que ello ocurrió debido a que Sudamérica es productora mundial de cocaína y una de las principales generadoras de marihuana.

Runza apunta en publicaciones dedicadas a inteligencia estratégica que “los Estados Unidos no reconocen ante la opinión pública y la comunidad internacional que el narco negocio es una amenaza a la seguridad internacional”.

Por lo tanto no reconoce el país del norte que en su territorio se origina una amenaza creciente, ya que tiene a medida que transcurre el tiempo, mayor capacidad de daño y violencia a nivel global.

Vale aclarar que esa negación de la realidad es una característica cultural propia de la mayoría de los miembros de la elite política de los estados sudamericanos, ya que se minimiza la magnitud de las consecuencias.

Runza, en una publicación chilena dio a conocer que “el narconegocio ilegal representó en 2013 unos 72.000 millones de dólares anuales de ganancia neta, es decir el equivalente a un PBI varias veces mayor de algunos países sudamericanos o la suma combinada de algunos de ellos como Bolivia, Ecuador y Surinam, por nombrar algunos”.

Vale indicar que el monto es indicativo de intereses que comparten miembros de la política sudamericana, aunque no necesariamente sean narcotraficantes. Ello permite que el reclamo internacional no sea suficientemente contundente y en razón de ello permiten que actividades ilegales se originen en sus países.

El especialista hace hincapié en que “el narcotráfico sudamericano si bien ha financiado actos terroristas en algunos países africanos, todavía su capacidad de daño no ha afectado sensiblemente y de manera directa a los principales estados potencias del planeta o lo ha hecho, sólo por ahora, alineado a intereses transitorios compartidos con algunos de ellos. No obstante, se destaca la última intervención militar francesa en Malí en este año, como un ejemplo en donde el accionar combinado de carteles sudamericanos y grupos terroristas africanos ya empieza a afectar los intereses de ciertos países centrales de Europa y el comienzo de una reacción determinada, más allá de las declamaciones diplomáticas, lo políticamente correcto y los documentos oficiales”.

Runza en su ensayo para la publicación deja claro que «aún no existe la conciencia política suficiente en Sudamérica para prevenir, responder y mitigar de manera específica, conjunta y combinada esta amenaza a la seguridad internacional, a la seguridad nacional de cada Estado sudamericano y a la seguridad pública de cada uno de ellos y sus Estados provinciales y municipales. Esta conducta claramente puede observarse en los resultados que ofrecen al respecto los foros y organizaciones hemisféricas y regionales, como así también en aquellos de orden nacional en donde lo formal y lo políticamente correcto prevalece sobre la acción y la voluntad política de actuar. Esconder todo bajo la alfombra es la conducta común y compartida que sobresale en este campo”.

La amenaza estratégica tiene que ver también “por el éxito relativo del Plan Colombia. A medida que se va cerrando paulatinamente ese canal de comercialización se han abierto otros principalmente por Brasil y Argentina. A medida que el gobierno colombiano cierra puentes de salida de droga por esa vía, el narcotráfico encontró otros caminos aprovechando las vulnerabilidades existentes en otros países. Todavía Colombia es el principal puerto de salida de droga para toda la comunidad internacional, por vía directa o por medios indirectos, ya sea por México para EE.UU y Canadá o por África Occidental, Marruecos y Libia para Europa y Rusia, a través del Mar Mediterráneo y del Mar Negro, respectivamente”, profundiza el experto, quien no deja pasar que “a medida que Brasil logre blindar paulatinamente sus muy difíciles y extensas fronteras con mayor control tecnológico y humano el contrabando de drogas proveniente de Colombia, Perú y Bolivia, éste buscará la salida más fácil que hoy en día le ofrece por ejemplo la Argentina”.

A pesar de las inversiones realizadas en materia de seguridad fronteriza, Brasil sigue siendo también un colador y si bien las operaciones conjuntas AGATA han resultado relativamente exitosas, no lo son lo suficiente aun, ya que Brasil es el mercado regional de consumo más importante de Sudamérica y el segundo puerto de salida de droga para abastecer ilegalmente a toda la comunidad internacional.

La amenaza se cierne sobre Argentina por una razón elemental: limita con el tercer productor mundial de hojas de coca y con el primer productor mundial de marihuana, es decir con Bolivia y Paraguay respectivamente.

Es necesario tomar en cuenta que, por ejemplo, en el año 2012, se ha estimado que existían unas 25.000 ha dedicadas a la producción de coca en toda Bolivia, cuando legalmente estaban habilitadas por el Estado boliviano unas 10.000 ha para la producción destinada al consumo tradicional de ese producto en la población de ese país.

Lo señalado, un dato concreto e inobjetable no es reconocido ni aceptado públicamente por la elite política argentina, debido a que
“el Estado argentino es, hoy en día, un estado fallido en materia de seguridad”, según opina Runza.

(1) Magister en Defensa Nacional. investigador del Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires y autor de numerosos trabajos académicos.

avatar

Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com