La generación Orión podría llevarnos a la Luna y Marte

La NASA se encuentra desarrollando Orión, una nueva generación de naves espaciales capaz de transportar astronautas, siendo su objetivo primario reemplazar al Transbordador Espacial, diseñado en la década de los 80.

El primero de los viajes tripulados está previsto para 2019 a la Luna –dado los recortes presupuestarios que sufrió la agencia espacial-, y para Marte en el 2030.

A ello debe agregarse que sería dejado de lado el cohete Saturno V, que impulsó el primer descenso lunar hace casi cinco décadas.

A todo esto, China, para el 2020, espera tener terminada su estación espacial y en ese esfuerzo también están encaminados Europa e India, a la vez que está creciendo exponencialmente el interés acerca de la ciencia robótica en Israel, Irán, Brasil y –aunque le parezca curioso al lector-, la mismísima Nigeria.

Teniendo en cuenta el desarrollo de la ciencia hasta el presente, en el que lo máximo a que puede aspirar el ser humano es alcanzar el 99% en viajes espaciales, -esto es, diez mil millones de veces la energía utilizada para los viajes lunares-, tardaríamos más de 2,5 millones de años en llegar a Andrómeda, la galaxia más cercana a la nuestra.

Estamos muy lejos aún de superar el reto más importante que tienen los expertos espaciales para encontrar métodos de propulsión que generen dichos niveles de energía en los volúmenes más pequeños posibles. Ni hablar todavía de lograr como combustible a la antimateria. Mientras tanto hay astrónomos que teorizan acerca de usar como túnel las deformaciones del tejido espaciotemporal.

La exploración del infinito

Sin embargo, el 2015 nos está deparando permanente novedades en el campo de las hazañas espaciales: El sobrevuelo del New Horizons sobre Plutón significó completar la exploración elemental de los planetas del Sistema Solar, mientras que el robot Curiosity –desde 2012 en Marte-, descubrió la existencia de agua líquida accesible en el suelo marciano, sirviendo ello para magnificar las ilusiones de científicos que sueñan con el envío de una misión tripulada al planeta rojo y el hallazgo de vida –aunque más no sea a nivel de bacterias-, fuera de la Tierra.

Otros científicos ya seriamente especulan con la colonización de la Luna y preparan a astronautas para hacer lo propio en Marte, en este caso sin pasaje de regreso.
Mientras tanto, un tercer grupo de científicos le están llenado la cabeza a los gobiernos de los países desarrollados para buscar océanos subterráneos en Marte y debajo de las capas congeladas de Europa, la luna de Júpiter, donde piensan hallar extremófilos, esto es organismos que podrían vivir en condiciones extremas.

El divulgador científico estadounidense Neil De Grasse Tyson, que conocimos recientemente en una documental sobre la historia del universo, sostiene que “sólo en nuestra galaxia –la Vía Láctea-, existen miles de millones de planetas potencialmente aptos para la vida”.

El mismo divulgador, para dar fuerza a su teoría apunta que “el número de estrellas en el universo que logramos ver es de un “1” seguido de veintidós ceros: un quintillón de estrellas., esto es mil millones de galaxias, cada una con cientos de miles de millones de estrellas”.

Otra discusión tiene que ver con el nivel de inteligencia de la vida alienígena. En ese sentido los biólogos sostienen que es muy probable encontrar otras formas de vida, que no necesariamente tengan aspecto humanoide, aunque sí existe la posibilidad que tengan en sus compuestos hidrógeno, carbono y oxígeno, los elementos más abundantes del universo.

Datos para postulantes

Si hay algún rosarino que le interese “viajar” como astronauta a Marte, le damos algunos datos que le pueden servir de apoyo informativo: El traslado en una nave espacial oscila entre 150 y 300 días; los vientos tienen una violencia particular y abundan las tormentas, con ráfagas de hasta 150 kilómetros/h y pueden durar meses.

Aconsejamos llevar un “bronceador”, ya que la atmósfera marciana es mucho más fina que la terrestre, por lo que los rayos solares pegan con fuerza; dicha atmósfera cuenta con apenas 1% de la densidad de la de la Tierra; el día dura 24 horas y 37 minutos, mientras que un año se termina al transcurrir 637 días; durante el día la temperatura es de 20° C, aunque el promedio indica -60° y en la noche cae a -125 ° C.

Este último dato fue confirmado por la misión Maven de la NASA –lanzada el 18 de noviembre de 2013-, que indicó que “las tormentas solares terminaron con la atmósfera marciana”. Ello también forzó la desaparición del agua. El escape de gases hacia el espacio fue el actor principal del cambio climático que sufrió el planeta en el pasado.

“El planeta tiene hoy un clima frío, seco y desértico”, señaló Michael Meyer, líder del Programa de Exploración de Marte de la NASA.

La misión Mars One tendría lugar en el 2023 y ya se ofrecieron 1.000 candidatos, aunque no está demás reiterar que es un viaje sin retorno para colonizar el planeta rojo.

Indicios de vida marciana

Científicos de la universidad de Colorado en Boulder, aseguran haber identificado un lugar idóneo para buscar indicios de vida microbiana antigua en Marte: la cuenca de un lago seco recién descubierto.

Aunque en la actualidad Marte no posee agua en estado líquido, sí estuvo sumergido bajo vastos océanos hace miles de millones años. Y la ecuación lógica resulta sencilla: donde hubo agua, existió un potencial para la vida.

Marte presentaba agua en su superficie hace unos 3.600 millones de años y, según los investigadores, el descubrimiento de un lago seco dentro de una cuenca cerca del ecuador marciano sugiere la posible presencia allí de microorganismos antiguos vivos, según informó Business Insider.

El paisaje de la zona es parecido a los salares de la Tierra, depósitos de sal de aproximadamente 29 kilómetros cuadrados que, según los científicos, se originaron fruto de la evaporación del agua de los mares, dejando la sal como residuo.

Los expertos están investigando la edad y el origen de estos depósitos para precisar la cantidad de agua que existió en la superficie en el pasado. Sin embargo, el viento ha erosionado las regiones donde se encuentran, lo que hace difícil estimar su antigüedad.

«Existía vida en la Tierra cuando este lago en Marte era activo y por analogía, podríamos afirmar que es posible que Marte haya tenido también vida microbiana», explica Brian Hynek, investigador en el laboratorio de la universidad de Colorado, en Boulder.

En este momento, no hay planes para visitar esta cuenca en busca de posibles formas de vida. Sin embargo, Hynek espera que este último descubrimiento haga el lugar un poco más popular, logrando atraer allí las investigaciones.

¿Hay vida donde hay agua?

Es ese el cuestionamiento luego de que transcurrieran 50 años desde que la primera sonda navegó en las inmediaciones de Venus. A finales de octubre pasado la NASA tomó muestras de agua mediante la nave Cassini, que atravesó un rocío de hielo que surgía de la pequeña luna saturnina Encélado, que apenas mide 500 kilómetros de ancho y es totalmente blanco y que refleja la luz solar que le llega, transformándolo en frío e inerte.
Ya en 2005 Cassini había grabado chorros de agua que brotaban de grietas cerca de su polo sur, evidenciando la existencia de un océano subterráneo que se conserva caliente y líquido gracias a la flexión de mareas de la pequeña luna a causa del efecto de Saturno.

Los científicos estiman que en esos géisers hay microbios que la nave podría haber atrapado. Cassini detectó a su paso, en dos docenas de veces, moléculas asociadas con la vida: vapor de agua, dióxido de carbono, metano, nitrógeno molecular, propano, acetileno, formaldehido y amoniaco.

Todos estos datos podrían llegar a dar como resultante en el tiempo-imposible de establecer con precisión-, un final feliz que incluya la noticia de que no estamos solos y que el cosmos es más diverso que lo supuesto.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com