Primeros cambios: En el Concejo buscarán reformar la norma que regula la noche

Tiene 21 años y la modificaron en 2002. «El cambio es impostergable», dijo la presidenta de la comisión de Gobierno, María Eugenia Schmuck.

Después de 21 años de vigencia de la ordenanza que regula la nocturnidad, el Concejo Municipal vuelve a ensayar un nuevo intento para actualizarla. Esta vez, la concejala radical María Eugenia Schmuck, flamante presidenta de la comisión de Gobierno, instó a sus pares a «cambiar urgente el paradigma para que la realidad no nos pase por encima». La problemática a discutir entre las bancas del Palacio Vasallo se da en el marco de las últimas balaceras a la salida de boliches y las fiestas improvisadas e ilegales en la vía pública.

Para controlar la actual noche rosarina hay que remontarse a la ordenanza 7.218. La norma había sido aprobada en el Palacio Vasallo en 1996 (su última modificación fue en 2002, pese a que luego se fueron retocando algunos artículos). La herramienta ya resulta poco útil frente a los cambios de hábitos de las nuevas generaciones.

Para citar algunos ejemplos, basta mencionar los disparos en torno a los boliches Jalizco y Don Nadie, en Fisherton, los homicidios en las puertas de un after hour en zona oeste y la reciente fiesta callejera de Navidad en Mendoza al 5300, en plena plaza Azcuénaga.

Ahora, la presidenta de la comisión de Gobierno del Concejo reclamó «un urgente cambio de paradigma para que la realidad no nos pase por encima».

La edila radical sostuvo que las maneras de vivir la nocturnidad en la ciudad cambiaron profundamente e indicó que lejos de abonar estrategias «prohibicionistas», que sólo corren detrás de los acontecimientos, hay que «construir una legislación moderna que interpele nuestro presente y a nuestros jóvenes».

Sin rodeos, Schmuck le imprimió plazos a sus colegas. «Resulta impostergable en el año 2018 sancionar una nueva ordenanza de nocturnidad», remarcó. Para ello, deberá sortear la pretensión de muchos de sus pares en darle un tratamiento diferencial a los bares culturales; tema que hizo fracasar los intentos anteriores de tener una nueva normativa general.

Consenso en el olvido

El antecedente más reciente fue consensuado hace tres años por el concejal Roy López Molina junto a los ex ediles Jorge Boasso y Diego Giuliano, y el edil Osvaldo Miatello. En un borrador conjunto se habían consensuado criterios de varios bloques legislativos, de los empresarios del rubro y del Ejecutivo.

La iniciativa simplificaba los rubros nocturnos en dos grandes grupos: con o sin actividad bailable. Y contemplaba darle más poder a los vecinos para que opinen sobre la viabilidad de habilitar en su barrio un espacio para bailar.

Se admitían espacios para adolescentes en los mismos locales con actividad bailable que son para mayores, pero en diferentes días. Y se subdividían aquellos que son para chicos y chicas de 14 y 15 años; y otros, para chicos y chicas de 16 y 17.

«Lo que hay, a mi juicio, es un error de diagnóstico y ese es el fondo y la sustancia del problema que hay que resolver», indicó Schmuck.

«Si analizamos los últimos diez años de la noche rosarina, prohibir fue la estrategia más frecuente del gobierno local, obligado a aplicar una normativa que regula la actividad nocturna de una Rosario que ya no existe. La ordenanza vigente promueve y regula grandes discotecas o boliches. Pero todo eso cambió», admitió la presidenta de la comisión de Gobierno.

Para la radical, desde hace más de una década la noche rosarina ya no tiene su centralidad en un boliche, sino que los gustos han cambiado. «Cada cual va al lugar que le gusta, a escuchar la música que le gusta (pubs de pop-rock, música electrónica, peñas de folclore, espacios culturales y tantos otros). Y si ese sitio no existe, se construye», dijo para luego advertir: «Si no nos damos cuenta de ese fenómeno, esa realidad nos termina desbordando».

Urgencia

Más allá del receso estival del Concejo, Schmuck emplazó al resto de las bancas parlamentarias a abocarse a esta problemática y ensayó una crítica al Ejecutivo.

«Los jóvenes necesitan espacios de encuentro, socialización y contención como necesitaron siempre, pero eso no se garantiza con una normativa desactualizada, desde una lectura equivocada del problema y sin proyecto consistente. De no mediar cambios urgentes, seguiremos intentando interpelar y controlar con formatos y mecanismos absolutamente ajenos a nuestros jóvenes», opinó.

Para dar una señal de que se puede reformular y actualizar la ordenanza para regular la noche, citó como ejemplo las muertes en fiestas electrónicas de un año atrás (Punta Stage en Arroyo Seco, ver sección La Región). «Con trabajo responsable, promoción y control, hoy resaltamos haber realizado más de 30 eventos de esas características con saldo positivo», destacó. (La Capital)