Triple crimen en Gdo. Baigorria: Encontraron 27 vainas servidas

El fiscal Florentino Malaponte reveló que los hermanos Fernández y Abregú no lograron defenderse de sus atacantes, que al parecer huyeron en un Bora gris. Poco después trascendió que Ezequiel alias Parásito estaba prófugo por violar una salida laboral en el marco de una condena por homicidio

El fiscal Florentino Malaponte arrancó su turno en la Unidad de Homicidios el jueves pasado. En cinco días quedaron a su cargo ocho investigaciones de muertes dolosas. “En las últimas semanas hubo un aumento de (el promedio) de homicidios”, dijo el funcionario, quien en una conferencia de prensa se refirió al más resonante de los casos que intenta esclarecer: el triple crimen perpetrado ayer por la tarde en Granadero Baigorria. “Es razonable la hipótesis de ajuste de cuentas”, expresó Malaponte, aunque evitó aventurar hipótesis sobre los motivos que acabaron con la vida de Ezequiel “Parásito” Fernández, su hermano José “Grasita” y Gerardo “Abuelo” Abregú, quien fueron acribillados a balazos en barrio Martín Fierro de la vecina localidad sin tener tiempo de reaccionar. Todos habían sido condenados por distintos hechos y sobre uno pesaba un pedido de captura, aunque para la Justicia todavía es prematuro hablar sobre el pasado de las víctimas: “Las evidencias que tenemos se limitan a la mecánica del hecho”, dijo Malaponte.

Parásito Fernández estaba prófugo luego de ser condenado hace tres años por un crimen ocurrido en agosto de 2013. Así lo revelaron fuentes judiciales y el ex abogado de Fernández, Ariel González Zeballos. Parásito fue sentenciado en 2015 a 10 años por el delito de homicidio agravado y luego de una temporada en la cárcel de Coronda gozó de salidas laborales hasta que el febrero de 2016 rompió el pacto y se transformó en fugitivo, o quizás nadie lo buscó. En septiembre de 2017 cobró notoriedad junto con su hermano Nahuel por el fallido secuestro de un muchacho en una operación orquestada junto con Ariel Máximo “Guille” Cantero que investigó la Justicia federal.

Una muerte en el armario

Eran las 4.30 del sábado 4 de agosto de 2013. El lugar: el cruce de José Ingenieros y Donado, en el barrio 7 de Septiembre. En esa esquina se encontraba Rodrigo Chacón, de 29 años, junto a un grupo de amigos. Según contaron en ocasión los voceros, en ese contexto apareció otro grupo de jóvenes entre los que se encontraba Parásito Fernández. Según el relato de los testigos a la Policía, uno de los recién llegados extrajo un arma de fuego y disparó. Chacón, quien hacía apenas una semana que había salido de la cárcel de Coronda luego de purgar una condena por un hecho de robo, fue alcanzado por un plomo en la sien que le quitó la vida luego de correr unos cien metros. Durante el mismo episodio, su hermano, entonces adolescente, recibió un tiro a la altura de la rodilla. Fernández sería capturado por el Comando en Juan José Paso y Circunvalación, en la víspera de Nochebuena de ese año, cuando intentó huir en una Honda Falcon, fue detenido y una vez en la comisaría 8ª se enteraron de que pesaba sobre él un pedido de captura.

Asegurados

“No fue un enfrentamiento. Las personas fallecidas no tienen señales de haberse defendido. Creemos que los estaban esperando; es algo que estaba organizado. Fueron más de uno los que dispararon”, reveló Malaponte. En el lugar se encontraron 27 vainas servidas 9 mm. Se presume que se usaron dos armas aunque también podrían ser tres. El fiscal avaló el dato de que el auto que usaron los matadores sería un Volkswagen Bora que una vez finalizada la faena fugó por un camino con salida a la autopista Rosario-Santa Fe. En el lugar de la masacre no hay cámaras de seguridad, pero los detectives confían en que el Bora color gris, con vidrios polarizados y al parecer sin patente trasera fue captado en algún registro.

Las víctimas quedaron entrampadas en un Corsa gris que Abuelo acababa de estacionar: tenían entre siete y nueve disparos cada una y según el fiscal el Chevrolet era de la madre de Abregú. Los voceros judiciales revelaron que en el coche no se encontraron armas ni elementos de interés para la causa. Un vocero del caso reveló que una de las víctimas murió con un encendedor en la mano, signo de lo repentino del ataque. En tanto, un dato que llamó la atención a los detectives fue un automóvil marca Toyota que estaba estacionado cerca de donde ocurrió la masacre y poseía la patente adulterada. En el interior los pesquisas hallaron documentación considerada de interés para la investigación.

Hace cuatro meses los hermanos Fernández habían llegado a Liniers al 2000 en Granadero Baigorria y junto con sus familias llevaban una vida discreta que no llamó la atención de los vecinos, que sólo los conocían de vista. El lunes por la tarde el triple crimen partió como un rayo la tranquilidad de esa vecindad. Algún elemento del pasado de los nuevos habitantes los fue a buscar de la manera más implacable. (El Ciudadano)